La semilla ("El Jardinero" -Tagore-):
Belleza, entre el fragor del mar de la vida alzas estática y callada tu piedra solitaria. El tiempo enloquecido te ruega postrado ante ti: "¡Háblame, amor mío, dime algo!"
Pero tu frialdad tan despiadada mantiene prisionera la voz en tus labios, ¡oh belleza incambiante!
"La belleza atributo de Dios"
El jardín (AAS):
¡Tiempo que alimentas nuestras venas, reviviendo primaveras y agostando nuestras mieses!... ¡cuántas veces acurrucas la belleza entre tus ondas! y... ¡cuántas te abandona!... ¡Oh belleza, compañera de mis mejores momentos, quédate conmigo!... ¡tal vez esperes mi llegada al mundo eterno de tu dueño!
jueves, diciembre 28, 2006
sábado, diciembre 23, 2006
Cap.2. El fenómeno vital. LA POLÉMICA DEL GEN EGOÍSTA I( De la obra "El parto de Dios")
LA POLÉMICA DEL GEN EGOÍSTA (1ª parte)
"El gen egoísta (un "sujeto" pasivo), ¿cómo puede imponer su dominio sobre las individualidades?
Se adivina que el "modo" de la imposición del gen ha de ser a través de las "tendencias" o "instintos" que impone a la criatura. Entonces, existirían en el organismo instintos que no favorezcan al individuo, es más, a veces estarán en su contra si su prioridad es la especie, implementada en el gen correspondiente. Estos genes, seguramente, han sido seleccionados y conservados en la carga genética del individuo como resultado de la evolución. Como los instintos no son "absolutos" en cuanto a la conducta, al coexistir varios a la vez, es la criatura la que va decantándose por unos u otros en cada circunstancia de su curriculum. El instinto, pues, no se impone, "inclina" valiéndose de recompensas o satisfacciones. El actuar a favor del instinto produce en el individuo una sensación placentera; lo contrario acarrea desagrado. Las pautas de sensaciones agradables o desagradables (llamémoslas positivas o negativas) pivotan, pues, alrededor de un gen o grupo de genes. Este tipo de sensaciones calificadas genéricamente de positivas o negativas, pueden ser sumamente variables, y forman el conjunto de emociones que es capaz de sentir cada criatura. Por consiguiente, el gen produce la impronta, o la capacidad en el ser vivo de poder sentir la correspondiente emoción.
El gen como estructura pose una "esencia" (al estilo definido por el filósofo español Zubiri) inmutable a lo largo de su existencia.
En el ejemplo ilustrativo de la filogenia del ojo de un mamífero, dicho órgano es el resultado de la colaboración de un grupo de genes, no de uno solo, por otra parte, algo bastante frecuente en la gestación de cualquier otro órgano. Esta colaboración produce un beneficio mutuo para todos, por lo que, en realidad se asemeja a una relación simbiótica. Un gen individual de los que pertenecen a esa "simbiosis", en tiempos anteriores a esta relación, llevará "marcado" en su "esencia" el fruto de la misma, ese "aparente" futuro simbiótico (futuro para la criatura que porta el gen, no para dicho gen). Entonces, la "impronta" de esa relación favorable al gen (repetimos, a nuestros ojos perteneciente al futuro) quedará fijada en la criatura actual. En otras palabras, la criatura se verá inclinada instintivamente a tender en sus acciones a favorecer todo aquello que, sin percatarse, le acerca a la filogénesis de ese órgano complejo moldeado por los genes simbióticos. Nuestro aparente futuro no lo es tal para el gen. Esto es así, porque la duplicación del gen en la reproducción origina genes en todo idénticos, idénticos en el presente pero, también, idénticos sucesivamente a lo largo del tiempo, hasta que cambie por alguna mutación o fenezca por la muerte de las criaturas que lo portan; ello equivale a la ampliación o expansión del gen a lo ancho del espacio (número de genes idénticos existentes en cada instante) y del tiempo (número de genes descendientes idénticos desde la aparición del gen a su desaparición). Esta ampliación del gen en el espacio y en el tiempo se comporta como un solo organismo, pues posee una sola "esencia"; las múltiples interrelaciones de este "ente" con el entorno (en sentido amplio) marcarán una "cierta memoria" en su propia "esencia". La clase de "impronta" que produce el gen en cada criatura que lo porta en el "marcaje" del instinto, debe tener que ver con la "esencia" del gen, por eso "la memoria" que guarda el gen de la relación simbiótica debería traducirse en una cierta influencia, un cierto instinto o tendencia sobre la criatura portante. Para el gen es su realidad "presente", su "ahora" en su "ente" expandido a lo largo de un cierto espacio y tiempo que indica su presencia en el mundo. En nosotros, en las criaturas, presenta la apariencia de una anticipación del Futuro, de una inexplicable influencia del Futuro sobre el Presente.
El resultado de todo ésto es la aceleración de la evolución, es decir, la habilitación de cambios evolutivos que requerirían para su producción de períodos muchísimo más largos, lo que ha hecho posible la vida tal como la conocemos."
"El gen egoísta (un "sujeto" pasivo), ¿cómo puede imponer su dominio sobre las individualidades?
Se adivina que el "modo" de la imposición del gen ha de ser a través de las "tendencias" o "instintos" que impone a la criatura. Entonces, existirían en el organismo instintos que no favorezcan al individuo, es más, a veces estarán en su contra si su prioridad es la especie, implementada en el gen correspondiente. Estos genes, seguramente, han sido seleccionados y conservados en la carga genética del individuo como resultado de la evolución. Como los instintos no son "absolutos" en cuanto a la conducta, al coexistir varios a la vez, es la criatura la que va decantándose por unos u otros en cada circunstancia de su curriculum. El instinto, pues, no se impone, "inclina" valiéndose de recompensas o satisfacciones. El actuar a favor del instinto produce en el individuo una sensación placentera; lo contrario acarrea desagrado. Las pautas de sensaciones agradables o desagradables (llamémoslas positivas o negativas) pivotan, pues, alrededor de un gen o grupo de genes. Este tipo de sensaciones calificadas genéricamente de positivas o negativas, pueden ser sumamente variables, y forman el conjunto de emociones que es capaz de sentir cada criatura. Por consiguiente, el gen produce la impronta, o la capacidad en el ser vivo de poder sentir la correspondiente emoción.
El gen como estructura pose una "esencia" (al estilo definido por el filósofo español Zubiri) inmutable a lo largo de su existencia.
En el ejemplo ilustrativo de la filogenia del ojo de un mamífero, dicho órgano es el resultado de la colaboración de un grupo de genes, no de uno solo, por otra parte, algo bastante frecuente en la gestación de cualquier otro órgano. Esta colaboración produce un beneficio mutuo para todos, por lo que, en realidad se asemeja a una relación simbiótica. Un gen individual de los que pertenecen a esa "simbiosis", en tiempos anteriores a esta relación, llevará "marcado" en su "esencia" el fruto de la misma, ese "aparente" futuro simbiótico (futuro para la criatura que porta el gen, no para dicho gen). Entonces, la "impronta" de esa relación favorable al gen (repetimos, a nuestros ojos perteneciente al futuro) quedará fijada en la criatura actual. En otras palabras, la criatura se verá inclinada instintivamente a tender en sus acciones a favorecer todo aquello que, sin percatarse, le acerca a la filogénesis de ese órgano complejo moldeado por los genes simbióticos. Nuestro aparente futuro no lo es tal para el gen. Esto es así, porque la duplicación del gen en la reproducción origina genes en todo idénticos, idénticos en el presente pero, también, idénticos sucesivamente a lo largo del tiempo, hasta que cambie por alguna mutación o fenezca por la muerte de las criaturas que lo portan; ello equivale a la ampliación o expansión del gen a lo ancho del espacio (número de genes idénticos existentes en cada instante) y del tiempo (número de genes descendientes idénticos desde la aparición del gen a su desaparición). Esta ampliación del gen en el espacio y en el tiempo se comporta como un solo organismo, pues posee una sola "esencia"; las múltiples interrelaciones de este "ente" con el entorno (en sentido amplio) marcarán una "cierta memoria" en su propia "esencia". La clase de "impronta" que produce el gen en cada criatura que lo porta en el "marcaje" del instinto, debe tener que ver con la "esencia" del gen, por eso "la memoria" que guarda el gen de la relación simbiótica debería traducirse en una cierta influencia, un cierto instinto o tendencia sobre la criatura portante. Para el gen es su realidad "presente", su "ahora" en su "ente" expandido a lo largo de un cierto espacio y tiempo que indica su presencia en el mundo. En nosotros, en las criaturas, presenta la apariencia de una anticipación del Futuro, de una inexplicable influencia del Futuro sobre el Presente.
El resultado de todo ésto es la aceleración de la evolución, es decir, la habilitación de cambios evolutivos que requerirían para su producción de períodos muchísimo más largos, lo que ha hecho posible la vida tal como la conocemos."
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metafísica
miércoles, diciembre 20, 2006
Palabras de mi jardín (IX)
La semilla ("El jardinero" de Tagore):
Yo era una más, y mi vida se me escapaba con la oscura labor de cada día. ¿Por qué me elegiste entre todas, por qué me hiciste salir del confortable aposento donde transcurría mi vida cotidiana?
El amor que no se ha confesado es algo sagrado y resplandece como la joya en la penumbra del corazón escondido. Pero cuando se le saca a la claridad del día el muy impertinente resulta desgraciadamente negro. ¿Por qué rompiste, entonces, el velo de mi corazón? ¿Por qué sacaste a la luz del sol mi tembloroso amor y rompiste para siempre su umbrío cobijo?
Mis compañeras continúan igual. Nadie se ha asomado a sus almas, y hasta ellas desconocen sus secretos. Se ríen, lloran, hablan y se afanan, descuidadas y superficiales; van directamente al templo, preparan sus lámparas y acarrean agua del riachuelo.
Tenía la esperanza de que mi amor, sacado de su cobijo, no iba a temblar de vergüenza; pero tú me has mirado. Has emprendido tu camino, pero no me has dejado continuar por el mío. ¡Y me dejas desnuda frente al mundo, que con los ojos siempre abiertos me observan noche y día!
"Un alma tocada por el Amor"
El jardín (AAS):
¿Me preguntas qué es amor?... ¿Y a mí me lo preguntas?... Interroga a él directamente la razón de mis cimientos removidos, la inquietud de mi alma desvalida sin rumbo, sólo en pos de su esbelta estela indefinida... ¡Pregunta sí, pero cuídate de sus ardientes y peligrosos rayos!
Yo era una más, y mi vida se me escapaba con la oscura labor de cada día. ¿Por qué me elegiste entre todas, por qué me hiciste salir del confortable aposento donde transcurría mi vida cotidiana?
El amor que no se ha confesado es algo sagrado y resplandece como la joya en la penumbra del corazón escondido. Pero cuando se le saca a la claridad del día el muy impertinente resulta desgraciadamente negro. ¿Por qué rompiste, entonces, el velo de mi corazón? ¿Por qué sacaste a la luz del sol mi tembloroso amor y rompiste para siempre su umbrío cobijo?
Mis compañeras continúan igual. Nadie se ha asomado a sus almas, y hasta ellas desconocen sus secretos. Se ríen, lloran, hablan y se afanan, descuidadas y superficiales; van directamente al templo, preparan sus lámparas y acarrean agua del riachuelo.
Tenía la esperanza de que mi amor, sacado de su cobijo, no iba a temblar de vergüenza; pero tú me has mirado. Has emprendido tu camino, pero no me has dejado continuar por el mío. ¡Y me dejas desnuda frente al mundo, que con los ojos siempre abiertos me observan noche y día!
"Un alma tocada por el Amor"
El jardín (AAS):
¿Me preguntas qué es amor?... ¿Y a mí me lo preguntas?... Interroga a él directamente la razón de mis cimientos removidos, la inquietud de mi alma desvalida sin rumbo, sólo en pos de su esbelta estela indefinida... ¡Pregunta sí, pero cuídate de sus ardientes y peligrosos rayos!
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Poesía
jueves, diciembre 14, 2006
Cosmogonía III. (De la obra "El parto de Dios")
"Para Jung la realidad tranpsíquica es el fundamento inmediato de la psique. Los acontecimientos sincrónicos que no pueden ser insertados legítimamente en nuestras categorías explicativas de la casualidad, del espacio-tiempo, deben ser interpretadas según las categorías próximas a las de la psique cuántica y en función del afloramiento de un arquetipo determinado en cierta situación particular. Por cierto, la mayor parte de los acontecimientos sincrónicos surgen en la vida real en situaciones de alerta o angustia. Por eso Jung considera los arquetipos como figuras psicoides, a la vez materiales y espirituales, la unidad de lo que llamamos la materia y el espíritu, la fuente imperceptible común de ellos y que sólo se revela en circunstancias extraordinarias, es decir, en situaciones más allá de nuestras categorías causales espaciotemporales.
