Corolario: "Los seres no están en una reencarnación, en la rueda de las reencarnaciones, como resultado de no poseer la "potencia" suficiente para alcanzar la divinidad... Todo lo contrario, los seres están "dentro de la divinidad" siempre, y no necesitan de esa rueda o cadena de reencarnaciones, ni siquiera el Ser más "insignificante", menos complejo o menos desarrollado".
Al morir cualquier Ser, lo único que queda descompuesto con su cadáver son los "nexos" de conexión con los demás seres, que igual que él están en "período de autocreación". Pero el Ser "completo a su muerte" es imperecedero y parte intrínseca de Dios en la llamada Unidad Múltiple... ¡Identificación sin pérdida de personalidad!
Cabe entonces una verdadera rectificación a nuestra postura expuesta en obras anteriores a "Superego", puesto que no "eleva de nivel" un ser superior a los inferiores (permitiéndoles así entrar en lo que llamábamos Cuerpo Místico). Ese "nivel" lo tenía ya cada Ser, mejor, más que nivel, la "potencia" de la atemporalidad dentro del "Cuerpo" del mismo Dios, de la Unidad Suprema. La finitud, la caducidad de los seres es ficticia... ¡La muerte es la liberación de las cadenas-nexos (universo físico material), que se esfuman para cada Ser como un mal sueño!
La llamada "quiebra de la evolución" (que establecimos en ensayos como "Nada y Dios", etc.) ha de ser interpretada ahora en el sentido de que es la autorreflexión del hombre la que le hace no ascender a la eternidad (algo sustancial para todos los seres), sino consciente de su papel como hijo de Dios en el universo material y por ello copartícipe en su labor creativa: ¡Nos hemos hecho creadores!
La pervivencia y reiteración en la idea de reencarnación es una reminiscencia como meme de la filogenia humana, revivida por los procesos de "rememoración del nacimiento" y otros anteriores.
El universo es movimiento continuo, y la agrupación momentánea o temporal del sistema que forma el cuerpo de un Ser, tarde o temprano, en su movimiento se deshará, se descompondrá, pero esa sólo es la "vestidura" del Ser (aunque una vestidura tan especial que le ayuda a autocrearse). En el mundo de los seres no existe el tiempo, y por tanto el movimiento, así que no hay posibilidad de descomposición, entre otras cosas porque el Ser se alimenta de amor y el amor no es un compuesto.