miércoles, noviembre 19, 2025

La consciencia universal y nuestro legado

 Ante tantas crisis de fe, de creencias, de empacho informático que conduce al nihilismo, en nuestra época debe de darse especial prioridad a una fe especial, un camino: "el afianzamiento de la creencia en sí mismo".

Nacimos solos y solos nos iremos. Tu trascendencia vital requiere el reforzamiento de lo que somos en lo más íntimo, nuestra naturaleza, único bagaje que poseyéndolo en el presente nos acompañará en los últimos instantes de nuestra presencia en este mundo, y no sabemos si más allá.



El incremento exponencial de noticias (fakes o no), informaciones de todo tipo que nos abruman, más allá de ser algo positivo, actúa en nuestra contra. Es más, se necesitan potentes filtros que mantengan a salvo nuestra intimidad, nuestra propia naturaleza.

Tantos hilos desde los que tirar, y que tiran, a su vez, de nosotros hacia rumbos imprevisibles, que desde luego no juegan a nuestro favor, sino que obedecen a intereses espurios, hacen que cada vez con más urgencia se deban interponer los acotamientos necesarios en pos de la claridad de ideas que hagan posible el alumbramiento del verdadero camino en el que proseguir.

Es preciso, como decía Nietzsche, un aislamiento, un rechazo a todo lo conocido, un abandono de los maestros que de siempre han llamado nuestra atención; en su propuesta, el maestro debes de ser tú, en el nivel que te corresponda, pues solo debes dar cuenta ante ti, presentando orgullosamente ante la historia, el universo todo y en especial a tu consideración el comportamiento que tu mismo has elegido, sin interferencias mezquinas de cualquier clase.

Estamos en tiempos en los que se antoja imprescindible, elegir el camino que te conduce a ti mismo, aceptándote en todos los extremos lo que tu eres según tu conciencia. El filósofo transgresor de todo lo anterior a él así nos lo recomienda, es más, nos lo exige desde la fuerza de nuestra propia voluntad.

El que escribe eligió su camino ya desde hace algún tiempo, por lo que toda filosofía, toda ciencia, aún teniéndolas en cuenta, las somete a una estricta revisión, advirtiendo que solo el ejemplo de los hechos, y no de las ideologías o palabras ajenas, en ningún modo pueden sustituir esta búsqueda propia de la verdad.

¡Apúntate a los que buscan su propio destino y que depositan mansamente a la extinción de su propio periplo vital, sus propias conquistas vitales como donación a la Consciencia del Universo, lo más sagrado y querido de su propia naturaleza!

domingo, octubre 26, 2025

Más allá de la muerte: ¿Es posible la eternidad?

 Escribo en el artículo del Blog Foro Esencia del 9 de Septiembre de 2025, titulado "La Presencia y la durée de Bergson", lo siguiente:

"Los pasados subjetivos del instante presente de cada criatura, que son los presentes teóricos de cada momento anterior, en verdad son construidos por el propio yo. Me explicaré. Precisamente el presente actual, para que no haya posible equivocación, voy a denominarle Presencia. Pues bien, la Presencia se considera a sí misma el Presente, y todos los instantes anteriores percibidos son su pasado, sus distintos momentos pasados, que teóricamente coincidirían con cada presente anterior.

Pero, bien sabemos, que esos presentes pasados no se corresponden milimétricamente con los pasados correspondientes u objetivos advertidos por observadores externos. Todo es debido a los fallos, mejor, cambios que sufre nuestra memoria a lo largo del tiempo. Sabemos, por ejemplo, de la extrañeza que se presenta ante nuestros ojos al volver a ver un escenario del pasado que guardamos en nuestra memoria: resulta que, a veces, casi ni se parecen."

Y continúa:

"Aparte de la Ley de semejanza propuesta en varios de mis escritos, es la sensación interna de nuestra propia realidad, la que pone en común estos pasados de la Presencia, además de todas las condiciones del entorno precisas, en el que aquel presente (pasado) se produjo, junto con las acciones, sensaciones, sentimientos, etc. correspondientes. Creo firmemente que es la sensación, globalmente y pormenorizadamente, la que vuelve a rememorarse al recordar, y los pasados son almacenados memorísticamente de esta forma. Un signo, un sentimiento, etc. pueden rememorar esos pasados que son para la Presencia los que almacenó en su memoria."