Entonces, bajo esta perspectiva, el inconsciente no sólo es el residuo de pensamientos y sentimientos rechazados de la vigilia, sino también la matriz de posibilidades por venir, la conexión del hombre con el universo, el árbol filogenético del cual la consciencia no es más que un retoño tardío.
La conciencia es una pequeña isla en el mar del inconsciente. El inconsciente personal no es más que una delgada capa que separa el inconsciente colectivo de dicha conciencia. El Yo es el sujeto de esa conciencia.
Como dijimos, el inconsciente colectivo es "una fuerte masa espiritual hereditaria del desarrollo humano que renace en cada estructura individual". Son las formas primitivas intemporales las que actúan y que son propias de cada uno. Por ello son tan parecidos los símbolos y los mitos de todos los pueblos, conservándose en la psique, no sólo el desarrollo común de toda la estirpe humana, sino también nuestro pasado animal.
Para Jung, la base del inconsciente colectivo es totalmente irracional y no puede ser comprendida por el Yo, como "fondo insondable" de todo lo producido, y de donde antaño salieron las psiques individuales que han conducido a la realidad actual de nuestro mundo.
La realidad del sueño integra un aspecto colectivo, por eso existe un escalón "subjetivo" (relacionado con la situación interior del soñador) y otro "objetivo" (en conexión con la situación concreta exterior). Los sueños se hallan unidos entre sí bajo "el manto de la conciencia", derivando unos de otros, pero sin tener entre sí conexión lógica.
La relación entre los arquetipos y la vida individual se asemeja a la que existe entre el tema y sus variaciones. Hay tantas variaciones como individuos por la inagotable diversidad de la vida.
Para Jung el alma individual es el "sí", rodeado del mundo exterior que representa la conciencia, y el mundo exterior del inconsciente colectivo. (La zona límite es el inconsciente personal). La clave superior del Sí, absorbente del mundo exterior, es el "Yo", y frente al Yo se encuentra la "sombra". Lo mismo que el Yo es la salida al mundo concreto, la sombra es la entrada al mundo de la profundidad. La sombra es el lado sombrío de nuestro Yo, al que se desprecia y niega por diversas razones culturales o morales; realmente es primitiva o inadaptada. Se tiende a transferir a los demás estos aspectos sombríos de nuestra personalidad; su conocimiento ayuda a aceptarla como una parte de nosotros mismos, eliminándose aquella actitud negativa pertubadora.
Ahora bien, el Sí no puede definirse con exactitud, siendo como es la vivencia más profunda y subjetiva de la propia unidad de la cual sólo conocemos su capa exterior, el Yo.
En palabras de Jung: "Desde el punto de vista intelectual, el Sí no es más que un concepto psicológico, una construcción que debe expresar una esencia que no percibimos, que no podemos concebir como tal, porque sobrepasa nuestro poder de comprensión... El Sí es la expresión más absoluta de esta combinación del destino llamada individuo..., no podemos decir nada de los contenidos del Sí... El Yo es el único contenido que conocemos del Sí..., nos es extraño y no obstante muy próximo; es, en realidad, nosotros mismos, y, sin embargo, no nos es perceptible... Los principios de nuestra vida psíquica parecen provenir de este punto, y todos nuestros objetivos más elevados y últimos parecen converger en él. Esta paradoja es inevitable cuando intentamos definir alguna cosa que se encuentra más allá de nuestra comprensión..."
Y volvamos a nuestras visiones cosmológicas. Platón en el Timeo nos dice que el conjunto del cosmos, vistos su orden y su armonía, debe poseer una inteligencia y ser una "verdadera criatura viva, con alma y razón". El cosmos que aparece en Timeo es obra de un creador, pero en otros mitos el creador se disuelve en su propia creación, generalmente por medio de la muerte o de la inmolación.
En la cosmología hindú, Purusha, el Hombre Primordial, es descuartizado, y de sus partes es creado el universo.
El ciclo de transmutación no sólo trasciende los géneros de los seres vivos sino que puede participar en el proceso mismo de la creación: al sacrificarse, el creador se dispersa o difunde por toda la creación, aunque pueda resucitar continuamente. La paradoja de que el creador está presente gracias a su muerte es paralela a la idea de que la muerte del hombre forma parte de un ciclo de duración mayor a la propia vida.
La contrapartida de la vida, el precio a pagar a cambio de su cambiante naturaleza, es la muerte; todo lo creado que se desarrolla por transmutación, debe también seguir la parte descendiente del ciclo, es decir, la decadencia y la muerte. La muerte es el reverso del instinto de conservación animal, como la causa oculta del mundo creado. En el Brihandaranyaka Upanishad figura: "...en el principio no existía nada. Todo estaba envuelto en Mrtyn (la Muerte), en el apetito, pues el apetito es la Muerte... Pensó entonces Mrtyn "si yo pudiera tener identidad..." y comenzó a moverse en tanto recitaba las plegarias. Y al recitarlas se formaron las aguas".
Algunos mitos distinguen entre un tiempo concreto, referido al mundo, y otro universal, referido al cosmos; este último es parecido al que rige la sucesión de las eras del mundo, llamadas kalpas en la mitología hindú. La idea de que el tiempo es el árbitro definitivo entre los principios opuestos origen del cosmos, fue expresada ya por el filósofo Anaximandro: "El origen de todo lo que existe es el infinito, y así como todo lo que es hubo de empezar a ser, así dejará de ser cuando llegue su momento, y cada cual pagará sus desviaciones según los arbitrios del tiempo".
En algunas cosmologías, la creación se identifica de forma tan estrecha con la fuente divina de la misma, que el mundo se representa como el cuerpo de Dios; es la visión impresionante de Krisna ante la petición de Arjuna (Bhagavad Gita)."
Entonces, bajo esta perspectiva, el inconsciente no sólo es el residuo de pensamientos y sentimientos rechazados de la vigilia, sino también la matriz de posibilidades por venir, la conexión del hombre con el universo, el árbol filogenético del cual la consciencia no es más que un retoño tardío.
La conciencia es una pequeña isla en el mar del inconsciente. El inconsciente personal no es más que una delgada capa que separa el inconsciente colectivo de dicha conciencia. El Yo es el sujeto de esa conciencia.
Como dijimos, el inconsciente colectivo es "una fuerte masa espiritual hereditaria del desarrollo humano que renace en cada estructura individual". Son las formas primitivas intemporales las que actúan y que son propias de cada uno. Por ello son tan parecidos los símbolos y los mitos de todos los pueblos, conservándose en la psique, no sólo el desarrollo común de toda la estirpe humana, sino también nuestro pasado animal.
Para Jung, la base del inconsciente colectivo es totalmente irracional y no puede ser comprendida por el Yo, como "fondo insondable" de todo lo producido, y de donde antaño salieron las psiques individuales que han conducido a la realidad actual de nuestro mundo.
La realidad del sueño integra un aspecto colectivo, por eso existe un escalón "subjetivo" (relacionado con la situación interior del soñador) y otro "objetivo" (en conexión con la situación concreta exterior). Los sueños se hallan unidos entre sí bajo "el manto de la conciencia", derivando unos de otros, pero sin tener entre sí conexión lógica.
La relación entre los arquetipos y la vida individual se asemeja a la que existe entre el tema y sus variaciones. Hay tantas variaciones como individuos por la inagotable diversidad de la vida.
Para Jung el alma individual es el "sí", rodeado del mundo exterior que representa la conciencia, y el mundo exterior del inconsciente colectivo. (La zona límite es el inconsciente personal). La clave superior del Sí, absorbente del mundo exterior, es el "Yo", y frente al Yo se encuentra la "sombra". Lo mismo que el Yo es la salida al mundo concreto, la sombra es la entrada al mundo de la profundidad. La sombra es el lado sombrío de nuestro Yo, al que se desprecia y niega por diversas razones culturales o morales; realmente es primitiva o inadaptada. Se tiende a transferir a los demás estos aspectos sombríos de nuestra personalidad; su conocimiento ayuda a aceptarla como una parte de nosotros mismos, eliminándose aquella actitud negativa pertubadora.
Ahora bien, el Sí no puede definirse con exactitud, siendo como es la vivencia más profunda y subjetiva de la propia unidad de la cual sólo conocemos su capa exterior, el Yo.
En palabras de Jung: "Desde el punto de vista intelectual, el Sí no es más que un concepto psicológico, una construcción que debe expresar una esencia que no percibimos, que no podemos concebir como tal, porque sobrepasa nuestro poder de comprensión... El Sí es la expresión más absoluta de esta combinación del destino llamada individuo..., no podemos decir nada de los contenidos del Sí... El Yo es el único contenido que conocemos del Sí..., nos es extraño y no obstante muy próximo; es, en realidad, nosotros mismos, y, sin embargo, no nos es perceptible... Los principios de nuestra vida psíquica parecen provenir de este punto, y todos nuestros objetivos más elevados y últimos parecen converger en él. Esta paradoja es inevitable cuando intentamos definir alguna cosa que se encuentra más allá de nuestra comprensión..."
Y volvamos a nuestras visiones cosmológicas. Platón en el Timeo nos dice que el conjunto del cosmos, vistos su orden y su armonía, debe poseer una inteligencia y ser una "verdadera criatura viva, con alma y razón". El cosmos que aparece en Timeo es obra de un creador, pero en otros mitos el creador se disuelve en su propia creación, generalmente por medio de la muerte o de la inmolación.
En la cosmología hindú, Purusha, el Hombre Primordial, es descuartizado, y de sus partes es creado el universo.
El ciclo de transmutación no sólo trasciende los géneros de los seres vivos sino que puede participar en el proceso mismo de la creación: al sacrificarse, el creador se dispersa o difunde por toda la creación, aunque pueda resucitar continuamente. La paradoja de que el creador está presente gracias a su muerte es paralela a la idea de que la muerte del hombre forma parte de un ciclo de duración mayor a la propia vida.
La contrapartida de la vida, el precio a pagar a cambio de su cambiante naturaleza, es la muerte; todo lo creado que se desarrolla por transmutación, debe también seguir la parte descendiente del ciclo, es decir, la decadencia y la muerte. La muerte es el reverso del instinto de conservación animal, como la causa oculta del mundo creado. En el Brihandaranyaka Upanishad figura: "...en el principio no existía nada. Todo estaba envuelto en Mrtyn (la Muerte), en el apetito, pues el apetito es la Muerte... Pensó entonces Mrtyn "si yo pudiera tener identidad..." y comenzó a moverse en tanto recitaba las plegarias. Y al recitarlas se formaron las aguas".
Algunos mitos distinguen entre un tiempo concreto, referido al mundo, y otro universal, referido al cosmos; este último es parecido al que rige la sucesión de las eras del mundo, llamadas kalpas en la mitología hindú. La idea de que el tiempo es el árbitro definitivo entre los principios opuestos origen del cosmos, fue expresada ya por el filósofo Anaximandro: "El origen de todo lo que existe es el infinito, y así como todo lo que es hubo de empezar a ser, así dejará de ser cuando llegue su momento, y cada cual pagará sus desviaciones según los arbitrios del tiempo".
En algunas cosmologías, la creación se identifica de forma tan estrecha con la fuente divina de la misma, que el mundo se representa como el cuerpo de Dios; es la visión impresionante de Krisna ante la petición de Arjuna (Bhagavad Gita)."
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sábado, diciembre 09, 2006
Palabras de mi jardín (VIII)
La semilla (Tagore, "El jardinero"):
Serénate, alma mía, que el momento de la partida no sea doloroso. Que esto no se parezca a la muerte, que sea un complementarse. Consérvese el amor con el recuerdo y las canciones se lleven el dolor. Que este volar por los cielos una al fin sus alas en el nido. Que la última caricia de tus manos sea suave, como una flor nocturna...
Belleza que te marchas, párate un instante, y di callada tus palabras postreras, que yo me inclino ante ti y enciendo mi lámpara para que veas bien tu camino.
"La partida del alma serena"
El jardín (AAS):
¿Por qué no vives, alma mía, tal cual, el instante supremo de la partida?...
¡Alégrate, oh alma, es el momento de partir!... Ante ti se abre tu verdadero horizonte, el remanso en que descansarás y que te hará inmortal, una y suprema, por encima de todo tiempo y espacio que existe, que te hará conocer a fondo el Amor que tanto anhelas...
