martes, septiembre 09, 2025

La "Presencia" y la "durée" de Bergson

Siempre me sedujo el concepto de "durée" de Henry Bergson, por diversos motivos, aún contra la opinión de no pocos críticos que advirtieron en él ciertos matices casi metafísicos que no eran del agrado del puro científico amante y defensor a ultranza de consabido paradigma de la "prueba y error". Suscribo nuevamente, uno por uno, todos los puntos que aparecen en mi articulo de este Blog titulado "El problema de la unidad, de la individualidad biológica" , así que no voy a repetirme. Tampoco está de más releer, también, el artículo: "Mecanismo o metafísica (MoM) de la sensación".

El concepto de historicidad de Heidegger se acercaría más a la idea de la "durée" de Bergson, pues para ella todos los instantes son necesarios e imprescindibles, sin dar una importancia crucial al instante del presente actual. Lo que cuenta es la vida completa del individuo, su impronta vital en el universo, la vivencia completa de una vida, la "trascendencia que cabalga sobre el presente". Ver al respecto el artículo del Blog "elimperiodelaverdad" titulado: "¡Trascender el presente!".

Pero, ¿Cómo comulgar el sí-mismo, el sentimiento esencial de la propia naturaleza (unicidad, individualidad), es decir, esa sensación de continuidad íntima, con la continua renovación de todas nuestras células componentes a lo largo del tiempo, o sea, cuando externamente -signos- , su variabilidad, parece apuntar en sentido contrario?

Se me ocurre que la única forma de que lo variable (presentes de cada momento) pueda "compaginarse" en una "especie de continuidad" (historicidad de Heidegger, el sí-mismo de la durée, la unicidad o individualidad), es que aquellos pasados (presentes de cada momento) no sean los mismos pasados percibidos por el "yo", o el sí-mismo; los primeros serían los objetivos, externos o percibidos por los observadores externos al propio individuo; los segundos podríamos denominarlos subjetivos, pues corresponden a lo percibido desde el interior del individuo, de la criatura.

Los observadores externos pueden percibir los matices de cada cual (en cada uno de los presentes), pero son susceptibles de un estudio puramente científico o experimental, y es el verdadero dominio de la ciencia.

Los pasados subjetivos del instante presente de cada criatura, que son los presentes teóricos de cada momento anterior, en verdad son "construidos" por el propio yo. Me explicaré. Precisamente el presente actual, para que no haya posible equivocación, voy a denominarle "Presencia". Pues bien, la Presencia se considera a sí misma el Presente, y todos los instantes anteriores percibidos son "su" pasado, sus distintos "momentos" pasados, que teóricamente coincidirían con cada "presente" anterior. Pero, bien, sabemos que esos "presentes" pasados no se corresponden milimétricamente con los pasados correspondientes u "objetivos" advertidos por observadores externos. Todo es debido a los "fallos", mejor, "cambios" que sufre nuestra memoria a lo largo del tiempo. Sabemos, por ejemplo, de la extrañeza que se nos presenta ante nuestros ojos al volver a ver un escenario del pasado que guardamos en nuestra memoria: resulta que, a veces, casi ni se parecen.

Pues bien, creo que todos los razonamientos de Bergson al establecer la "durée", tienen que ver con estos "pasados" subjetivos del propio yo. Si tomamos como "presentes constituyentes", o elementos de la durée tales pasados, la durée tiene tantos componentes de la realidad como cualquier "fenómeno" estudiado por la pura ciencia más aséptica. Sus elementos metafísicos desaparecen. El pasado, el presente (Presencia) y veremos que el futuro, forman la durée, tan firmemente defendida por Bergson.

Con estas consideraciones, la durée construida así, tiene evidentemente las siguientes propiedades:

- Es cualitativa.

-No hay dos momentos de duración idéntica.

- Es el tiempo auténtico para nosotros.

- Está estrechamente unida al tiempo de la conciencia, percibido como fluencia.

- La dimensión psíquica está unida a esta durée, con su espontaneidad y creatividad (intuición de la duración).

Aparte de la "Ley de semejanza" propuesta en varios de mis escritos, es la "sensación interna" de nuestra propia realidad, la que pone en común todos estos "pasados" de la Presencia, además de todas las condiciones del "entorno" preciso en el que aquel presente (pasado) se produjo, junto con las acciones, sensaciones, sentimientos, etc. correspondientes.

Creo firmemente que es la sensación, globalmente y pormenorizadamente, la que vuelve a rememorarse al recordar, y los pasados son almacenados memorísticamente de esta forma. Un signo, un sentimiento, etc. pueden rememorar esos pasados que son para la "Presencia" lo que almacenó en su memoria (nada que ver con el pasado-presente que sucedió en la realidad percibida por el observador externo, y quizás la misma criatura en el tiempo físico en que se realizaron las acciones que desfiguradas permanecen en la memoria, en el recuerdo).

Así que, desde tal punto de vista, son las sensaciones-emociones, con sus diversos matices, quienes gobiernan el enlace entre pasados, la Presencia y el posible futuro, algo no objetivo, es decir, fuera del puro dominio científico actual, es decir, no sometido al espaciotiempo de la física, y desde este punto de vista, también dentro de la durée, las emociones y sentimientos pueden provenir del futuro (de su futuro subjetivo construido de igual forma que hemos hecho para el pasado). 

Con este planteamiento, sigue siendo el presente (la Presencia) el ejecutor de la acción, el sujeto; lo anterior (externo) no existe ya para la Presencia, y el futuro (exterior) no existe aún. La coincidencia entre teoría física y campo psíquico no impide que queden perfectamente diferenciadas. La ciencia recupera la realidad defendida por Einstein, y la durée mantiene el papel tan claramente defendido por Bergson.

P.D. Nuestros seres queridos del pasado siguen viviendo en nosotros, a través del pasado de nuestra memoria. En la mente de aquellos seres también se grabó el sentimiento mutuo que existía entre ambos. ¡Sí, queridas mascotas, os sigo recordando y vivís en mí. Me alegro que en vuestro interior, también persistió esta añoranza!