Y también:

"Así que desde tal punto de vista, son las sensaciones-emociones, con sus diversos matices, quienes gobiernan el enlace entre los pasados, la Presencia y el posible futuro, algo no objetivo", es decir, algo fuera del estricto espacio-tiempo de la Física, fuera ya, por consiguiente, del puro dominio científico actual. (Teóricamente, emociones y sentimientos raramente podrían provenir del futuro, pero sí de un futuro construido de parecida forma a la de los pasados de la durée bergsoniana.)



Con estas premisas, voy a atreverme a sugerir una nueva teoría que en verdad he alumbrado hoy mismo. Consiste en aplicar ahora cuanto expuse acerca de la segunda manifestación del universo, y en particular la aparición de nuevos elementos que acompañan a las estructuras materiales (Kuerpos) de las criaturas vivas. Elementos que van apareciendo en paralelo con los nuevos seres vivos, y que proceden del Omega que va inundando o impregnando a toda la Creación.

Quiero decir que cada presente (pasado) se ve inundado de la emanación sensación-sentimiento que proveniente del Omega corresponde a su estructura material (Kuerpo -un concepto definido en obras anteriores), y  las circunstancias de ese presente. Todo ello se almacena en la memoria accesible por la Presencia. Entonces, la durée se corresponde con el símil de un rosario en el que cada una de sus cuentas son las sensaciones-sentimientos de cada uno de aquellos presentes que, ahora, son el completo pasado de la Presencia, lo que también alcanzaría, a través de cierta neblina, al futuro que se inscribirá en la durée.

Este complejo elemento de la segunda manifestación del universo sería la durée de la criatura viva, que como tal elemento de la segunda manifestación es indestructible, eterno, es decir, existe más allá de las coordenadas espacio-temporales.

Así que, resumiendo, el universo comprendería, además de la materialidad físico-química conocida (primera manifestación del universo), como expresé en otros artículos, los elementos de la segunda manifestación, entre ellos la durée de cada criatura viva. Los elementos de la primera manifestación están sometidos al cambio (mundo material); los de la segunda manifestación (durée, mundo de cualidades, etc.) son imperecederos: ¿Serían, en cierta forma, la eternidad defendida por las confesiones religiosas?

¡Una incógnita persiste en el ambiente y que guarda en sí la esperanza de una forma de perdurar más allá de la muerte física!

domingo, octubre 19, 2025

Los "ojos" del universo

La conciencia universal, propuesta que constituye la base de este grupo ("Conciencia Universal Majadahonda"), necesita para su posibilidad de varias condiciones necesarias.

Desde nuestra posición dentro del inmenso universo, cada vez más conocido gracias a los avances en astronomía, en la actualidad se nos presenta en su inconmensurable dimensión que causa admiración, ante el relativismo de nuestra pequeñez que supone nuestro entorno, un pequeño planeta rocoso, y la inmensidad inabarcable de soles, galaxias y otros objetos cósmicos.

¿Qué significa, entonces, la conciencia universal aludida? Con ella quiero significar la apreciación de que el nivel de nuestra inteligencia es ya capaz de entender el universo como un todo, que gracias a nuestra presencia puede llegar a "conocerse" a sí mismo: un hito en la evolución cósmica al haber sido capaz de construir en su seno actores (en verdad, hijos suyo) capaces de percibir su inmensidad en esta etapa de la Creación.

Todo ello significa que un "nuevo ser", el propio universo en su totalidad, ha emergido gracias a las individualidades que somos nosotros (y otros seres de inteligencia igual o superior) cual ocurre, salvando las distancias, con otras comunidades biológicas tales como las hormigas, las abejas o las mismas termitas. La comunidad (el termitero, la colmena, etcétera) es como un "organismo" colectivo, gracias a la "colaboración" de sus elementos individuales (hormiga, termita, etcétera).


Este "nuevo ser" sería la totalidad del universo, espoleado por las criaturas inteligentes, observadores privilegiados (nosotros) que son las individualidades que construyan (quizás, inconscientemente) el ser universo que en su evolución se dirige hacia su cénit, el punto Omega, con cierta semejanza al vislumbrado por el filósofo Teilhard de Chardin.