¡Alégrate, oh alma, hoy vives el momento de partir!
Serénate, alma mía, que el momento de la partida no sea doloroso. Que esto no se parezca a la muerte, que sea un complementarse. Consérvese el amor con el recuerdo y las canciones se lleven el dolor. Que este volar por los cielos una al fin sus alas en el nido. Que la última caricia de tus manos sea suave, como una flor nocturna...
Belleza que te marchas, párate un instante, y di callada tus palabras postreras, que yo me inclino ante ti y enciendo mi lámpara para que veas bien tu camino.
"La partida del alma serena"
El jardín (AAS):
¿Por qué no vives, alma mía, tal cual, el instante supremo de la partida?...
¡Alégrate, oh alma, es el momento de partir!... Ante ti se abre tu verdadero horizonte, el remanso en que descansarás y que te hará inmortal, una y suprema, por encima de todo tiempo y espacio que existe, que te hará conocer a fondo el Amor que tanto anhelas...
¡Alégrate, oh alma, hoy vives el momento de partir!
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viernes, diciembre 01, 2006
COSMOGONÍA (2ª parte), de la obra "El parto de Dios"
El origen es el fundamento de las cosas, y a partir de él se desarrolla la existencia de las mismas. Según el pensamiento órfico y pitagórico el principio que "anima" el cosmos es diferente de las causas que lo "mueven". Y entre ambos el número, como punto de encuentro entre lo infinito y lo finito.
Lo que hay o hubo antes del inicio de la creación sólo puede describirse a partir de los resultados del proceso inicial de la creación, resultados simbólicos, sólo accesibles gracias al mito.
La palabra "mito" tiene una raíz etimológica que significa "expresión". En cierto sentido las ciencias son equivalentes a los mitos y no sólo funcionalmente sino en determinadas y concretas expresiones. Por ejemplo, la ecología es el prototipo de ese concepto holístico de la ciencia, pues sabe reconocer esas metáforas inconscientes del saber, así como el carácter simbólico y simbiótico, al igual que los mitos, de nuestra morada terrenal.
La ecología es una conjugación de distintas disciplinas científicas que se basan en la idea de la naturaleza como un todo, como si la Tierra y todas sus formas vivas constituyeran un sólo organismo, un mismo cuerpo con un mismo hálito vital. Las manos, los pies, el iris reflejan o son como un mapa de todo el cuerpo humano; de igual forma, el hombre mismo es una versión microscópica del universo: pertenece al mundo, pero también el mundo parece reflejado en él. "El mundo es el Macroantropos", escribió el poeta romántico Novalis.
Existe un cierto paralelismo entre la creación del cosmos y el proceso de gestación de un individuo. Si se considera la creación como un proceso continuo y no como un hecho instantáneo y definitivo, aparecen más patentes las correspondencias entre microcosmos y macrocosmos, entre lo visible y lo invisible, pues el modelo original determina a todas las criaturas, entre ellas al hombre.
El "estar-en-el-mundo" es un proceso continuo de recreación, es una manifestación de la "imaginación primigenia" que, para Coleridge, es la fuerza viva y primer agente de toda percepción humana, en sus palabras: "repetición en la mente finita del acto creador permanentemente en el infinito YO SOY". El ser humano no recibe el mundo con pasividad sino que lo ve con nuevos ojos de forma activa. Martin Ruber relata así el nacimiento de un niño: "Ha emergido de la cálida oscuridad del caos para sumergirse en la fría luz de la creación, aunque no la posee; antes debe hacer que se manifieste, convertirla en realidad, encontrar su propio mundo tocándolo, viéndolo, oyéndolo, formándolo".
El proceso de "individualización", como desarrollo de la personalidad, es explicado por los discípulos de Jung en términos cósmicos: las separaciones entre el consciente y el inconsciente, entre el "ego" y el "no-ego", son el reflejo psíquico de otras escenas del cosmos, como la separación de la luz y las tinieblas, o del cielo y la tierra.
Jung, estrecho colaborador del padre del Psicoanálisis, Freud, es el gran desvelador de los mitos, el creador del "inconsciente colectivo". Desde este enfoque, los mitos, al igual que los sueños, son producto de las fuerzas del inconsciente, superadoras de las barreras de la conciencia individual. Los "arquetipos" de Jung son estructuras formativas universales que ofrecen al consciente imágenes que facilitan claves para interpretar los mitos. Arquetipo quiere decir modelo original. Para Jung, el arquetipo es como el precipitado de millones de experiencias inmemoriables, o el término medio de todos los comportamientos. Se trata de una forma de vida, de posibilidad de preformación, forma de representación dada a priori. Al ser vida y no instinto, su existencia no puede ser probada en tanto su manifestación no sea concreta. Pero por otra parte, Jung considera al arquetipo de "naturaleza" instintual, declarándolo psicoide; así que el arquetipo no sería sólo psicológico sino que podría revelar otras formas de existencia "espirituales", infiriendo hasta en las estructuras de la materia inorgánica.
Las imágenes arquetípicas como aparecen en sueños, visiones, alucinaciones, mitos, religiones, no son las únicas que forman este material, pues, las mismas concepciones científicas y filosóficas, los conceptos de espacio, tiempo, materia, los mismos números y axiomas matemáticos forman parte de ello. Los acontecimientos "sincronísticos", en opinión de Jung, testimonian de ello de forma a veces turbadora. Allí donde la aparición de una imagen provoca el escalofrío, el temor y el temblor se presenta un símbolo, un reflejo arquetípico.
Para Jung el inconsciente está constituido por los contenidos reprimidos del individuo, por la suma de todos los rechazamientos de la especie y, también, por la suma de sus deseos no realizados, de sus virtualidades tampoco realizadas y de sus esquemas formativos, por ello expandió la libido con su "Energética psíquica".
El símbolo es para Jung el motor psíquico de una transformación de la energía en proceso civilizador. En su opinión, toda inmersión en lo colectivo, en el inconsciente, descarga al individuo de sus conflictos, poniéndole en comunicación benéfica con los demás, por eso el hecho de pertenecer a cualquier religión es una especie de "higiene mental".
Entre los signos religiosos estudiados por Jung, al círculo le ha dado una importancia singular. En Occidente, los rosetones de las catedrales, en Oriente, las mandalas son ejemplos expresivos de ello.
Jung considera el mito de Cristo como un arquetipo que contiene una muerte y una resurrección que, por otra parte, se repite a lo largo y ancho del mundo.
Jung consagra al arquetipo pez también un valor singular, pues, al ser un animal marino, no sale nunca del mar, es decir, del inconsciente. Los que siguen a Cristo son almas de naturaleza inconsciente, según Jung, que tienen necesidad de la "cura de almas".
El cristianismo, desde esta óptica, es la expresión y fórmula de un estado psíquico que predominó al principio de nuestra era. En otras épocas existen otros estados psíquicos; precisamente en nuestro tiempo se sale de la era zodiacal de Piscis para entrar en la de Acuario.
La coincidencia entre la aparición de Cristo y el comienzo de la era de Piscis, que siguió a la de la aparición de Hammurabi como soberano de la era de Aries, sugirió a Jung estudiar el conjunto de las "coincidencias sensatas". El resultado supuso la elaboración de su teoría de la sincronicidad, elaborada con la estimable colaboración del físico Pauli.
Lo que hay o hubo antes del inicio de la creación sólo puede describirse a partir de los resultados del proceso inicial de la creación, resultados simbólicos, sólo accesibles gracias al mito.
La palabra "mito" tiene una raíz etimológica que significa "expresión". En cierto sentido las ciencias son equivalentes a los mitos y no sólo funcionalmente sino en determinadas y concretas expresiones. Por ejemplo, la ecología es el prototipo de ese concepto holístico de la ciencia, pues sabe reconocer esas metáforas inconscientes del saber, así como el carácter simbólico y simbiótico, al igual que los mitos, de nuestra morada terrenal.
La ecología es una conjugación de distintas disciplinas científicas que se basan en la idea de la naturaleza como un todo, como si la Tierra y todas sus formas vivas constituyeran un sólo organismo, un mismo cuerpo con un mismo hálito vital. Las manos, los pies, el iris reflejan o son como un mapa de todo el cuerpo humano; de igual forma, el hombre mismo es una versión microscópica del universo: pertenece al mundo, pero también el mundo parece reflejado en él. "El mundo es el Macroantropos", escribió el poeta romántico Novalis.
Existe un cierto paralelismo entre la creación del cosmos y el proceso de gestación de un individuo. Si se considera la creación como un proceso continuo y no como un hecho instantáneo y definitivo, aparecen más patentes las correspondencias entre microcosmos y macrocosmos, entre lo visible y lo invisible, pues el modelo original determina a todas las criaturas, entre ellas al hombre.
El "estar-en-el-mundo" es un proceso continuo de recreación, es una manifestación de la "imaginación primigenia" que, para Coleridge, es la fuerza viva y primer agente de toda percepción humana, en sus palabras: "repetición en la mente finita del acto creador permanentemente en el infinito YO SOY". El ser humano no recibe el mundo con pasividad sino que lo ve con nuevos ojos de forma activa. Martin Ruber relata así el nacimiento de un niño: "Ha emergido de la cálida oscuridad del caos para sumergirse en la fría luz de la creación, aunque no la posee; antes debe hacer que se manifieste, convertirla en realidad, encontrar su propio mundo tocándolo, viéndolo, oyéndolo, formándolo".
El proceso de "individualización", como desarrollo de la personalidad, es explicado por los discípulos de Jung en términos cósmicos: las separaciones entre el consciente y el inconsciente, entre el "ego" y el "no-ego", son el reflejo psíquico de otras escenas del cosmos, como la separación de la luz y las tinieblas, o del cielo y la tierra.
Jung, estrecho colaborador del padre del Psicoanálisis, Freud, es el gran desvelador de los mitos, el creador del "inconsciente colectivo". Desde este enfoque, los mitos, al igual que los sueños, son producto de las fuerzas del inconsciente, superadoras de las barreras de la conciencia individual. Los "arquetipos" de Jung son estructuras formativas universales que ofrecen al consciente imágenes que facilitan claves para interpretar los mitos. Arquetipo quiere decir modelo original. Para Jung, el arquetipo es como el precipitado de millones de experiencias inmemoriables, o el término medio de todos los comportamientos. Se trata de una forma de vida, de posibilidad de preformación, forma de representación dada a priori. Al ser vida y no instinto, su existencia no puede ser probada en tanto su manifestación no sea concreta. Pero por otra parte, Jung considera al arquetipo de "naturaleza" instintual, declarándolo psicoide; así que el arquetipo no sería sólo psicológico sino que podría revelar otras formas de existencia "espirituales", infiriendo hasta en las estructuras de la materia inorgánica.
Las imágenes arquetípicas como aparecen en sueños, visiones, alucinaciones, mitos, religiones, no son las únicas que forman este material, pues, las mismas concepciones científicas y filosóficas, los conceptos de espacio, tiempo, materia, los mismos números y axiomas matemáticos forman parte de ello. Los acontecimientos "sincronísticos", en opinión de Jung, testimonian de ello de forma a veces turbadora. Allí donde la aparición de una imagen provoca el escalofrío, el temor y el temblor se presenta un símbolo, un reflejo arquetípico.
Para Jung el inconsciente está constituido por los contenidos reprimidos del individuo, por la suma de todos los rechazamientos de la especie y, también, por la suma de sus deseos no realizados, de sus virtualidades tampoco realizadas y de sus esquemas formativos, por ello expandió la libido con su "Energética psíquica".
El símbolo es para Jung el motor psíquico de una transformación de la energía en proceso civilizador. En su opinión, toda inmersión en lo colectivo, en el inconsciente, descarga al individuo de sus conflictos, poniéndole en comunicación benéfica con los demás, por eso el hecho de pertenecer a cualquier religión es una especie de "higiene mental".
Entre los signos religiosos estudiados por Jung, al círculo le ha dado una importancia singular. En Occidente, los rosetones de las catedrales, en Oriente, las mandalas son ejemplos expresivos de ello.
Jung considera el mito de Cristo como un arquetipo que contiene una muerte y una resurrección que, por otra parte, se repite a lo largo y ancho del mundo.
Jung consagra al arquetipo pez también un valor singular, pues, al ser un animal marino, no sale nunca del mar, es decir, del inconsciente. Los que siguen a Cristo son almas de naturaleza inconsciente, según Jung, que tienen necesidad de la "cura de almas".
El cristianismo, desde esta óptica, es la expresión y fórmula de un estado psíquico que predominó al principio de nuestra era. En otras épocas existen otros estados psíquicos; precisamente en nuestro tiempo se sale de la era zodiacal de Piscis para entrar en la de Acuario.
