viernes, diciembre 22, 2023

El gran simio "feliz"

 ¡Hablamos del hombre!, un primate homínido con casi los mismos genes que chimpancés y orangutanes (alrededor del 99%).

El proyecto gran simio abordó, a grandes rasgos, la casuística de los grandes simios, primos hermanos del propio hombre, dotándoles de ciertos derechos, en cierta forma a imagen del humano.



Y hago esta referencia en el sentido de poder abordar la verdadera naturaleza del hombre, evidentemente muy alejada de lo que subyace tras los recientes hallazgos sobre robótica e inteligencia artificial (IA). Ciertamente el humano no es un robot, no es nada artificial en cuanto a ser un producto o criatura creada por la tecnología humana. El hombre es pura naturaleza, al igual que todos los otros seres pertenecientes al Reino animal. Para ser exactos, pertenece al filo de los cordados, al subfilo de los vertebrados, a la clase de los mamíferos, al orden de los primates, a la familia de los homínidos, al género Homo y a la especie Sapiens.

Para muchos representa la cima de la naturaleza, de la evolución. Esa ascendencia, en realidad supone, pues, el origen de toda su evidente sensibilidad, proveniente de tal naturaleza animal y su historia evolutiva. Otras posibles especies, terrestres o no, artificiales o naturales, lógicamente dispondrán de otras sensibilidades que no son las nuestras.

Por consiguiente, ese gran simio que somos solo será "feliz", cuando se satisfagan sus necesidades de todo tipo, que estén íntimamente relacionadas con tal sensibilidad.

Entonces, podemos aquí, solo con carácter descriptivo y no limitativo, citar la famosa y clásica Pirámide del psicólogo Abraham Maslow sobre las motivaciones humanas, tan relacionadas con la sensibilidad animal, al menos en cuanto a la Fisiología, la Seguridad y la Afiliación (aceptación social), en especial del Primate y el Simio. Los dos niveles superiores, el Reconocimiento y Autorrealización, serían más propios del hombre (Homo) en su evolución histórica.

En la jerarquía de tal Pirámide, las fuerzas de crecimiento lo representa el movimiento ascendente, y las fuerzas represivas empujan las necesidades prepotentes hacia abajo.

El humano, pues, será tanto más feliz cuanto más se "afilie" al movimiento ascendente de las fuerzas de crecimiento en la Pirámide: ¡Ahí se encuentra su felicidad!

Desde el inicial mantenimiento de la homeostasis que asegura la supervivencia (respiración, digestión, descanso, etcétera), su búsqueda de seguridad (familia, salud, etcétera) conducirá a la llamada necesidad de Afiliación (amistad, afecto, etcétera), y de Reconocimiento (confianza, respeto, éxito, etcétera).

Y, evidentemente, su mayor felicidad la encuentra en su Autorrealización, que el mismo Maslow la definía como moralidad, creatividad, espontaneidad, falta de prejuicios, aceptación de hechos y resolución de problemas.

El gran simio (el hombre) es feliz así, pues su sensibilidad nacida de su naturaleza queda de esta forma satisfecha. El mundo de cualidades de la segunda manifestación del universo, propuesta en artículos anteriores, queda de tal modo perfilada para el ser humano. Su felicidad intemporal, su esencia, queda entonces definitivamente colmada.

¡Vivir es llegar, morir es volver!

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