Ahora bien, para la consecución de tal objetivo, habría que limar asperezas. Una y muy básica sería la que debe exigirse al robot construido por el hombre y la propia IA, que se traduce en el imperativo de que "un robot no puede atacar a un humano". Y si tal exigimos a una máquina, a un avanzado hardware, mucho más lo debemos exigir a nosotros mismos, a nuestros semejantes: "el hombre no puede atacar a otros hombres"; la violencia debe de ser erradicada en el comportamiento humano (fuera guerras, agresiones, actitudes violentas, etcétera). Y esto comprende no solo la violencia física, sino las imposiciones de todo orden provocadas por individuos o colectivos humanos sobre otros hombres.

Parece algo fuera de nuestras posibilidades, pero ello no será cierto si imponemos un relativismo que pasa por un cambio fundamental de perspectiva.

Gaia, una particularidad ya expresada para el universo, pero circunscrita simplemente a nuestro pequeño planeta Tierra, se nos queda muy corta al aplicar la perspectiva no solo al sistema solar, las galaxias o el universo conocido actualmente.

Si ampliamos los seres inteligentes a los que presumiblemente existirán en numerosos otros planetas, dada la inmensidad del universo, con sus diferentes estados de evolución, más allá o equivalentes a nuestro nivel de evolución global terrestre, la perspectiva se amplia tan enormemente que la exigencia descrita con anterioridad se antoja ineludible y muy natural.

La eliminación de esa negatividad en el comportamiento de los individuos componentes de las diversas sociedades o comunidades, supone de inmediato, la sucesiva desaparición de aquellas circunstancias que consideramos cánceres de la sociedad humana global... Sin ir más lejos, se potencia la sana espiritualidad que potencia lo "bueno" y "común" que identificamos en las distintas comunidades o colectivos sociales, como razas, naciones, culturas y religiones.

Empecemos por desechar todo aquello que infrinja un "mal" a lo ajeno, aún cuando en nuestra opinión sea un bien propio... Esa limpieza, alambicada en los cimientos de nuestras propias raíces, nuestros terruños propios, supondrá un cambio cualitativo fundamental para el advenimiento de la "Conciencia Universal".

martes, septiembre 09, 2025

La "Presencia" y la "durée" de Bergson

Siempre me sedujo el concepto de "durée" de Henry Bergson, por diversos motivos, aún contra la opinión de no pocos críticos que advirtieron en él ciertos matices casi metafísicos que no eran del agrado del puro científico amante y defensor a ultranza de consabido paradigma de la "prueba y error". Suscribo nuevamente, uno por uno, todos los puntos que aparecen en mi articulo de este Blog titulado "El problema de la unidad, de la individualidad biológica" , así que no voy a repetirme. Tampoco está de más releer, también, el artículo: "Mecanismo o metafísica (MoM) de la sensación".

El concepto de historicidad de Heidegger se acercaría más a la idea de la "durée" de Bergson, pues para ella todos los instantes son necesarios e imprescindibles, sin dar una importancia crucial al instante del presente actual. Lo que cuenta es la vida completa del individuo, su impronta vital en el universo, la vivencia completa de una vida, la "trascendencia que cabalga sobre el presente". Ver al respecto el artículo del Blog "elimperiodelaverdad" titulado: "¡Trascender el presente!".

Pero, ¿Cómo comulgar el sí-mismo, el sentimiento esencial de la propia naturaleza (unicidad, individualidad), es decir, esa sensación de continuidad íntima, con la continua renovación de todas nuestras células componentes a lo largo del tiempo, o sea, cuando externamente -signos- , su variabilidad, parece apuntar en sentido contrario?

Se me ocurre que la única forma de que lo variable (presentes de cada momento) pueda "compaginarse" en una "especie de continuidad" (historicidad de Heidegger, el sí-mismo de la durée, la unicidad o individualidad), es que aquellos pasados (presentes de cada momento) no sean los mismos pasados percibidos por el "yo", o el sí-mismo; los primeros serían los objetivos, externos o percibidos por los observadores externos al propio individuo; los segundos podríamos denominarlos subjetivos, pues corresponden a lo percibido desde el interior del individuo, de la criatura.

Los observadores externos pueden percibir los matices de cada cual (en cada uno de los presentes), pero son susceptibles de un estudio puramente científico o experimental, y es el verdadero dominio de la ciencia.