La coincidencia entre la aparición de Cristo y el comienzo de la era de Piscis, que siguió a la de la aparición de Hammurabi como soberano de la era de Aries, sugirió a Jung estudiar el conjunto de las "coincidencias sensatas". El resultado supuso la elaboración de su teoría de la sincronicidad, elaborada con la estimable colaboración del físico Pauli.
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metafísica
jueves, noviembre 30, 2006
EL CIERRE DEL CÍRCULO
Imagen de fondo de la portada de la obra del autor "El cierre del círculo". (http://books.lulu.com/content/546690)
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filosofía
LIBROS DEL AUTOR
He cometido la inmodestia de incluir en este Blog todos los E-booK que se han publicado de mi autoría en la editorial Lulu. Entre ellos veréis un tratado de Cosmología, "Nuestro universo", y una variedad de ensayos que van desde la auto superación,"Superego", hasta la teología, "Nada y Dios", o el ser y la vida: "El ser y la vida" y "El cierre del círculo". Espero que os gusten.
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Literatura
jueves, noviembre 23, 2006
Cap.1. COSMOGONÍA (1ª parte) -De la obra "El parto de Dios"
1. COSMOGONÍA (1ª parte)
El "algo" primigenio, el vacío, la ausencia, la nada. En palabras grabadas en la pirámide: "Cuando el Cielo no había nacido, cuando la Tierra no había nacido, cuando los hombres no habían nacido..." Cuanto mayor y más abrumadora es esa "nada", más potente y extremo es el acto de creación.
El origen de la creación aparece en un punto de contacto entre lo finito y lo infinito: el mismo caos.
En el caos todo existe pero sin diferenciar, pura energía distribuida de manera uniforme. El mundo, sin embargo, es antientrópico, una oposición continua al caos. En palabras del rabino Bunam: "El universo siempre está inconcluso, tal y como empezó... necesita que las fuerzas creativas lo renueven sin cesar: si acaso éstas dejaran de actuar un solo segundo, el mundo volvería a su caos original".
La creación equivale a la anulación de ese caos. Los gnósticos consideran la creación como la ruptura de la unidad primigenia (el pleroma), fractura consecuencia del deseo perturbador. Y es que, gracias a un acto de voluntad que demuestra autoridad, la totalidad primigenia produce el espacio, el tiempo y la materia, cualidades características de la naturaleza de los seres creados.
El todo primigenio anterior a la escisión equivale a la concepción de un "tiempo anterior al tiempo", el cosmos referido constituido por una única y estable concentración energética.
La fuerza motriz de la creación es diferenciación, es la energía que proviene de la tensión entre los contrarios.
En el Nihongi japonés se dice: "En el principio, cielo y tierra no estaban separados, y el In y el Yo (el yin y el yang) no estaban divididos. Formaban una masa caótica semejante a un huevo, de límites imprecisos, repleta de gérmenes. La parte más pura y ligera se desgajó para dar al cielo, mientras que la parte más pesada y densa se depositaba formando la tierra".
En la creación definir algo es relacionarlo con su opuesto, con su negativo; el desorden se opone al orden, la mutación a la repetición, etc. La dualidad, pues, parece ser un concepto esencial.
Sin cambios, aunque sean extremadamente pequeños, no podríamos percibir la existencia de nada: la permanencia en la existencia es debida a las diferencias que se producen constantemente. La fuerza motriz es aquella diferenciación creativa proveniente del impulso original de la oposición entre algo y la nada.
El cristianismo místico de Jacob Boehme (1575-1624), se basa en la relación recíproca entre los contrarios: en su visión de Dios, las "tinieblas" poseen tanta importancia como la "luz". En el Ungrund primordial se contienen todas las posibilidades contradictorias: del interior de esta "eterna nada" surge una voluntad de existir, Dios tiene conciencia de sí mismo; su transmisión al Ungrund es el poder de automanifestación.
En la Aurora de Boehme se dice: "El Padre es el poder... y el Hijo es la luz y el esplendor del Padre, y el Espíritu Santo es la actividad o manifestación de los poderes del Padre y del Hijo, y todo lo que existe en este mundo son formas, estructuras e imágenes".
La conciliación de los contrarios es fundamental también en la cosmogonía hermética de Robert Fludd: forma y materia son los dos principios complementarios que intervienen en el proceso de la creación.
La creación no es únicamente cosmogónica sino también ontogénica: se refiere tanto al universo como a la aparición de todos los seres. El Génesis hebreo, el Enuma Elish babilónico, el Popol Vuh maya se ocupan de los aspectos cosmogónicos, pero también se interesan por el origen del ser, o sea del "como" al "por qué".
El "algo" primigenio, el vacío, la ausencia, la nada. En palabras grabadas en la pirámide: "Cuando el Cielo no había nacido, cuando la Tierra no había nacido, cuando los hombres no habían nacido..." Cuanto mayor y más abrumadora es esa "nada", más potente y extremo es el acto de creación.
El origen de la creación aparece en un punto de contacto entre lo finito y lo infinito: el mismo caos.
En el caos todo existe pero sin diferenciar, pura energía distribuida de manera uniforme. El mundo, sin embargo, es antientrópico, una oposición continua al caos. En palabras del rabino Bunam: "El universo siempre está inconcluso, tal y como empezó... necesita que las fuerzas creativas lo renueven sin cesar: si acaso éstas dejaran de actuar un solo segundo, el mundo volvería a su caos original".
La creación equivale a la anulación de ese caos. Los gnósticos consideran la creación como la ruptura de la unidad primigenia (el pleroma), fractura consecuencia del deseo perturbador. Y es que, gracias a un acto de voluntad que demuestra autoridad, la totalidad primigenia produce el espacio, el tiempo y la materia, cualidades características de la naturaleza de los seres creados.
El todo primigenio anterior a la escisión equivale a la concepción de un "tiempo anterior al tiempo", el cosmos referido constituido por una única y estable concentración energética.
La fuerza motriz de la creación es diferenciación, es la energía que proviene de la tensión entre los contrarios.
En el Nihongi japonés se dice: "En el principio, cielo y tierra no estaban separados, y el In y el Yo (el yin y el yang) no estaban divididos. Formaban una masa caótica semejante a un huevo, de límites imprecisos, repleta de gérmenes. La parte más pura y ligera se desgajó para dar al cielo, mientras que la parte más pesada y densa se depositaba formando la tierra".
En la creación definir algo es relacionarlo con su opuesto, con su negativo; el desorden se opone al orden, la mutación a la repetición, etc. La dualidad, pues, parece ser un concepto esencial.
Sin cambios, aunque sean extremadamente pequeños, no podríamos percibir la existencia de nada: la permanencia en la existencia es debida a las diferencias que se producen constantemente. La fuerza motriz es aquella diferenciación creativa proveniente del impulso original de la oposición entre algo y la nada.
El cristianismo místico de Jacob Boehme (1575-1624), se basa en la relación recíproca entre los contrarios: en su visión de Dios, las "tinieblas" poseen tanta importancia como la "luz". En el Ungrund primordial se contienen todas las posibilidades contradictorias: del interior de esta "eterna nada" surge una voluntad de existir, Dios tiene conciencia de sí mismo; su transmisión al Ungrund es el poder de automanifestación.
En la Aurora de Boehme se dice: "El Padre es el poder... y el Hijo es la luz y el esplendor del Padre, y el Espíritu Santo es la actividad o manifestación de los poderes del Padre y del Hijo, y todo lo que existe en este mundo son formas, estructuras e imágenes".
La conciliación de los contrarios es fundamental también en la cosmogonía hermética de Robert Fludd: forma y materia son los dos principios complementarios que intervienen en el proceso de la creación.
La creación no es únicamente cosmogónica sino también ontogénica: se refiere tanto al universo como a la aparición de todos los seres. El Génesis hebreo, el Enuma Elish babilónico, el Popol Vuh maya se ocupan de los aspectos cosmogónicos, pero también se interesan por el origen del ser, o sea del "como" al "por qué".
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metafísica
Palabras de mi jardín (VII)
La semilla ("El jardinero" -Tagore-):
Ese tesoro incontable no es tuyo, madre oscura, polvo resignado. Te afanas para dar de comer a tus hijos, pero no es suficiente con tu comida. Tu regalo de alegría nunca es perfecto. Das a tus hijos el juguete de la fragilidad... No puedes llenar nuestra insaciable esperanza... Pero no puedo abandonarte por eso.
No. Tu sonrisa, que el dolor oscurece, es muy grata a mis ojos. Tu amor es querido a mi alma. Nos has dado la vida, no la inmortalidad, y siempre andas con la mirada inquieta. Desde toda la eternidad has ido poniendo en tu cielo colores y canciones, pero eso es sólo una pobre esperanza, y sobre la belleza que has creado siempre flota la niebla de los llantos...
Ten, sin embargo, mis cantos para tu alma callada, mi amor para tu amor. Te agotaré con mi labor, pues he visto tu rostro amable, y te quiero, ¡triste polvo, madre tierra!
"Elegía a la materia"
El jardín (AAS):
¡Cuál será el misterio de la materia tan denostada!...
¿No reconocéis en vuestra sangre su pálpito? ¿No sentís ese amor por la madre a la que todo debéis?
Ella os dio todo su ser y como tal os hizo perecederos, temporales, indefinidos (ser o nada)... , pero metió en vosotros lo más importantes que tenéis: ¡la vida! Y hasta la belleza os hizo sentir... Madre, compañera de viaje, ¡acompañadnos, también, en nuestro destino!
Ese tesoro incontable no es tuyo, madre oscura, polvo resignado. Te afanas para dar de comer a tus hijos, pero no es suficiente con tu comida. Tu regalo de alegría nunca es perfecto. Das a tus hijos el juguete de la fragilidad... No puedes llenar nuestra insaciable esperanza... Pero no puedo abandonarte por eso.
No. Tu sonrisa, que el dolor oscurece, es muy grata a mis ojos. Tu amor es querido a mi alma. Nos has dado la vida, no la inmortalidad, y siempre andas con la mirada inquieta. Desde toda la eternidad has ido poniendo en tu cielo colores y canciones, pero eso es sólo una pobre esperanza, y sobre la belleza que has creado siempre flota la niebla de los llantos...
Ten, sin embargo, mis cantos para tu alma callada, mi amor para tu amor. Te agotaré con mi labor, pues he visto tu rostro amable, y te quiero, ¡triste polvo, madre tierra!
"Elegía a la materia"
El jardín (AAS):
¡Cuál será el misterio de la materia tan denostada!...
¿No reconocéis en vuestra sangre su pálpito? ¿No sentís ese amor por la madre a la que todo debéis?
Ella os dio todo su ser y como tal os hizo perecederos, temporales, indefinidos (ser o nada)... , pero metió en vosotros lo más importantes que tenéis: ¡la vida! Y hasta la belleza os hizo sentir... Madre, compañera de viaje, ¡acompañadnos, también, en nuestro destino!
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Poesía
miércoles, noviembre 22, 2006
sábado, noviembre 18, 2006
NUESTRO UNIVERSO
"Nuestra teoría, así como muchas de las que se proponen hoy día, arranca de la idea de que lo macroscópico (el universo actual) y lo microscópico (el inicio del big bang, por ejemplo) se hallan íntimamente entrelazados. No hay ninguna esperanza de comprender la materia solamente a partir de sus constituyentes parciales. Únicamente el sistema en conjunto da expresión concreta de toda la realidad. Lo grande y lo pequeño coexisten. Es más, la misma "mente" ocupa una posición central en la naturaleza, todo ello consecuencia de los postulados cuánticos, puesto que cada observación conlleva una transformación de la situación anterior, es decir, la realidad de cada partícula subatómica no puede aislarse del entorno. De otro modo, el factor cuántico obliga a considerar las partículas sólo en relación con el todo, y el mundo es un entretejido de relaciones, en las cuales el observador forma parte de ellas.
El todo sostiene a las partes, que a su vez constituyen dicho todo (una visión Zen del cosmos). Se necesita al universo antes de poder dotar de realidad concreta a los átomos que constituyen el universo. ¿Son primero los átomos o el universo?... Ninguno de los dos: Lo grande y lo pequeño, lo total y lo local, lo cósmico y lo atómico, todos se apoyan mutuamente pues son aspectos inseparables de la realidad. Existe una unidad en el universo: una unidad que proclama que sin todo no puede conseguirse nada.
Ni la materia, ni el espaciotiempo son rasgos incidentales de nuestro mundo; ambos proceden de las leyes físicas quienes, en el fondo, son las verdaderas responsables de la sorprendente ordenación del mundo."
