martes, noviembre 28, 2023

Más allá de nuestra vida: ¿Cómo sería el cielo?

 Continúo con la Cosmovisión propuesta recientemente en este mismo Blog.

Me gusta  calificar (por más novedoso) al Caos inicial, la Nada o el Tao como "lo que hubiere", una acepción propia que trata de soslayar los conceptos existentes al respecto por demasiado maníos dentro de las distintas corrientes filosófico-científicas.



Mi nuevo estudio se refiere al "mundo" de la segunda manifestación del universo. Dije en los artículos referidos a la Cosmovisión citada, que los elementos del mundo de la segunda manifestación, inmediatamente después del Big Bang son escasos, puesto que casi solo existen "potencialidades" (posibilidades) de los elementos que aparecerán más tarde a lo largo de la evolución, o sea, pasamos de la potencia al acto, cual sugerían los antiguos sabios griegos. Sucesivamente, pues, se crean nuevos elementos "inseminados" por las distintas estirpes de seres vivos. Pero la segunda manifestación solo se expresa en los "Kuerpos" (extensión sui generis del cuerpo de los seres vivos)´

Expuse que el tiempo y el espacio que rigen en el mundo de la primera manifestación (movimiento), no son válidos en la segunda, y continuaba diciendo que los elementos de esta segunda manifestación son "imperturbables", o sea, se sitúan fuera del tiempo, puesto que el cambio aquí no es posible.

Ahora, respecto a lo escrito con anterioridad, quiero expresar un matiz, para mí ciertamente importante: el "ser", la "esencia" de la criatura viva, es un compuesto de las dos manifestaciones: de la primera el "Kuerpo"; de la segunda el correspondiente "elemento" perteneciente al mundo de cualidades. Es cierto que la "incisión" de tal elemento de la segunda manifestación en el "Kuerpo", entre otros efectos, añade la "individualidad/unidad" al "compuesto esencial" que es el ser vivo, y aquí está el importante matiz. Tal "individualidad/unidad" cabalga sobre la primera y segunda manifestación, en particular, es ya independiente de la segunda manifestación... ¿Qué ocurre, por consiguiente, al óbito?... Una pregunta que nos habíamos planteado desde el principio.

El "Kuerpo", la parte material que lo constituye, es "utilizado" por múltiples criaturas vivas, consecuencia del ciclo vida-muerte de los seres, "la muerte de unos hace renacer a otros", pero cada ser vivo tuvo durante cierto tiempo tal "Kuerpo" (complejo sistema material que acompaña a cada criatura viva), y a la vez forma un "compuesto único" con el correspondiente elemento de la segunda manifestación.

Es una evidencia la descomposición de tal compuesto en el óbito; el "Kuerpo" vuelve a incorporarse a la materia (¿inerte?) de la que procede, y el elemento cualitativo correspondiente de la segunda manifestación, aún cuando es "imperturbable" deja de manifestarse en cualquier otro "Kuerpo" diferente.

Pero, ¿qué ocurre con aquella "esencialidad" del ser vivo, caracterizada sobre todo por la individualidad/unidad?... Ya no es, exclusivamente, un elemento (cualitativo) de la segunda manifestación, pues supera toda limitación en lo espacial y lo temporal (ya no es su mundo). Ocurre lo que aconteció en la primera y prístina transformación de "lo que hubiere"; después de la propia desaparición del universo de las coordenadas espacio-temporales, tras su destrucción, con la paralela desaparición del mundo cualitativo de la segunda manifestación, vuelven a diluirse esa primera y segunda manifestación en la misma esencia que constituía aquello que definí como "lo que hubiere"... ¿Cuál sería, entonces, verdaderamente, la consecuencia global? Sencillamente, el proceso evolutivo de la creación de los seres producido en el universo que conocemos, cotidiano, "transformaría" la indiferenciación absoluta del prístino "lo que hubiere", en un nuevo "lo que hubiere" dotado de "esencias" individuales/únicas: ¡Se han creado los seres, si queremos expresarlo así, los espíritus, en el críptico mundo del futuro absoluto de nuestra existencia!... ¿El mismo Dios sería una de las criaturas creadas en tal proceso?

Como la danza de la vida no es una "emergencia" de la materia, la disolución del cuerpo material, no hace fenecer al ser. Así que podemos afirmar con Lao-Tse que "vivir es llegar (en una creación continua) y que morir es volver (al Tronco-raíz del Todo)".

lunes, noviembre 06, 2023

Cosmovisión (2ª parte)

 El "mundo de cualidades" que define la segunda manifestación de la naturaleza, posee el mismo "prístino" origen que el material de la primera manifestación. Desde el presumible Big Bang, vigente en la primera manifestación, con la creación del espacio y el tiempo, también aparece la segunda manifestación del universo, dotada de pocos elementos aún, entre los que se supone estaría la sensación/sentimiento de "pertenencia" de las primeras agrupaciones materiales y que desembocaría en la vida que ahora conocemos. Y así fue posible la evolución en el mundo material de la primera manifestación que fue acompañada por un incremento parejo de los elementos de la segunda manifestación.

Resultado, el mundo de cualidades con, únicamente, "potencialidades" (posibilidades) de elementos que podrían a aparecer, se fue completando con nuevos elementos, desde la potencia al acto, que "alumbrarían" las sucesivas estirpes de de seres vivos que irían a apareciendo en el mundo de la primera manifestación en su complejidad creciente, impulsada por la evolución.