Los pasados subjetivos del instante presente de cada criatura, que son los presentes teóricos de cada momento anterior, en verdad son "construidos" por el propio yo. Me explicaré. Precisamente el presente actual, para que no haya posible equivocación, voy a denominarle "Presencia". Pues bien, la Presencia se considera a sí misma el Presente, y todos los instantes anteriores percibidos son "su" pasado, sus distintos "momentos" pasados, que teóricamente coincidirían con cada "presente" anterior. Pero, bien, sabemos que esos "presentes" pasados no se corresponden milimétricamente con los pasados correspondientes u "objetivos" advertidos por observadores externos. Todo es debido a los "fallos", mejor, "cambios" que sufre nuestra memoria a lo largo del tiempo. Sabemos, por ejemplo, de la extrañeza que se nos presenta ante nuestros ojos al volver a ver un escenario del pasado que guardamos en nuestra memoria: resulta que, a veces, casi ni se parecen.

Pues bien, creo que todos los razonamientos de Bergson al establecer la "durée", tienen que ver con estos "pasados" subjetivos del propio yo. Si tomamos como "presentes constituyentes", o elementos de la durée tales pasados, la durée tiene tantos componentes de la realidad como cualquier "fenómeno" estudiado por la pura ciencia más aséptica. Sus elementos metafísicos desaparecen. El pasado, el presente (Presencia) y veremos que el futuro, forman la durée, tan firmemente defendida por Bergson.

Con estas consideraciones, la durée construida así, tiene evidentemente las siguientes propiedades:

- Es cualitativa.

-No hay dos momentos de duración idéntica.

- Es el tiempo auténtico para nosotros.

- Está estrechamente unida al tiempo de la conciencia, percibido como fluencia.

- La dimensión psíquica está unida a esta durée, con su espontaneidad y creatividad (intuición de la duración).

Aparte de la "Ley de semejanza" propuesta en varios de mis escritos, es la "sensación interna" de nuestra propia realidad, la que pone en común todos estos "pasados" de la Presencia, además de todas las condiciones del "entorno" preciso en el que aquel presente (pasado) se produjo, junto con las acciones, sensaciones, sentimientos, etc. correspondientes.

Creo firmemente que es la sensación, globalmente y pormenorizadamente, la que vuelve a rememorarse al recordar, y los pasados son almacenados memorísticamente de esta forma. Un signo, un sentimiento, etc. pueden rememorar esos pasados que son para la "Presencia" lo que almacenó en su memoria (nada que ver con el pasado-presente que sucedió en la realidad percibida por el observador externo, y quizás la misma criatura en el tiempo físico en que se realizaron las acciones que desfiguradas permanecen en la memoria, en el recuerdo).

Así que, desde tal punto de vista, son las sensaciones-emociones, con sus diversos matices, quienes gobiernan el enlace entre pasados, la Presencia y el posible futuro, algo no objetivo, es decir, fuera del puro dominio científico actual, es decir, no sometido al espaciotiempo de la física, y desde este punto de vista, también dentro de la durée, las emociones y sentimientos pueden provenir del futuro (de su futuro subjetivo construido de igual forma que hemos hecho para el pasado). 

Con este planteamiento, sigue siendo el presente (la Presencia) el ejecutor de la acción, el sujeto; lo anterior (externo) no existe ya para la Presencia, y el futuro (exterior) no existe aún. La coincidencia entre teoría física y campo psíquico no impide que queden perfectamente diferenciadas. La ciencia recupera la realidad defendida por Einstein, y la durée mantiene el papel tan claramente defendido por Bergson.

P.D. Nuestros seres queridos del pasado siguen viviendo en nosotros, a través del pasado de nuestra memoria. En la mente de aquellos seres también se grabó el sentimiento mutuo que existía entre ambos. ¡Sí, queridas mascotas, os sigo recordando y vivís en mí. Me alegro que en vuestro interior, también persistió esta añoranza!

miércoles, junio 11, 2025

Unicidad/individualidad/identificación. Psicología de las profundidades.

 Como continuación del  artículo "Criatura humana", publicado en el Blog del autor "Elimperiodelaverdad", amplío la visión de lo establecido en relación a la "durée" de Bergson.

En este artículo hago hincapié en dos visones/sensaciones distintas, una desde fuera de la criatura en sí, y la otra desde dentro.

Resumiendo y atañéndonos al propio fenómeno vital de la psiquis, la mente de la propia criatura humana, es curiosa la diferencia entre las dos sensaciones: totalmente distintas, según el observador externo al fenómeno, y la sensación interna, mental, psíquica del sujeto en cuestión.