(Fin del Capítulo IX de mi obra "Nuestro Universo", publicada en Biblopía: http://www.biblopia.com -Ir al vínculo inicial-)
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física
Palabras de mi jardín (VI)
La semilla ("El jardinero" -Tagore-):
Era el mes de mayo. La luna amarillenta parecía eternizarse, y la tierra, reseca, se agrietaba de sed. Una voz me llamaba desde el río: "Ven, amor mío". Dejé mi libro y me asomé al balcón. En la orilla, un búfalo hembra, todo lleno de barro, miraba con pacíficos ojos a un chico que le llamaba desde el río con el agua a la rodilla.
Me eché a reír... Una brisa muy suave se metió por mi alma.
El jardín (AAS):
¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del animal a quien quieres?...
¡Enséñame a mí a descifrarlo!
¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del crío a quien quieres?...
¡Cómo podría yo descifrarlo!
¿No será, tal vez, del todo innecesario?... ¿No está escrito, de siempre, en la inescrutable profundidad de nuestros corazones?
Era el mes de mayo. La luna amarillenta parecía eternizarse, y la tierra, reseca, se agrietaba de sed. Una voz me llamaba desde el río: "Ven, amor mío". Dejé mi libro y me asomé al balcón. En la orilla, un búfalo hembra, todo lleno de barro, miraba con pacíficos ojos a un chico que le llamaba desde el río con el agua a la rodilla.
Me eché a reír... Una brisa muy suave se metió por mi alma.
El jardín (AAS):
¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del animal a quien quieres?...
¡Enséñame a mí a descifrarlo!
¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del crío a quien quieres?...
¡Cómo podría yo descifrarlo!
¿No será, tal vez, del todo innecesario?... ¿No está escrito, de siempre, en la inescrutable profundidad de nuestros corazones?
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Poesía
viernes, noviembre 17, 2006
Tiempo de setas
lunes, noviembre 13, 2006
domingo, noviembre 12, 2006
Introducción a la obra "El parto de Dios"
La presente obra actualiza a comienzos del siglo XXI la aventura del Espíritu, sin complejos ni tapujos.
La reciente historia del siglo XX con su continua lucha entre corrientes materialistas de diversa índole y las espiritualistas, una vez renacidas, son eso, historia. Por ello, no pretendo justificar, ni disfrazar la presencia evidente del Espíritu en toda nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Su presencia es tan cotidiana, estamos tan inmersos en ella que muchas veces no somos capaces de reconocerla; es como si no quisiéramos encontrarnos de frente con Él, para que nuestros ojos no se crucen con los suyos. ¿Es una muestra de timidez o culpabilidad?
Nuestra propia vida no tendría el más mínimo significado, la más mínima explicación si, siendo totalmente honrados e íntegros, no reconociéramos su evidente presencia. En cualquier caso, la hipótesis de su presencia en la criatura viva es tan plausible como cualquier otra, como poco al mismo nivel que las tildadas pretenciosamente de científicas (no hace falta recordar las críticas, a veces, acérrimas, que han vertido sobre la Ciencia personalidades de su mismo ámbito).
Creo que no es momento de justificaciones, no es momento de sortear convenciones sociales inquisitorias; como acabo de decir, eso ya es historia. El nuevo siglo XXI va a ser moderno por lo menos en esto.
En la presente obra aparece el Espíritu en toda su plenitud. Las ideas de Platón, Schopenhauer, Bergson y el mismo Teilhard de Chardin son precursoras de cuanto se dice a continuación.
En mi obra anterior, "Ciencia, Filosofía, Religión. Una visión armónica", expuse las primeras versiones de la nueva teoría; su refinamiento posterior, singularmente en el plano metafísico, es el móvil de la aparición del presente ensayo.
La teoría presenta la novedad de considerar el acto de creación no limitado en el tiempo, pues es extensivo a todo el espacio temporal. Y esta creación presenta propiedades singulares, quizás difíciles de digerir en el sentido de que la necesaria libertad requiere el retorcimiento del tiempo, en el que el ciclo presente-pasado-futuro se cierra sobre sí mismo. Toda la creación, desde el origen hasta el final, es una totalidad indefectiblemente conectada o unida entre sí, en la que aún lo más insignificante, es absolutamente indispensable para su funcionamiento y su propia existencia; su falta equivaldría al desvanecimiento de todo el conjunto, la pérdida de su sustancia. Esta íntima unión explica el cierre del tiempo: la influencia no sólo de las criaturas del pasado sobre las del futuro, sino, ¡lo que es sorprendente!, la profunda influencia de las criaturas futuras sobre las del pasado. El cómo se produce ello (por supuesto, manteniendo la validez de la ley causa-efecto) tiene cabida respuesta en la teoría.
De todo ello se sigue la importancia de nuestra presencia en el universo (y de todas las demás criaturas vivientes) en orden a la aparición del Ser Supremo. ¡Somos tan importantes para Él como lo es Él para nosotros!
En esta visión el universo, campo de expresión del tiempo, representa el proceso total de creación, de todo, hasta el mismo Dios. El universo con su evolución representa el "parto de Dios".
La forma como se ha articulado el presente libro es eminentemente impulsiva, espontánea, y el mantenimiento de esta espontaneidad ha sido la guía que ha presidido su desarrolo.
En el primer capítulo se hace referencia a las cosmogonías tradicionales más reconocidas, muy resumidas en aras de la sencillez.
A continuación se entra de lleno en las tesis revolucionarias acerca del significado, origen y móvil de la vida, deteniéndonos y tomando partido en la reciente polémica del "gen egoísta".
Una vez establecidos los primeros trazos del meollo de la teoría, se vuelve a hacer un poco de historia de las ideas religiosas que han supuesto tradicionalmente el advenimiento del Espíritu.
El tema religioso nos lleva irremisiblemente al hecho de la muerte, lo que conduce a hacer, de igual modo con brevedad, un poco de historia sobre la mitología acerca de la misma. Se finaliza con un mensaje optimista en relación a su superación.
Por fin, en el último capítulo se aborda la teoría del Bien y del Mal de las religiones tradicionales, sustituyéndola por el Bien y el principio opuesto al que se llama el "dolor de parto".
El Ser Supremo, aparece con un doble aspecto: el del Absoluto, infinito de todos los infinitos, inmutable y fuera del tiempo; y el mitológico, que encierra el mito de la muerte-resurrección, el de la creación-destrucción, y que es el resultado de la transposición del Ser Supremo a las dimensiones finitas del hombre, de la materia, del mismo universo.
El resultado final supone las tres fases vivenciales del Ser: el primigenio, anterior al tiempo; el vital, dentro del tiempo; y el místico, formando parte del cuerpo místico de Dios, una vez superado el tiempo.
Por último se hace hincapié en el parelelismo que parece presentar la teoría con el pensamiento del filósofo Teilhard de Chardin. La mística que emana de la obra de este autor es aplicable a la teoría aquí expuesta.
Espero que la lectura del presente ensayo no deje indiferente los espíritus, haciendo renacer en nosotros ese gusanillo que llevamos dentro y que representa "la búsqueda" de esa "esencia" misteriosa de las cosas que no es más que el Espíritu que alienta y palpita en las mismas.
(Copyright 2002)
La reciente historia del siglo XX con su continua lucha entre corrientes materialistas de diversa índole y las espiritualistas, una vez renacidas, son eso, historia. Por ello, no pretendo justificar, ni disfrazar la presencia evidente del Espíritu en toda nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Su presencia es tan cotidiana, estamos tan inmersos en ella que muchas veces no somos capaces de reconocerla; es como si no quisiéramos encontrarnos de frente con Él, para que nuestros ojos no se crucen con los suyos. ¿Es una muestra de timidez o culpabilidad?
Nuestra propia vida no tendría el más mínimo significado, la más mínima explicación si, siendo totalmente honrados e íntegros, no reconociéramos su evidente presencia. En cualquier caso, la hipótesis de su presencia en la criatura viva es tan plausible como cualquier otra, como poco al mismo nivel que las tildadas pretenciosamente de científicas (no hace falta recordar las críticas, a veces, acérrimas, que han vertido sobre la Ciencia personalidades de su mismo ámbito).
Creo que no es momento de justificaciones, no es momento de sortear convenciones sociales inquisitorias; como acabo de decir, eso ya es historia. El nuevo siglo XXI va a ser moderno por lo menos en esto.
En la presente obra aparece el Espíritu en toda su plenitud. Las ideas de Platón, Schopenhauer, Bergson y el mismo Teilhard de Chardin son precursoras de cuanto se dice a continuación.
En mi obra anterior, "Ciencia, Filosofía, Religión. Una visión armónica", expuse las primeras versiones de la nueva teoría; su refinamiento posterior, singularmente en el plano metafísico, es el móvil de la aparición del presente ensayo.
La teoría presenta la novedad de considerar el acto de creación no limitado en el tiempo, pues es extensivo a todo el espacio temporal. Y esta creación presenta propiedades singulares, quizás difíciles de digerir en el sentido de que la necesaria libertad requiere el retorcimiento del tiempo, en el que el ciclo presente-pasado-futuro se cierra sobre sí mismo. Toda la creación, desde el origen hasta el final, es una totalidad indefectiblemente conectada o unida entre sí, en la que aún lo más insignificante, es absolutamente indispensable para su funcionamiento y su propia existencia; su falta equivaldría al desvanecimiento de todo el conjunto, la pérdida de su sustancia. Esta íntima unión explica el cierre del tiempo: la influencia no sólo de las criaturas del pasado sobre las del futuro, sino, ¡lo que es sorprendente!, la profunda influencia de las criaturas futuras sobre las del pasado. El cómo se produce ello (por supuesto, manteniendo la validez de la ley causa-efecto) tiene cabida respuesta en la teoría.
De todo ello se sigue la importancia de nuestra presencia en el universo (y de todas las demás criaturas vivientes) en orden a la aparición del Ser Supremo. ¡Somos tan importantes para Él como lo es Él para nosotros!
En esta visión el universo, campo de expresión del tiempo, representa el proceso total de creación, de todo, hasta el mismo Dios. El universo con su evolución representa el "parto de Dios".
La forma como se ha articulado el presente libro es eminentemente impulsiva, espontánea, y el mantenimiento de esta espontaneidad ha sido la guía que ha presidido su desarrolo.
En el primer capítulo se hace referencia a las cosmogonías tradicionales más reconocidas, muy resumidas en aras de la sencillez.
A continuación se entra de lleno en las tesis revolucionarias acerca del significado, origen y móvil de la vida, deteniéndonos y tomando partido en la reciente polémica del "gen egoísta".
Una vez establecidos los primeros trazos del meollo de la teoría, se vuelve a hacer un poco de historia de las ideas religiosas que han supuesto tradicionalmente el advenimiento del Espíritu.
El tema religioso nos lleva irremisiblemente al hecho de la muerte, lo que conduce a hacer, de igual modo con brevedad, un poco de historia sobre la mitología acerca de la misma. Se finaliza con un mensaje optimista en relación a su superación.
Por fin, en el último capítulo se aborda la teoría del Bien y del Mal de las religiones tradicionales, sustituyéndola por el Bien y el principio opuesto al que se llama el "dolor de parto".
El Ser Supremo, aparece con un doble aspecto: el del Absoluto, infinito de todos los infinitos, inmutable y fuera del tiempo; y el mitológico, que encierra el mito de la muerte-resurrección, el de la creación-destrucción, y que es el resultado de la transposición del Ser Supremo a las dimensiones finitas del hombre, de la materia, del mismo universo.
El resultado final supone las tres fases vivenciales del Ser: el primigenio, anterior al tiempo; el vital, dentro del tiempo; y el místico, formando parte del cuerpo místico de Dios, una vez superado el tiempo.
Por último se hace hincapié en el parelelismo que parece presentar la teoría con el pensamiento del filósofo Teilhard de Chardin. La mística que emana de la obra de este autor es aplicable a la teoría aquí expuesta.
Espero que la lectura del presente ensayo no deje indiferente los espíritus, haciendo renacer en nosotros ese gusanillo que llevamos dentro y que representa "la búsqueda" de esa "esencia" misteriosa de las cosas que no es más que el Espíritu que alienta y palpita en las mismas.