Este es el cuadro global completo. Y lo más especulativo acompaña al origen y al posible final de todo ello. El origen o Alfa se refiere, y así prefiero expresarlo, a "lo  que hubiere" antes del Big Bang descrito por la ciencia: nuevos ciclos, ad eterno, que desembocasen el los llamados Big Crunch, todo ello en lo que se refiere a la primera manifestación; o ciclo único, desde un Alfa a un Omega; y aún más, simplemente un Alfa extendido hasta el infinito temporal.

Particularmente, me inclino más por un Alfa y un Omega, definidos en cada período o ciclo del mundo, pero el "eterno retorno" no es descartable.



Lo importante es que esos Alfa y Omega tienen una correspondencia en la segunda manifestación. Al principio del tiempo (Big Bang) los elementos del mundo de la segunda manifestación son escasos, y sucesivamente son creados nuevos elementos que lo van llenando... Ahora, tal manifestación solo se expresa en los "Kuerpos", o complejos sistemas materiales que acompañan a los seres vivos (vida en el sentido más amplio posible).

Así que en el Alfa, espacio y tiempo (energía) son creados. En el Omega, el mundo de la primera manifestación se diluye por autodestrucción, según el Big Crunch o el Big Rip (gran desgarramiento), y el fin paralelo de la segunda manifestación le acompaña. Igual que en el Alfa, "lo que hubiere", que según el Oriente sería el Tao, para otros la Nada, o también el Caos, se transforma en los dos mundos de la primera y segunda manifestación, en el Omega vuelven a "diluirse" en la "indiferenciación", similar a lo que he definido como "lo que hubiere".

El tiempo (igual el espacio) rige en el mundo de la primera manifestación (movimiento), no en el de la segunda. Quiero decir que los "elementos" de la segunda manifestación son "imperturbables" (fuera del tiempo), pues aquí el cambio no es posible, naturaleza "ad eterno", así que el elemento de la segunda manifestación que representa la individualidad/unidad es imperecedero, hasta el expresado Omega, hito sobre el que tenemos un desconocimiento completo, terreno propio de las creencias religiosas.

El especulativo Dios de las mismas se "escondería" detrás de las leyes existentes (en ambos mundos) en el universo.

¡Eso es todo!

viernes, noviembre 03, 2023

Cosmovisión (1ª parte)

 Estamos tan lejos de tener una explicación satisfactoria de los principales misterios que rodean a la andadura humana, como lo ha sido siempre desde tiempos de antaño.

¿Qué hay de nuestro papel en el universo, el mundo?

Demasiadas hipótesis y casi ninguna certeza. La soberbia de la ciencia actual es paradigmática... No entra en profundidad en asuntos trascendentales: la "anterioridad" al origen material del universo; la formación o aparición de la vida; la misma emergencia de la psiquis, la mente, y sobre todo la consciencia/conciencia humana.

Tenemos que basarnos, una vez más, en suposiciones que presumiblemente atañen, singularmente, a lo más básico y también trascendente.

Si en tales temas queremos dar forma a una explicación mínimamente coherente, sobre todo desde el punto de vista de un apaciguamiento de la angustia trascendental que nos acompaña al abordar tales misterios, nuevamente debemos de aportar algunas ideas que puedan acompañar o apuntalar nuestras creencias.

Sobre esto no puede expresarse la ciencia, pues no puede asirse a ninguna objetividad manifiesta, seguramente por lo irrepetible de tales fenómenos que rebasan en mucho nuestra capacidad; tampoco las creencias religiosas en uso, basadas en dogmas o ciertos libros o escrituras "sagradas" aportan la necesaria base empírica.

Así que, después de años de sucesivas elucubraciones que han incidido de forma notable en la misma raíz de mi  propia consideración acerca del especulativo espíritu que creo que poseemos, o del mismo significado de lo que denominamos "el estar en el mundo" de la criatura humana, al igual que el de otras criaturas de su entorno tan dignas de su vivencia, como lo somos nosotros, no puedo por más que volver a emitir las hipótesis que aún cuando ya han sido expresadas en bastantes de mis escritos, conviene recordar o al menos concretar desde el punto de vista de la cosmovisión que proponen.



Primera y segunda manifestación en el universo de la criatura viva han sido descritas profusamente en variados de tales escritos, por lo que no voy a hacerlo una vez más, solo decir que la primera se inscribe en lo que conocemos como el mundo material que describe nuestra ciencia física, y la segunda se enmarca en ese "mundo de cualidades" al que se referían muchos filósofos. La interface de ambos mundos sería el origen de la psiquis, el mundo de lo mental. Expuse anteriormente que en ese mundo material, lo importante en relación a la vida son los cuerpos (Kuerpos en la ampliación propuesta) que acompañan a las criaturas: una forma de agrupación de moléculas unificadas en base a las funciones que realizan, y gracias a las propiedades básicas de la segunda manifestación, en particular la "individuación".

El mundo cuántico, o teoría cuántica tiene mucho que ver en tales procesos, con sus sorprendentes propiedades de entrelazamiento, superposición, efecto túnel, etcétera.

Pues bien, la realidad, en mi opinión, no está dada de antemano en su totalidad, ya que las consciencias de los observadores (medidas), en su papel de concreción de estados (decoherencia), "incrementa" esa realidad, en particular en la formación de los sistemas materiales (Kuerpos) sobre los que se asienta la vida. Precisamente, cada sistema complejo (Kuerpo) se ve inmerso, paralelamente, en un elemento de la segunda manifestación de la naturaleza llamada, globalmente, "sensación". Sin tal "sensación" la vida no es posible, pues esta última, como defendí muchas veces, es un "aglomerado de información (DNA) y sensación". Y es tal "sensación" la que da el carácter o la propiedad de unicidad/individualidad a la criatura viva.

(Continúa en un segundo artículo)