Todo tiene que ver con lo que llamo la "responsabilidad" inherente al sujeto. ¿Quién en su sano juicio "no se hace responsable", es decir, no se considera, en el recuerdo, el artífice de su pasado?

En el pasado somos nosotros claramente quienes "balbuceamos" en nuestras acciones, siendo protagonistas de lo que consideramos nuestras acciones, es decir, la expresión de nuestro libre albedrío en aquellos momentos... Y es indiferente que tal "libre albedrío" sea real o fruto de una ilusión... Para nosotros la sensación es la misma. Ello significa que aún cuando los recuerdos no son exactamente un reflejo del verdadero pasado que ocurrió en su momento (numerosas causas tienen que ver con tal circunstancia), en el recuerdo se vive como si existió realmente como ahora lo imaginamos. Y es que claramente, el cuerpo, sus células componentes no son las mismas ahora que en esos momentos del pasado... es más, se produjo una renovación completa de ellas, lo que sucede cada cierto tiempo, lo que incluye a las neuronas, causantes y protagonistas de tales recuerdos. Y, como dije, es sumamente curioso que aunque aquel verdadero agente de la acción en el pasado, es materialmente distinto al de ahora, nosotros en el presente, no obstante, nos consideramos el mismo sujeto, es decir, en cierta forma y muy vivamente, nos identificamos con el mismo. Y todo este proceso es el que asegura la unicidad, la individualidad de cada criatura viva a lo largo del tiempo: el sustento de la "durée" de Bergson.

Y ahora, mirando, observando todos estos sucesos o comportamientos desde fuera, la extrañeza es mucho mayor, pues los cambios físicos de la criatura son más evidentes: a veces no parece la misma persona al cabo de los suficientes años.

Y para más inri, si queremos expresar más nítidamente el proceso, imaginemos que en cada una de las etapas vitales, la indumentaria exterior del sujeto la cambiamos radicalmente... El resultado es que el individuo en apariencia tan distinto, en el fondo es el mismo individuo, tiene su propia individualidad, es único.

Volviendo al sentimiento interno de permanencia, está claro que la criatura se considera la misma a lo largo del tiempo, tiene su propio yo: existe una identificación de su yo a lo largo de todos sus pasados... Y aunque, como he dicho, materialmente su composición material es distinta (células diferentes), su cuerpo es distinto, hay un hilo conductor básico que hace que se produzca tal identificación.



Todo esto forma parte de lo que se llamaba antes "Psicología de las profundidades", los tres conceptos básicos freudianos: yo (ego), ello y superego... Y las consecuencias ya establecidas por los psicólogos clásicos sobre las neurosis, etcétera, etcétera. Este tipo de enfermedades mentales corroboran esa identificación del sujeto consigo mismo en las diferentes etapas temporales.

El añadido que propongo en todo este estado de la cuestión es que ese "hilo conductor" que acompaña a la unicidad, la individualidad, y que produce una  cierta identificación entre todos los teóricos sujetos va a caballo de la propiedad cuántica del entrelazamiento. Esta sería la base material (física) que haría posible el proceso al que llamamos mente (psiquis).

La "durée" de Bergson tendría una base muy sólida, y el individuo establecería así su prominencia sobre el tiempo físico, transformado ya en tiempo vital.

viernes, abril 18, 2025

El problema de la unicidad, de la individualidad biológica

 Hay una intuición fundamental en todo ser vivo, experimentada claramente en nosotros mismos, el sentimiento más íntimo de todo ser vivo: su ser-mismo, su propia naturaleza, la consideración de ser una individualidad, igual a sí misma sin solución de continuidad a lo largo de toda la vida. Subjetivismo puro que forma parte de la intuición más fundamental del ser humano.

Lo curioso es que la ciencia ha ido demostrando sucesivamente, y durante un período bastante largo, que físicamente, exteriormente, el cuerpo que sustenta a esa criatura cambia continuamente; no somos igual que ayer, que años anteriores, semanas, meses, ni lo seremos en el futuro, mas psicológicamente no manifestamos, en lo más profundo, tales cambios: retrotrayéndonos en el tiempo, seguimos considerándonos el mismo sujeto (responsable de sus actos) en la juventud, en la adolescencia, en nuestra edad adulta y en la vejez. ¿Tal vez, como la continuidad que apreciamos en una película, cuando en realidad ésta se compone de secuencias sucesivas y distintas?