(Copyright 2002)
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viernes, noviembre 10, 2006
El parto de Dios
Índice de la obra del autor "El parto de Dios" publicada en la publicación Foro Esencia (http://www.publimatic.com/foroesencia) desde el 20002-12-30 al 2003-03-09 (sección "Filosofía"):
INTRODUCCIÓN
1. COSMOGONÍA
2. EL FENÓMENO VITAL
I. La atención: su importancia en la ontogénesis
II. El impulsor de la vida: el "quantum" subjetivo
III.La polémica del gen egoísta
3. LA AVENTURA DEL ESPÍRITU
4. LA MUERTE Y SU SUPERACIÓN
5. METAFÍSICA DEL SER
I. Las tres fases vivenciales del ser
II. El ciclo de muerte y resurrección
III.El opuesto al Bien: el dolor de parto
IV. Los dos aspectos del Ser Supremo
V. A modo de resumen
6. TEILHARD Y LA MÍSTICA
INTRODUCCIÓN
1. COSMOGONÍA
2. EL FENÓMENO VITAL
I. La atención: su importancia en la ontogénesis
II. El impulsor de la vida: el "quantum" subjetivo
III.La polémica del gen egoísta
3. LA AVENTURA DEL ESPÍRITU
4. LA MUERTE Y SU SUPERACIÓN
5. METAFÍSICA DEL SER
I. Las tres fases vivenciales del ser
II. El ciclo de muerte y resurrección
III.El opuesto al Bien: el dolor de parto
IV. Los dos aspectos del Ser Supremo
V. A modo de resumen
6. TEILHARD Y LA MÍSTICA
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Palabras de mi jardín (V)
La semilla ("El Jardinero" -Tagore-):
Una pareja de alfareros, hombre y mujer que un buen día llegó de occidente, trabaja la arcilla. La niña lava cacharros y sartenes en el agua del río. El niño, con la cabeza pelada, lleno de barro su cuerpecito moreno, la va siguiendo un rato y la espera con paciencia junto a la lona, como ella le ha encargado. Y la niña, que ayuda muy seriecita a su madre, regresa con un cántaro rebosante de agua en la cabeza, un caldero en una mano y a su hermano cogido de la otra.
Un día andaba el niño jugando totalmente desnudo. La niña fregaba una olla con arena muy concienzudamente. Un corderito miraba manso la corriente del río. De pronto, se acercó al niño, balando fuerte, y el crío, asustado, se puso a llorar. Soltó su hermana la olla y llegó corriendo. Y con el niño en un brazo y en el otro el corderito, repartía entre los dos sus caricias, uniendo con el lazo de su amor al hijo del animal y al hijo del hombre.
"Esa clase de relación entre animales y hombres"
El Jardín (AAS):
¡Hombre, mira ahí a tu semejante!... Ese animalillo tranquilo, plácido, tumbado ante ti; esos ojos buscando tu mirada y marcando su admiración... En su sosiego, ¡cómo entiende tu ánimo!... ¡Olvida tu ascendencia, mira sólo a tu alrededor, sumérjete en el conjunto!... ¿No percibes el cántico de tu "semejante"? ¿No sientes el latido de su pequeño corazón?... ¿No te es tan familiar como tus propias entrañas?... Él te da la preferencia, pero te pide que cuentes con él... ¡Sólo quiere pertenecer a ese momento, a ese "cuadro" que formas tú y él en ese instante universal!
Una pareja de alfareros, hombre y mujer que un buen día llegó de occidente, trabaja la arcilla. La niña lava cacharros y sartenes en el agua del río. El niño, con la cabeza pelada, lleno de barro su cuerpecito moreno, la va siguiendo un rato y la espera con paciencia junto a la lona, como ella le ha encargado. Y la niña, que ayuda muy seriecita a su madre, regresa con un cántaro rebosante de agua en la cabeza, un caldero en una mano y a su hermano cogido de la otra.
Un día andaba el niño jugando totalmente desnudo. La niña fregaba una olla con arena muy concienzudamente. Un corderito miraba manso la corriente del río. De pronto, se acercó al niño, balando fuerte, y el crío, asustado, se puso a llorar. Soltó su hermana la olla y llegó corriendo. Y con el niño en un brazo y en el otro el corderito, repartía entre los dos sus caricias, uniendo con el lazo de su amor al hijo del animal y al hijo del hombre.
"Esa clase de relación entre animales y hombres"
El Jardín (AAS):
¡Hombre, mira ahí a tu semejante!... Ese animalillo tranquilo, plácido, tumbado ante ti; esos ojos buscando tu mirada y marcando su admiración... En su sosiego, ¡cómo entiende tu ánimo!... ¡Olvida tu ascendencia, mira sólo a tu alrededor, sumérjete en el conjunto!... ¿No percibes el cántico de tu "semejante"? ¿No sientes el latido de su pequeño corazón?... ¿No te es tan familiar como tus propias entrañas?... Él te da la preferencia, pero te pide que cuentes con él... ¡Sólo quiere pertenecer a ese momento, a ese "cuadro" que formas tú y él en ese instante universal!
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Poesía
sábado, noviembre 04, 2006
Palabras de mi jardín (IV)
La semilla (El jardinero -Tagore-):
"Me encuentro ansioso y tengo sed de cosas remotas; el alma se me esponja con el deseo de alcanzar por fin una serie de objetos lejanos que se pierden allá entre la bruma. Tu flauta me llama metiéndose en el fondo de mi alma, oh más allá sin nombre, y no me acuerdo de que no tendo alas y de que estoy eternamente preso en este calabozo.
Me muevo inquieto e insomme; soy como un extranjero en un país muy lejos del suyo. Me llega susurrante tu voz, en un idioma que mi alma reconoce suyo como una esperanza imposible de lograr. Tu flauta me llama penetrante, oh secreto lejano, y no me acuerdo de que no conozco el camino, de que no tengo al lado un caballo con alas.
Ando sin ganas, voy dando vueltas a mi propio corazón. En medio de la niebla que el sol empieza a penetrar, en las horas cansadas, ¡qué inmenso te veo contra el azul del cielo! Tu flauta me llama penetrante, oh último día, y me olvido de que la casa que habito tiene siempre sus puertas cerradas."
"La ilusión y la guía están más allá, en lo lejano y misterioso: ¡El Espíritu!"
El jardín:
¡Cuán lejano, cuán cercano aparece ese Espíritu que buscamos!
¡Qué difícil es buscar Aquello y qué fácil encontrarlo cuando no lo buscamos!
En cuanto lejano, es obra del entendimiento; lo cercano es pura clarividencia.
¡Qué inquietud se apodera de nuestra alma ante esa infructuosa búsqueda! ¡Qué alegría, qué sobresalto produce "el encuentro", esos pequeños retazos del Espíritu que se nos hacen evidentes!
¡Y es que tu "encanto" aparece en la niebla, nos inunda el alma, y el no encontrarle entristece y aja nuestro sufrido espíritu!
¡Cuánto desearía nuestra alma abandonar su viejo ropaje, y con "nuevas alas" remontarse hacia Ti en un viaje sin límite!
"Me encuentro ansioso y tengo sed de cosas remotas; el alma se me esponja con el deseo de alcanzar por fin una serie de objetos lejanos que se pierden allá entre la bruma. Tu flauta me llama metiéndose en el fondo de mi alma, oh más allá sin nombre, y no me acuerdo de que no tendo alas y de que estoy eternamente preso en este calabozo.
Me muevo inquieto e insomme; soy como un extranjero en un país muy lejos del suyo. Me llega susurrante tu voz, en un idioma que mi alma reconoce suyo como una esperanza imposible de lograr. Tu flauta me llama penetrante, oh secreto lejano, y no me acuerdo de que no conozco el camino, de que no tengo al lado un caballo con alas.
Ando sin ganas, voy dando vueltas a mi propio corazón. En medio de la niebla que el sol empieza a penetrar, en las horas cansadas, ¡qué inmenso te veo contra el azul del cielo! Tu flauta me llama penetrante, oh último día, y me olvido de que la casa que habito tiene siempre sus puertas cerradas."
"La ilusión y la guía están más allá, en lo lejano y misterioso: ¡El Espíritu!"
El jardín:
¡Cuán lejano, cuán cercano aparece ese Espíritu que buscamos!
¡Qué difícil es buscar Aquello y qué fácil encontrarlo cuando no lo buscamos!
En cuanto lejano, es obra del entendimiento; lo cercano es pura clarividencia.
¡Qué inquietud se apodera de nuestra alma ante esa infructuosa búsqueda! ¡Qué alegría, qué sobresalto produce "el encuentro", esos pequeños retazos del Espíritu que se nos hacen evidentes!
¡Y es que tu "encanto" aparece en la niebla, nos inunda el alma, y el no encontrarle entristece y aja nuestro sufrido espíritu!
¡Cuánto desearía nuestra alma abandonar su viejo ropaje, y con "nuevas alas" remontarse hacia Ti en un viaje sin límite!
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Poesía
jueves, noviembre 02, 2006
Palabras de mi jardín (III)
La semilla (El jardinero -Tagore):
"Escúchame, tú, a quien no conozco pero que lees estos versos míos con cien años ya de existencia. No puedo regalarte ni una flor de entre todas las que prodiga la primavera, ni una luz tan sólo de estas nubes doradas. Pero abre tus puertas y mira; recoge de entre las flores de tu jardín el perfumado recuerdo de las flores que se marchitaron ¡hace ya cien años!
¡Ojalá consigas sentir en el gozo de tu corazón la alegría viva que te envío esta mañana de abril, a través de cien años, perfumando estos cantos dichosos!"
"Los sentimientos, memoria de la naturaleza"
El jardín:
Huellas de todo lo que "vive, vivió y vivirá", ¡qué claras y relucientes aparecéis ante mis ojos! ¡Qué ajenas al tiempo os encontráis! ¡Tan borrosas al alma incrédula sois, tan inservibles que ni mi espíritu inflamado en evidencia logra espabilar esa indiferencia!
Y vosotras almas insensibles, ¡abrid siquiera una rendija en vuestro cerrazón, sea por curiosidad! ¡Dad una posibilidad a vuestro espíritu para que empiece a entender el lenguje profundo del entorno, los mensajes de incomprendidas almas que os buscan!
"Escúchame, tú, a quien no conozco pero que lees estos versos míos con cien años ya de existencia. No puedo regalarte ni una flor de entre todas las que prodiga la primavera, ni una luz tan sólo de estas nubes doradas. Pero abre tus puertas y mira; recoge de entre las flores de tu jardín el perfumado recuerdo de las flores que se marchitaron ¡hace ya cien años!
¡Ojalá consigas sentir en el gozo de tu corazón la alegría viva que te envío esta mañana de abril, a través de cien años, perfumando estos cantos dichosos!"
"Los sentimientos, memoria de la naturaleza"
El jardín:
Huellas de todo lo que "vive, vivió y vivirá", ¡qué claras y relucientes aparecéis ante mis ojos! ¡Qué ajenas al tiempo os encontráis! ¡Tan borrosas al alma incrédula sois, tan inservibles que ni mi espíritu inflamado en evidencia logra espabilar esa indiferencia!
Y vosotras almas insensibles, ¡abrid siquiera una rendija en vuestro cerrazón, sea por curiosidad! ¡Dad una posibilidad a vuestro espíritu para que empiece a entender el lenguje profundo del entorno, los mensajes de incomprendidas almas que os buscan!
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Poesía
martes, octubre 31, 2006
Palabras de mi jardín (II)
La semilla (El jardinero -Tagore):
"Muy delgado, enmarañado y empolvado su rojizo pelo, la boca hundida, dormida el alma, y un ardor en los ojos como la luz de la luciérgana que quiere emparejarse, el loco buscaba la piedra de toque.
El mar inabarcable rugía delante de él. Las olas hablaban sin cansarse de sus tesoros sumergidos, riéndose de su ignorancia por no comprenderlas. Tal vez apenas tenía que esperar, pero no se echaba a reposar porque su vida era sólo búsqueda.
Al igual que los mares tratan de abrazar sin descanso el cielo inaccesible; al igual que los astros trazan círculos eternos en pos de una desconocida meta, el loco, sudoroso su rojizo cabello, vagaba por la desierta playa buscando la piedra de toque.
Un día un niño del pueblo le dijo: "¿Quien te ha dado esa cadena de oro que luces en el cinto?" El loco se miró sobresaltado. ¡Su cadena de hierro era de oro! No soñaba, pero no recordaba el camino. Y, disgustado, se golpeaba la frente tratando de acordarse. ¿Dónde habría encontrado la piedra, sin haberlo sabido? Tenía lacostumbre de coger piedrecitas, tocar con ellas la cadena, y volverlas a tirar, sin reparar si el hierro se convertía en oro. Así, había encontrado la piedra de toque y la había vuelto a perder. Descendía el sol dorando el cielo todo. El loco comenzó a desandar lo que había andado, en pos del tesoro perdido, cansado, mirando el suelo, con el alma en la tierra, como un árbol que hubieran arrancado de raíz."
