sábado, noviembre 04, 2006

Palabras de mi jardín (IV)

La semilla (El jardinero -Tagore-):

"Me encuentro ansioso y tengo sed de cosas remotas; el alma se me esponja con el deseo de alcanzar por fin una serie de objetos lejanos que se pierden allá entre la bruma. Tu flauta me llama metiéndose en el fondo de mi alma, oh más allá sin nombre, y no me acuerdo de que no tendo alas y de que estoy eternamente preso en este calabozo.
Me muevo inquieto e insomme; soy como un extranjero en un país muy lejos del suyo. Me llega susurrante tu voz, en un idioma que mi alma reconoce suyo como una esperanza imposible de lograr. Tu flauta me llama penetrante, oh secreto lejano, y no me acuerdo de que no conozco el camino, de que no tengo al lado un caballo con alas.
Ando sin ganas, voy dando vueltas a mi propio corazón. En medio de la niebla que el sol empieza a penetrar, en las horas cansadas, ¡qué inmenso te veo contra el azul del cielo! Tu flauta me llama penetrante, oh último día, y me olvido de que la casa que habito tiene siempre sus puertas cerradas."


"La ilusión y la guía están más allá, en lo lejano y misterioso: ¡El Espíritu!"

El jardín:

¡Cuán lejano, cuán cercano aparece ese Espíritu que buscamos!
¡Qué difícil es buscar Aquello y qué fácil encontrarlo cuando no lo buscamos!
En cuanto lejano, es obra del entendimiento; lo cercano es pura clarividencia.
¡Qué inquietud se apodera de nuestra alma ante esa infructuosa búsqueda! ¡Qué alegría, qué sobresalto produce "el encuentro", esos pequeños retazos del Espíritu que se nos hacen evidentes!
¡Y es que tu "encanto" aparece en la niebla, nos inunda el alma, y el no encontrarle entristece y aja nuestro sufrido espíritu!
¡Cuánto desearía nuestra alma abandonar su viejo ropaje, y con "nuevas alas" remontarse hacia Ti en un viaje sin límite!