Son clásicas las discusiones respecto al tiempo entre dos genios de distinto ámbito: Einstein (físico) y Bergson (filósofo). Sus sentidos del tiempo, básicos para el tema que nos ocupa, eran radicalmente distintos. En el primero, considerado como una dimensión más aunque distinta al espacio, y sujeta a la dualidad espacio-tiempo que aparece en su teoría relativista. En el segundo, basado en el concepto de duración (durée) que explicitaré con más detalle posteriormente. 

Gonzalo Herranz, de la Universidad de Navarra (Unidad de Humanidades y ética médica) en el Simposio de la Universidad Austral del Buenos Aires del 26 de octubre de 1995, sobre "la individualidad del embrión humano", dice:

"La estabilidad es una propiedad de la individualidad, cada ser vivo es un individuo diferenciado en su especificidad y unidad, es decir, está originariamente individualizado desde su concepción hasta la muerte".

"Todo ser vivo se genera como un todo".

Abordar el tema de la individualidad biológica remite, irremisiblemente, al citado Henry Bergson, y su concepto de duración (durée).



Para Bergson las características de la durée son las siguientes:

. Es cualitativa, a diferencia del tiempo del reloj, que es externo y medible.

. No hay dos momentos de duración idénticos.

. El tiempo auténtico nada tiene que ver con el tiempo que consideramos cotidiano y de la ciencia.

. Se vincula estrechamente con una nueva concepción de la libertad.

. Apegarse a la duración nos libera de la dependencia de los seres y las cosas.

. La duración es una teoría del tiempo y la conciencia.

. El tiempo caracteriza la experiencia subjetiva de muchos momentos conscientes.

. El tiempo se encuentra en constante movilidad y se interpreta como unidad y multiplicidad.

. Algo dura en tanto que pasa y permanece, y la vida pasa, pero de tal modo que no es el tiempo que pasa por ella.

Para Bergson la duración es el tiempo auténtico. La durée es un dato inmediato de la consciencia que se manifiesta como una fluencia en la que no hay posibilidad de una sucesión de estados, ya que toda sucesión implicaría una ubicación en el espacio.

La realidad entera es duración (élan vital o impulso creador -Evolución creadora-)

"Se puede cuantificar un estímulo, pero no una sensación".

"En la vida real de la conciencia domina la irreversibilidad", sin embargo, el tiempo finito es reversible.

"Mientras la dimensión psíquica es propiamente la totalidad de lo vivido, pura espontaneidad y creatividad, el cuerpo se centra en lo presente y está orientado hacia la acción".

"En cuanto que todo es duración, invención, impulso, energía creadora, todo es conciencia". ("Intuición de la duración").

Por último, vuelvo a recalcar aquí mi hipótesis acerca de la aparición de las sensaciones en la criatura viva, como consecuencia de la "identificación" de nuestra propia voluntad con el puro pensamiento del campo mental, que origina la disociación en sensaciones internas y signos externos, estos últimos sí campo de estudio de la ciencia, lo que aplicado a lo que nos ocupa -intuición de la individuación, sí-mismo-, la sensación que aparece en la "identificación" con el "pensamiento íntimo" de nuestra propia realidad, origina el sentimiento esencial de la propia naturaleza, el sí-mismo, hilo que continúa a lo largo de toda nuestra vida, desde nuestro nacimiento al óbito, una sensación de continuidad íntima, de reconocimiento de nuestra individualidad en todo momento, pura intuición, aún cuando nuestra apariencia, que alcanza hasta la continua renovación de nuestras células componentes a lo largo del tiempo, externamente -signos- aparente lo contrario.

El hilo conductor de todos los momentos presenciales sucesivos lo achaco a la llamada "Ley de semejanza" que expuse en escritos anteriores: "Existe una continuidad en cuanto al sentimiento de identidad cuando exista una cierta semejanza entre las partes materiales que componen el cuerpo a lo largo del tiempo". Esta semejanza se evalúa y estudia, o puede estudiarse por procedimientos puramente científicos -estructura de su configuración química,  etcétera-. (La conexión empática entre gemelos, siameses, etcétera, podría ser un aspecto colateral nada independiente de lo expuesto).

Como conclusión, la filosofía que acompaña al concepto de duración de Henry Bergson es un fuente ineludible para el estudio de la individualidad en las criaturas vivas.

miércoles, marzo 26, 2025

Mecanismo o Metafísica (MoM) de la sensación

 La "aparición" de la sensación.