"La vida sólo como búsqueda"
El Jardín:
Gozosa búsqueda del tesoro del Espíritu escurridizo y misterioso. Ese afán nuestro en buscar el camino, ¿no distrae, quizás, su destino?... Ese anhelo en pos de la llama, gozoso en sí, no debiera distraer la vigilia, la apertura del alma a su influjo... ¡No es la meta, ni el sino del hombre el camino que trazan sus pasos!...
El Espíritu elige el momento... ¡Él se acerca en silencio a ese encuentro!
¡Aguza el sentido, alma inquieta, estate atenta y abierta a la irrupción del Espíritu en ti!... Mansas, humildes, moradas confortables, tales son las "cuentas" de Dios nuestro Señor.
"Muy delgado, enmarañado y empolvado su rojizo pelo, la boca hundida, dormida el alma, y un ardor en los ojos como la luz de la luciérgana que quiere emparejarse, el loco buscaba la piedra de toque.
El mar inabarcable rugía delante de él. Las olas hablaban sin cansarse de sus tesoros sumergidos, riéndose de su ignorancia por no comprenderlas. Tal vez apenas tenía que esperar, pero no se echaba a reposar porque su vida era sólo búsqueda.
Al igual que los mares tratan de abrazar sin descanso el cielo inaccesible; al igual que los astros trazan círculos eternos en pos de una desconocida meta, el loco, sudoroso su rojizo cabello, vagaba por la desierta playa buscando la piedra de toque.
Un día un niño del pueblo le dijo: "¿Quien te ha dado esa cadena de oro que luces en el cinto?" El loco se miró sobresaltado. ¡Su cadena de hierro era de oro! No soñaba, pero no recordaba el camino. Y, disgustado, se golpeaba la frente tratando de acordarse. ¿Dónde habría encontrado la piedra, sin haberlo sabido? Tenía lacostumbre de coger piedrecitas, tocar con ellas la cadena, y volverlas a tirar, sin reparar si el hierro se convertía en oro. Así, había encontrado la piedra de toque y la había vuelto a perder. Descendía el sol dorando el cielo todo. El loco comenzó a desandar lo que había andado, en pos del tesoro perdido, cansado, mirando el suelo, con el alma en la tierra, como un árbol que hubieran arrancado de raíz."
"La vida sólo como búsqueda"
El Jardín:
Gozosa búsqueda del tesoro del Espíritu escurridizo y misterioso. Ese afán nuestro en buscar el camino, ¿no distrae, quizás, su destino?... Ese anhelo en pos de la llama, gozoso en sí, no debiera distraer la vigilia, la apertura del alma a su influjo... ¡No es la meta, ni el sino del hombre el camino que trazan sus pasos!...
El Espíritu elige el momento... ¡Él se acerca en silencio a ese encuentro!
¡Aguza el sentido, alma inquieta, estate atenta y abierta a la irrupción del Espíritu en ti!... Mansas, humildes, moradas confortables, tales son las "cuentas" de Dios nuestro Señor.
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Poesía
domingo, octubre 29, 2006
Palabras de mi jardín (I)
La semilla (Tagore-El jardinero):
Me interrogan muy tristes tus ojos tratando de penetrar en mis sentimietos como hace la luna en los mares.
He desnudado mi vida ante ti sin ocultar cosa alguna ni quedarme con nada. Esta es la razón de que no me conozcas. Si no fuera más que una alhaja, me podrías partir en pedacitos y hacerte un collar. Si no fuera más que una bella y diminuta florecita me podrías arrancar para adornar tu cabeza. Pero, amor mío, ¿dónde se encuentran los límites de mi corazón?
Aunque seas mi emperatriz no conoces bien mi país. Si sólo se tratara de un instante de gozo, estallaría en una sorrisa espontánea y tú la verías y la entenderías al punto. Si sólo se tratase de una pena, se traduciría en un llanto amargo y verías lo más profundo de su secreto, aunque no dijese nada. Pero se trata del amor. Su pena y su gozo son ilimitados; una catarata inmensa de ansias y tesoros. Tu propia vida no está tan próxima a mí como lo está él, y, sin embargo, nunca llegarás a entenderlo plenamente.
El jardín:
Argamasa del Todo infinito, del Espíritu que anida en las entrañas, sustancia indefinible de la esencia, misterio encerrado en la dulce palabra universal del amor, ¿dónde encontrarás límites al mismo?, ¿cuándo acaba el tiempo de su influencia?, ¿qué recinto es capaz de encerrarlo?, ¿qué murallas refrenan su asalto?... ¡El Universo todo es su campo, nuestras almas sumideros insaciables!... ¡Su influjo eleva nuestros espíritus en unificada comunión!
Lumen divino, ese amor cegador; claro como el agua límpida... ¡Tan familiar, tan evidente, tan fuera de nuestro entendimiento!
Me interrogan muy tristes tus ojos tratando de penetrar en mis sentimietos como hace la luna en los mares.
He desnudado mi vida ante ti sin ocultar cosa alguna ni quedarme con nada. Esta es la razón de que no me conozcas. Si no fuera más que una alhaja, me podrías partir en pedacitos y hacerte un collar. Si no fuera más que una bella y diminuta florecita me podrías arrancar para adornar tu cabeza. Pero, amor mío, ¿dónde se encuentran los límites de mi corazón?
Aunque seas mi emperatriz no conoces bien mi país. Si sólo se tratara de un instante de gozo, estallaría en una sorrisa espontánea y tú la verías y la entenderías al punto. Si sólo se tratase de una pena, se traduciría en un llanto amargo y verías lo más profundo de su secreto, aunque no dijese nada. Pero se trata del amor. Su pena y su gozo son ilimitados; una catarata inmensa de ansias y tesoros. Tu propia vida no está tan próxima a mí como lo está él, y, sin embargo, nunca llegarás a entenderlo plenamente.
El jardín:
Argamasa del Todo infinito, del Espíritu que anida en las entrañas, sustancia indefinible de la esencia, misterio encerrado en la dulce palabra universal del amor, ¿dónde encontrarás límites al mismo?, ¿cuándo acaba el tiempo de su influencia?, ¿qué recinto es capaz de encerrarlo?, ¿qué murallas refrenan su asalto?... ¡El Universo todo es su campo, nuestras almas sumideros insaciables!... ¡Su influjo eleva nuestros espíritus en unificada comunión!
Lumen divino, ese amor cegador; claro como el agua límpida... ¡Tan familiar, tan evidente, tan fuera de nuestro entendimiento!
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Poesía
viernes, octubre 27, 2006
¿Enigma prehistórico?
¿Qué podría ser esta enorme roca situada muy cerca del embalse "menor" de Peguerinos (Ávila)? Si alguno de vosotros tiene conocimientos técnicos de prehistoria y quiere estudiar la roca le enseñaría donde está situada. ¿No aparenta un elefante?
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Historia
martes, octubre 24, 2006
Ser y vida
"A la vida podríamos ponerle un apellido evidente, "terrestre". Y es que no conocemos otra vida que la observada en nuestro planeta Tierra. Ir más allá de esta evidencia es simplemente una especulación.
Nuestro trabajo no se refiere únicamente a la vida; menos a laterrestre conocida. Va más allá, hasta el mismo Ser que la hace posible en su "enmarque" en nuestro universo.
A decir verdad, la evidencia de la "vida a secas" que observamos a nuestro alrededor ha sido la catapulta que nos ha llevado al Ser con mayúsculas. Su extrapolación ha hecho posible la "adivinación" del Ser, a nuestro entender, iluminando el universo todo, permitiendo configurar, en lo que podemos entrever, nuestra posición o la de nuestra especie entre esos grande polos que son la Nada y el inefable infinito.
La obra nunca deja a un lado los planteamientos científicos; es más, pretende desde esa base "construir" el Ser. Ahora bien, reclamamos, casi precisamos, una ampliación del horizonte de la ciencia (nuestra crítica va en esa dirección), para que pueda sernos útil en la ardua tarea de alcanzar el Ser.
El Ser rebasa esa misma ciencia, por eso debemos introducirnos en la filosofía si queremos llegar a comprenderlo, o al menos intuirlo. Y es preciso tensar al máximo nuestra intuición para poder progresar en este mundo tan deconocido, aunque, eso sí, presentido. Habría que decir aquí que la intuición no es una "vía falsa", anticuada o poco fiable, en la investigación de estos hechos. Nosotros reivindicamos, de nuevo, el papel de esa intuición. Es más, creemos que todo descubrimiento realmente importante y significativo de la Humanidad, a los que no es ajena la creatividad, siempre ha provenido de la intuición, y añadimos la calificación de "la verdadera intuición", que no es más que "aquella distensión de la inteligencia en pos de una superación del mismo conocimiento, en una búsqueda que utiliza las fibras más intuitivas de nuestra sensibilidad".
Tambié, volvemos a proponer (ya lo hicimos en obras anteriores) la vía subjetiva, la interioridad (a la que la intuición no le es ajena), en el descubrimiento, afianzamiento y desarrollo de ese Ser.
Al fin y al cabo, aparte de una búsqueda y sustitución de unos objetos por otros en este mundo nuestro, en nuestra vida, una búsqueda inacabable que sustancialmente en el orden ontológico no conduce a mucho, sólo queda el camino que va en dirección de nosotros mismos, hacia nuestro interior, lo cual nos produce una íntima satisfacción: verdaderamente nos hace felices.
Y siguiendo las premisas anteriores, los capítulos de la presente obra comienzan con un somero estudio de psicología y ciencia en lo que se refiere exclusivamente al tema, con el fin de una puesta en situación, o mejor, como referencia para lo que se quiere expresar a continuación. Se advierte un cierto tono de protesta y crítica ante la ciencia ortodoxa, que tiene la intención de servir de revulsivo para la rotura de las perspectivas cicateras, incapaces de superar las barreras que nos impiden la ampliación del horizonte preciso para abarcar todo el significado del Ser. Esa ampliación de horizontes se adivina en las nuevas perspectivas que suponen los paradigmas emergentes.
El estudio de la emoción, desde un clásico como Sartre, nos sirve de introducción al papel que intuimos de la misma en la formación del Ser.
A continuación, el fondo de nuestros planteaminetos acerca del Ser, ya esbozados en su mayor parte en obras anteriores, aparece dentro del capítulo "El agregado sensación-información".
Una corroboración del papel de la emoción y el sentimiento en las demás criaturas vivientes, a imagen del ser humano, como constituyentes básicos del ser vivo, ocupa el siguiente capítulo.
Por último, se apuntan de forma muy ligera una vías clásicas para llegar al conocimiento de nuestro propio Ser, que no son otras que la meditación, y en su excelencia: la mística. Por supuesto, cada uno es su camino, su propia vía, pues el universo "da vueltas" ¡alrededor de ti!"
Copia del prólogo de la obra "El ser y la vida". (Ver vínculo del título)
Nuestro trabajo no se refiere únicamente a la vida; menos a laterrestre conocida. Va más allá, hasta el mismo Ser que la hace posible en su "enmarque" en nuestro universo.
A decir verdad, la evidencia de la "vida a secas" que observamos a nuestro alrededor ha sido la catapulta que nos ha llevado al Ser con mayúsculas. Su extrapolación ha hecho posible la "adivinación" del Ser, a nuestro entender, iluminando el universo todo, permitiendo configurar, en lo que podemos entrever, nuestra posición o la de nuestra especie entre esos grande polos que son la Nada y el inefable infinito.
La obra nunca deja a un lado los planteamientos científicos; es más, pretende desde esa base "construir" el Ser. Ahora bien, reclamamos, casi precisamos, una ampliación del horizonte de la ciencia (nuestra crítica va en esa dirección), para que pueda sernos útil en la ardua tarea de alcanzar el Ser.
El Ser rebasa esa misma ciencia, por eso debemos introducirnos en la filosofía si queremos llegar a comprenderlo, o al menos intuirlo. Y es preciso tensar al máximo nuestra intuición para poder progresar en este mundo tan deconocido, aunque, eso sí, presentido. Habría que decir aquí que la intuición no es una "vía falsa", anticuada o poco fiable, en la investigación de estos hechos. Nosotros reivindicamos, de nuevo, el papel de esa intuición. Es más, creemos que todo descubrimiento realmente importante y significativo de la Humanidad, a los que no es ajena la creatividad, siempre ha provenido de la intuición, y añadimos la calificación de "la verdadera intuición", que no es más que "aquella distensión de la inteligencia en pos de una superación del mismo conocimiento, en una búsqueda que utiliza las fibras más intuitivas de nuestra sensibilidad".
