miércoles, septiembre 28, 2022

El misterio de la mente

 Una vez más acudo al símil de la "mirada a través de la ventana". Observemos al entorno, la naturaleza, el exterior a nosotros mismos a través de esa "mirada por la ventana".

Sabemos que las "neuronas espejo" son la base el fenómeno empático: ¡Gracias a ellas llegamos a sentir lo que siente la criatura que vemos enfrente (a través de la ventana)! (Conexión con el sentimiento o las sensaciones del otro.)



Ahora, imaginemos que en vez de ver a otra criatura a su través (de la ventana), sea un espejo el que nos refleje a nosotros mismos... Las neuronas espejo realizarán igualmente su labor: ¡Sentiremos lo que siente la criatura del espejo que, por cierto, en este caso somos nosotros mismos! ¿Qué ocurrirá entonces?... Curioso, se produce una "identificación" por reflexión "desde tal espejo". Una identificación que no solo supone un reconocimiento de la imagen, sino de la propia sensación, de nuestros sentimientos: ¡Un reencuentro con nuestra propia esencia!: ¡Aquí se hace evidente, aún de forma inconsciente, el nacimiento de la "mente"! En mi opinión, el misterio de la mente tiene sus tentáculos en esa "reflexión empática" que proviene de la identificación en uno mismo, y el solape esencial en esa "empatía propia".

¿Es ese el camino para ir desvelando el "misterio de la mente"?

sábado, septiembre 24, 2022

La excepcionalidad de la mente

 Todo acontecimiento, proceso o hecho biológico que se desarrolla en el cuerpo, lo hace en el organismo entero, precisamente por ser una unidad, una individualidad, por eso tiene repercusiones sobre todos los subconjuntos de células o partes diferenciadas del cuerpo: aparato circulatorio, aparato digestivo, órganos de los sentidos u otros tan básicos como el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, etcétera, y cómo no, el cerebro. En todos ellos se notan ciertos cambios: en la tensión arterial, también, en las hormonas... y sobre todo en el "producto" más esencial del propio cerebro: ¡la mente!


Pero, dentro de todos aquellos subsistemas u órganos de la criatura viva, la mente (el cerebro) es "algo especial", pues de ella depende el "reconocimiento propio", nuestra identidad, la psiquis que a grandes rasgos y finalmente es una verdadera simbiosis entre "información" y "sensación"... y aquí la sensación es fundamental, pues el mismo pensamiento está "preñado" de esa sensibilidad, sensación y sentimiento de nuestra vitalidad más profunda... Tal identificación, el producto más elaborado de la evolución, es un proceso excepcional de la vida, pues la mente, de esta forma, puede confundirse con la misma esencia de la vida, que como dije en repetidas ocasiones, no sería más que un "aglomerado de información-sensación".

La excepcionalidad de la mente, lo es de la propia vida, con ella lo que brotó inconscientemente de la materia, llega a "adueñarse" de esta última, al llegar a ser "consciente" de su propia existencia, y por ende de dominar sobre ella.

¡La excepcionalidad de la mente!

martes, septiembre 20, 2022

¡Dinero!... lo que me atañe

 Evidentemente es un tema que llena estanterías de libros, y no solo de economía...

No es mi propósito abarcar tan ingente cantidad de información y opiniones sobre el mismo, ni una mínima parte... Solamente expreso lo que más incide, el día de hoy, en mi vivencia alrededor de tal concepto.

Dinero lo hay de todo tipo, pues su uso desde tiempos inmemorables ha tenido que ver con el intercambio de bienes, y la "practicidad" de su uso. Hoy, por supuesto, existen infinidad de formas en que aparece en la sociedad: digital, monetario, en divisas, en metales preciosos, etcétera. Más no quiero referirme a su materialidad, a su forma física o de dominio común en las transacciones financieras: ¡Hablo de dinero en general y su repercusión directa en mi vida (y la de muchos en circunstancias parecidas)!

No es lo mismo para uno, por supuesto, el dinero que dedica a la compra de acciones o bonos, cuando el volumen que se aporta no está sometido a excesivo riesgo o incertidumbre, dado que su monto no es necesario para nuestro vivir ordinario. Si dedicamos una cierta cantidad de dinero del cual podemos prescindir, sin merma directa en nuestra forma de vida, a estas ocupaciones especulativas, cual si fuera un juego, por ejemplo en la bolsa, su pérdida en una persona sin problemas de orden psicológico (avariciosos, obsesivos, etcétera), no ocasionará mayores perjuicios que un simple inconveniente, una experiencia poco agradable.