Colateralmente, el concepto de sensación puede ser abordado desde infinitud de puntos de vista, mas no es esta variedad el propósito del que escribe, es decir, no ir analizando uno a uno los incontables campos donde puede circunscribirse la sensación; por ejemplo, la sensibilidad en general y su relación con los distintos sentidos humanos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. 

Lo dicho, se busca únicamente lo esencial: explicar la aparición de las sensaciones en la criatura, en especial lo que perciben los seres vivos en su interior, y que en nuestro caso nos hace verdaderamente humanos.

Sabemos, sin temor a equivocarnos que el cerebro es el órgano básico capaz de "soportar" tal privilegio, por su capacidad neuronal muy por encima de los demás órganos del cuerpo; y en él se circunscribe el "campo mental". Podríamos considerar, a grosso modo, el cerebro, el campo mental, como la compleja máquina capaz de elaborar "pensamientos" continuamente, tanto en el estado de vigilia como en el sueño.

Pues bien, quiero emitir la hipótesis, por evidente que parezca y hasta en apariencia intrascendente, de que nuestro yo, si queremos nuestra voluntad, es capaz de inmiscuirse con asiduidad, "meterse literalmente" en los pensamientos, hasta llegar a una "identificación" plena con los mismos, y esa identificación supone la aparición de las propias sensaciones, acompañadas de los distintos signos identificativos externos. Y precisamente dichos signos son lo único que la ciencia estudia en neurociencia (neurotransmisores, potenciales eléctricos, etcétera).

Mi hipótesis es que la identificación entre los pensamientos y nuestro yo (voluntad, individualidad, etcétera) se refleja o se traduce en dos elementos: lo que llamamos sensaciones, algo interno (el sí mismo), y los signos externos, campo de la neurología.

Lo que reflejo en el siguiente diagrama: 



Algo en apariencia intrascendente por lo evidente que es para nosotros, y a lo que no habíamos dado la menor importancia por natural, representa curiosamente el meollo de la cuestión para poder abordar la metafísica de la sensación, del mecanismo que la hace posible, que explica la aparición de "la qualia", la mente humana con sus facultades "inmateriales" de voluntad, libre albedrío, individualidad, etcétera. 

Además, este proceso nos indica que tales propiedades o facultades "inmateriales", no poseen la misma "jerarquía", o el mismo nivel, puesto que, por ejemplo, la voluntad de la criatura propicia las distintas sensaciones según su implicación o grado de identificación de los distintos pensamientos.

Para hacer más claro el paisaje, imaginemos a un matemático escribiendo en una pizarra los distintos teoremas que va exponiendo en ella en la elaboración de un resultado buscado. Su cerebro trabaja elaborando las fórmulas, y su implicación es, como la de las personas o alumnos que le rodean, es decir, como observador, sin más sensación interna que quizás la "admiración" hacia el profesor. Pero qué diferentes son las sensaciones de alguien con un terror nocturno, cuando su imaginación, creando imágenes, pensamientos, le hace vivir (sentir) dentro de ese entorno terrorífico.

Los grados de implicación, por consiguiente, son muy variados, y así las sensaciones correspondientes.

Esta dinámica capacidad de pensamientos e ideas solo atañe a las "vivificadas" con el proceso de identificación.

Tal esquema tan sencillo, expuesto en el gráfico anterior implica, no obstante, poder explicar otros hechos singulares que atañen a los recuerdos.

Por la conexión entre signos y sensaciones (debido a la identificación), la aparición de ciertos signos evocan antiguas sensaciones que se presentaron en un entorno pasado determinado, lo que en el gráfico he denominado evocación. Nos hace recordar el pasado, primero la sensación en esos momentos, y después el episodio vivido en ese pasado (camino inferior de la flecha retrógrada).

También, directamente nuestra voluntad puede volver a reconstruir (recordar), signos y sensaciones de hechos pasados (línea de la flecha de en medio), sin seguir la pauta marcada en la primera línea.

El motivo del artículo, vuelvo a recordar, es la emisión de la hipótesis propuesta, nada más, acerca, como hemos visto, de la "aparición" de la sensación en la criatura viva, lo que en su ampliación en escritos anteriores definí como la segunda manifestación de la naturaleza (a parte de la manifestación de lo material con sus propiedades físicas).

* Ver la obra del autor "Superego" en la librería digital LULU.