Tambié, volvemos a proponer (ya lo hicimos en obras anteriores) la vía subjetiva, la interioridad (a la que la intuición no le es ajena), en el descubrimiento, afianzamiento y desarrollo de ese Ser.
Al fin y al cabo, aparte de una búsqueda y sustitución de unos objetos por otros en este mundo nuestro, en nuestra vida, una búsqueda inacabable que sustancialmente en el orden ontológico no conduce a mucho, sólo queda el camino que va en dirección de nosotros mismos, hacia nuestro interior, lo cual nos produce una íntima satisfacción: verdaderamente nos hace felices.
Y siguiendo las premisas anteriores, los capítulos de la presente obra comienzan con un somero estudio de psicología y ciencia en lo que se refiere exclusivamente al tema, con el fin de una puesta en situación, o mejor, como referencia para lo que se quiere expresar a continuación. Se advierte un cierto tono de protesta y crítica ante la ciencia ortodoxa, que tiene la intención de servir de revulsivo para la rotura de las perspectivas cicateras, incapaces de superar las barreras que nos impiden la ampliación del horizonte preciso para abarcar todo el significado del Ser. Esa ampliación de horizontes se adivina en las nuevas perspectivas que suponen los paradigmas emergentes.
El estudio de la emoción, desde un clásico como Sartre, nos sirve de introducción al papel que intuimos de la misma en la formación del Ser.
A continuación, el fondo de nuestros planteaminetos acerca del Ser, ya esbozados en su mayor parte en obras anteriores, aparece dentro del capítulo "El agregado sensación-información".
Una corroboración del papel de la emoción y el sentimiento en las demás criaturas vivientes, a imagen del ser humano, como constituyentes básicos del ser vivo, ocupa el siguiente capítulo.
Por último, se apuntan de forma muy ligera una vías clásicas para llegar al conocimiento de nuestro propio Ser, que no son otras que la meditación, y en su excelencia: la mística. Por supuesto, cada uno es su camino, su propia vía, pues el universo "da vueltas" ¡alrededor de ti!"
Copia del prólogo de la obra "El ser y la vida". (Ver vínculo del título)
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Vida
miércoles, octubre 18, 2006
Peguerinos (Sierra de Guadarrama)
http://www.publimatic.com/peguerinos
Aquí tenéis una imagen del pantano de Cañada Mojada del pueblo de Peguerinos donde residimos gran parte del año. En la Web se encuentran datos muy interesantes para hacer excursiones o simplemente hacer un turismo más ecológico. Espero que os guste.
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naturaleza
lunes, octubre 16, 2006
Materia y energía oscura
Ahora que está tan en el candelero la formidable incógnita de la materia y la energía oscura (y no me estoy refiriendo a La guerra de las Galaxias), aquí teneis el esbozo de una nueva teoría cósmica titulada "Modelo cíclico del universo negativo". (Nuestro Universo II)
(http://www.biblopia.com/fichadirecta.php?j=221)
(http://www.biblopia.com/fichadirecta.php?j=221)
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física
sábado, octubre 14, 2006
Nada y Dios
"¡Amanece hermano!... Hubo un mundo por descubrir. El hombre luchó por su supervivencia, al igual que sus compañeros de fatiga, ahora sus mascotas... ¡Has conquistado el mundo!... ¡Ahora que es tuyo, humanidad, que no sea tu tumba!... Ese mundo se mueve, se transforma, y tú tienes mucho que ver, pues es tu morada...
El mundo no se creó un buen día para siempre. El mundo es sostenido, se crea a cada momento y, ¿quién lo crea?... ¡Ahí estás tú!... ¡Y tú, hombre, no eres idiferente a él! Ya conoces que tú y él tenéis el mismo destino. La inteligencia vino a tu cerebro. ¡Eres la cúspide del consciente entendimiento de ese universo, y éste no puede perderse, pues te arrastraría consigo!... Y tu puedes crear, ¡necesitas crear!... ¡Es ya una responsabilidad!... Y en esa labor, de siempre, no estás solo... ¡Una vez más, tú y Dios volvéis a encontraros!... ¡Eres la fuerza co-creadora!... Y lo sabes hoy... Nunca ya disfrutarás del privilegio de la inocencia de tus antiguos camaradas vivientes... Te han aparecido alas, y vuelas ya más alto que los pájaros... Andas allá arriba, donde sólo habitaba el Ser, y como Él te toca crear... Y como Él, ante la formidable misión, tan sólo te queda un camino... ¡Asciende!, ¡asciende!... Te abre camino tu Dios... ¡No hay tiempo a mirar atrás! ¡Prosigue!... Tanto y tanto ascenderás que, ¿dónde quedó el mal?... ¡Lo hubo algún tiempo, es cierto!... Pero qúe importa ya eso, ¡hay tanto que crear!... Además, mis anhelos tan sólo ansían ya a mi Señor... ¿Dónde quedó el mal?... ¡Tú y yo lo arrinconamos, hermano!... Fue ya hace mucho tiempo... ¿Quién lo sabe hoy?... Por cierto, ¿y quién lo quiere?... ¿Sirvió para algo?... ¡Nuestro oficio ya es crear!... Nuestro único sustento, el Amor... El Paraíso es una gran labor, ¡crece y crece!, ¡no cansa!... Lo sabemos porque ocupa todo nuestro tiempo... Lo sentimos porque nuestro corazón ríe más y más, y ¡no se cansa!"
De la obra "Nada y Dios. Apuntes para una teología" (http://books.lulu.com/content/543948)
El mundo no se creó un buen día para siempre. El mundo es sostenido, se crea a cada momento y, ¿quién lo crea?... ¡Ahí estás tú!... ¡Y tú, hombre, no eres idiferente a él! Ya conoces que tú y él tenéis el mismo destino. La inteligencia vino a tu cerebro. ¡Eres la cúspide del consciente entendimiento de ese universo, y éste no puede perderse, pues te arrastraría consigo!... Y tu puedes crear, ¡necesitas crear!... ¡Es ya una responsabilidad!... Y en esa labor, de siempre, no estás solo... ¡Una vez más, tú y Dios volvéis a encontraros!... ¡Eres la fuerza co-creadora!... Y lo sabes hoy... Nunca ya disfrutarás del privilegio de la inocencia de tus antiguos camaradas vivientes... Te han aparecido alas, y vuelas ya más alto que los pájaros... Andas allá arriba, donde sólo habitaba el Ser, y como Él te toca crear... Y como Él, ante la formidable misión, tan sólo te queda un camino... ¡Asciende!, ¡asciende!... Te abre camino tu Dios... ¡No hay tiempo a mirar atrás! ¡Prosigue!... Tanto y tanto ascenderás que, ¿dónde quedó el mal?... ¡Lo hubo algún tiempo, es cierto!... Pero qúe importa ya eso, ¡hay tanto que crear!... Además, mis anhelos tan sólo ansían ya a mi Señor... ¿Dónde quedó el mal?... ¡Tú y yo lo arrinconamos, hermano!... Fue ya hace mucho tiempo... ¿Quién lo sabe hoy?... Por cierto, ¿y quién lo quiere?... ¿Sirvió para algo?... ¡Nuestro oficio ya es crear!... Nuestro único sustento, el Amor... El Paraíso es una gran labor, ¡crece y crece!, ¡no cansa!... Lo sabemos porque ocupa todo nuestro tiempo... Lo sentimos porque nuestro corazón ríe más y más, y ¡no se cansa!"
De la obra "Nada y Dios. Apuntes para una teología" (http://books.lulu.com/content/543948)
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metafísica
martes, octubre 10, 2006
Foro Esencia
El cierre del círculo. (http://www.biblopia.com/fichadirecta.php?j=104)
"La nueva fe y creencias no emanan de una "supuesta divinidad" o ser superior", en dirección de arriba a abajo (teleología)... El camino es justamente el contrario, de abajo a arriba. Nace de la poesía, de la intuición del alma humana que se "eleva hacia el Ser" (¿esa divinidad?)... Esta nueva religión es una creación del hombre (¿el superhombre nietzschiano?).
Hemos encontrado, entonces, una vía, un arma que nos posibilita la construcción de una nueva "religión", que ya no es tal sino una simbiosis (identificación en colaboración) de ciencia, filosofía y religión. ¿Es, pues, el marco la filosofía, la ciencia, o tal vez la religión?... No, su propio marco es el último de cada uno de los tres (va más allá de cada uno de ellos por separado), que allí (en su propio lugar) aparecen unificados.
Y con esta última idea motriz tenemos ante nosotros un "atractor", un elemento (luz) sobre el que se va clarificando, y a la vez, relativizando, los distintos acervos de cada uno de los tres ámbitos: filosofía, ciencia y religión. Se establece un orden, por consiguiente, en cada uno de ellos que, entonces, traslucen complementariedad, colaboración... La diversidad no es ya contradicción, enfrentamiento; se remueven los cimientos, creándose un nuevo edificio perfectamente armónico... El Ser es, en definitiva, el "atractor" que lo hace posible".
Los párrafos anteriores pertenecen a la obra "El cierre del círculo" que puede ser consultada libremente en la dirección anterior.
En la obra se reivindica la importancia de la poesía y la intuición. Se invita a encontrar el Ser en la pura materia, en nosotros mismos. Se hace un repaso por la mística sufí, del Santo de Ávila, etc. En resumen, estamos ante un verdadero tratado sobre el Ser.
"La nueva fe y creencias no emanan de una "supuesta divinidad" o ser superior", en dirección de arriba a abajo (teleología)... El camino es justamente el contrario, de abajo a arriba. Nace de la poesía, de la intuición del alma humana que se "eleva hacia el Ser" (¿esa divinidad?)... Esta nueva religión es una creación del hombre (¿el superhombre nietzschiano?).
Hemos encontrado, entonces, una vía, un arma que nos posibilita la construcción de una nueva "religión", que ya no es tal sino una simbiosis (identificación en colaboración) de ciencia, filosofía y religión. ¿Es, pues, el marco la filosofía, la ciencia, o tal vez la religión?... No, su propio marco es el último de cada uno de los tres (va más allá de cada uno de ellos por separado), que allí (en su propio lugar) aparecen unificados.
Y con esta última idea motriz tenemos ante nosotros un "atractor", un elemento (luz) sobre el que se va clarificando, y a la vez, relativizando, los distintos acervos de cada uno de los tres ámbitos: filosofía, ciencia y religión. Se establece un orden, por consiguiente, en cada uno de ellos que, entonces, traslucen complementariedad, colaboración... La diversidad no es ya contradicción, enfrentamiento; se remueven los cimientos, creándose un nuevo edificio perfectamente armónico... El Ser es, en definitiva, el "atractor" que lo hace posible".
Los párrafos anteriores pertenecen a la obra "El cierre del círculo" que puede ser consultada libremente en la dirección anterior.
En la obra se reivindica la importancia de la poesía y la intuición. Se invita a encontrar el Ser en la pura materia, en nosotros mismos. Se hace un repaso por la mística sufí, del Santo de Ávila, etc. En resumen, estamos ante un verdadero tratado sobre el Ser.
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filosofía
lunes, octubre 09, 2006
domingo, octubre 08, 2006
CIENCIA Y FILOSOFÍA
Como dije en un principio este Blog se inscribe en el entorno de la publicación Foro Esencia (http://www.publimatic.com/foroesencia) de Filosofía y Ciencia. Hay que aclarar que la publicación no se circunscribe a una filosofía de la Ciencia, sino que entran por igual tanto la Ciencia como la Filosofía. Evidentemente la Ciencia encierra en sí una cierta filosofía, mas este no es el caso, pues aquí se incluye una visión de la Filosofía amplia, que no es necesariamente la que acompaña a aquella Ciencia. Aún así, dicho lo anterior, sí se procura una posible armonización entre la Filosofía y la Ciencia, aunque aclarando enfáticamente una vez más que la publicación Foro Esencia NO TRATA DE LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA.
jueves, septiembre 21, 2006
Ciencia y meditación
Segundo comentario al iniciar el Blog. Pongo a vuestra disposición una obra de conocimiento riguroso de la meditación desde el punto de vista científico, "Ciencia y meditación", y se refiere al desarrollo de la autoconsciencia. (Ver la publicación Foro Esencia -anuncio de "elparnaso.com")
Etiquetas:
filosofía
lunes, septiembre 18, 2006
Empieza la odisea
Empezamos la odisea al apuntarnos a la marea del Blog. Esta es la continuidad de Foro Esencia (http://www.publimatic.com/foroesencia).
Saludos para los que lo lean.
Saludos para los que lo lean.
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