Otra cosa sería cuando tal monto de dinero, sí es preciso para subsistir, o simplemente cuando su pérdida lesione gravemente el estilo de vida, o las necesidades del día a día... A este respecto, no hace muchos años que un trabajador parisiense llegó a suicidarse, cuando al rebajarle su salario que le permitía vivir al límite de sus necesidades, la pequeña cuantía retenida ocasionó dejar de cubrir tales necesidades ordinarias, porque que para él así parecía.



Y a estos casos me refiero, cuando hablando del dinero expongo en el título del artículo: "en lo que a mí me atañe" (y a muchos otros en condiciones semejantes). Y es que hay un abismo, a efectos prácticos, entre lo que representa el dinero del primer ejemplo, al que llamaré "dinero especulativo", al del segundo, que me atrevería a afirmar que pasa a ser vital para uno: le llamaré "dinero vital propio" (Dvp). Dvp es subjetivo, pues, tremendamente subjetivo, pero omnipresente para uno mismo: ¡es el que más nos interesa, el que tiene la capacidad de poder cambiar nuestra vida, nuestras costumbres, nuestro "nivel" de vida! Y que diferencia, tremenda diferencia, representa para uno el significado del dinero real (que yo llamo "despectivamente" especulativo), y ese "dinero vital propio", una diferencia como de la noche al día... Por supuesto que el dinero, en sentido amplio, financieramente para la economía, y como concepto es el "real", pero para cada uno de nosotros el importante, el trascendental es el "vital propio"( Dvp). ¡Cuídense los poderes de no "socavar" la hacienda personal de ese "Dvp" tan necesario!... ¡La incidencia social de medidas en tal sentido es un sunami que puede llevarse por delante al propio sistema político!

Como alarma social: ¡Seamos muy empáticos con nuestros semejantes en tal punto!

miércoles, septiembre 14, 2022

"Sí-mismo" y tiempo

No quiero añadir una nueva acepción al concepto clásico de Jung sobre el tema, ni desarrollar otras alternativas como Atman, la interpretación de Freud o el Self heideggeriano...

Sí considero al "sí-mismo" como la raíz del Ser como individuo, con lo que el "yo consciente" y el inconsciente estarían en su seno.

En fin, para mí, el "sí-mismo" es lo más sustancial del hombre, pero lo que me gustaría transmitir es que tal "sí-mismo" habitaría en un espacio "metafórico" que iría desde el nacimiento hasta la defunción; un espacio donde el tiempo no tendría significado, al igual que la durée de Bergson, y sin embargo, sí se dan modulaciones: hay movimiento interno. Pero ese "nacimiento" y "defunción" que incumbe al "sí-mismo" no está "anclado" en el tiempo; podría permanecer en un período indefinido de aparente muerte o ausencia de señales, reviviendo o apareciendo posteriormente.



El "sí-mismo", pues, no tiene definido el tiempo en su interior. El tiempo es algo "ajeno" a él: simplemente aparece cuando la necesidad de la acción (hacia el exterior) requiere de una interacción a la que llamamos "presente"; entonces sí se configura la "flecha del tiempo": lo que es anterior a esa acción (pasado) y lo que será posterior a tal acción (futuro).

La interacción "presente" juega las veces (salvando la indiscutible distancia ontológica) que el intercambio, por ejemplo, de fotones en la interacción electromagnética entre electrones. La partícula "fotón" en la interacción electromagnética, sería la "partícula temporal" "presente" entre las "esencias" distintas del "sí-mismo" (individualidades), y generalizando, cuando el "sí-mismo" debe relacionarse con el entorno (mundo), al desarrollar su potencialidad como sujeto (acción). En resumen: el tiempo es una creación del "sí-mismo", ajena a él, a su esencia.

La prolongación del "sí-mismo" después de la muerte, es una "entelequia": ¡Seguimos tan ignorantes al respecto como siempre!:¡Nadie "ha vuelto" para contarlo!