Habría que llenar tomos y tomos acerca de la desestructuración de la familia, porque cada pueblo, cada grupo humano dentro de los 8.000 millones de individuos que constituimos hoy día la sociedad mundial, mantiene en su interior diversos tipos de familia, desde las tradicionales, a otras recientes que debido a diferentes causas se han ido constituyendo ante nuestros ojos, reconfigurándose de distintos modos. Hay zonas en que la desaparición y formación de nuevas familias se produce casi de forma exponencial.
En nuestro caso, la familia española presenta un cambio acelerado hacia formas que van dirigiéndose ininterrumpidamente al modelo monoparental (separados y divorciados, viudos, etcétera). Cierto, separados y divorciados, por ejemplo, han provocado la aparición de familias con hijos de distintos progenitores, inmersos en un "nuevo" hogar.
Como en muchos otros temas que nos atañen, especular sobre el futuro suele acarrear más imprecisiones de las necesarias, por lo que me ceñiré al pasado más reciente de la famiila española.
En el mundo occidental cristiano al que pertenece España, la familia hasta hace relativamente poco, poseía el ideal de familia patriarcal, al estilo judío y hasta en cierto modo, árabe (moro), en la que un verdadero patriarca era la cúspide de un grupo familiar en el que cabían padres, hijos y nietos... Ha llovido mucho desde entonces, pues las necesidades de orden práctico como vivienda, economía, trabajo, etcétera, obligaron a la "disgregación" de ese núcleo familiar básico, para formar otros compuestos por parejas con sus hijos, desplazando a abuelos y otros parientes, es decir, se dividía aquel núcleo original "patriarcal" en partes constituidas por parejas con sus descendientes directos (hijos). Como he comentado, divorcios y separaciones han añadido un plus de complicación, al añadir a la nueva unidad familiar hijos de distintos progenitores, no necesariamente padres naturales de los mismos.
Como es lógico, los aspectos sentimentales y emocionales provocados por la citada "disgregación" se han hecho notar debido, en el caso de los abuelos al síndrome del "nido abandonado", y en el de los hijos el de la metafórica "expulsión del palomo por su progenitor"... Pero, en tales cuestiones emocionales existen un sin fin de matices, que influyen de diversa forma en los distintos miembros de la unidad familiar.
Los hijos tienen que formar une nueva familia distinta a la de sus padres ("el casado casa quiere"), por necesidad, obligación o circunstancias de tipo económico, social, etcétera.
Como he dicho, todo depende del punto de vista desde el que se mire, para que la antigua familia "patriarcal" en su "disgregación", provoque distintas sensaciones y emociones en los distintos componentes originales.
Los abuelos sentirán más profundamente la sensación de "nido abandonado". Los padres, la "conquista de un modo propio de vivir", es decir, cierta liberación de las ataduras anteriores, junto a cierta angustia al abordar en solitario los retos que presenta la búsqueda de su lugar en el mundo, en la sociedad. Los abuelos, de alguna forma, tacharán de egoísta o desagradecido tan inevitable comportamiento... Los padres, a su vez, como hijos de aquellos, piensan que la obligación de los abuelos es seguir "manteniendo" los privilegios (ellos no lo ven así) que poseían en esa antigua familia, que como tal ya es inexistente: desde su punto de vista, un "egoísmo" o desatención por parte de sus progenitores.
En conjunto, hay que decir que es lo mínimo que se podía pedir de la "disgregación" real que supone el hecho de la "partición" del metafórico núcleo patriarcal familiar, en elementos que vuelven a agruparse en nuevas familias.
La cuestión, por otro lado, de la atención a las personas mayores, es otro tema peliagudo relacionado con el de la "disgregación" apuntada. Además, como me apuntaba un entrañable amigo "si los padres no cuidan de sus hijos -su bien más preciado-, al dejar dicho cuidado a sus abuelos, obligados por el tipo de sociedad actual, ¿cómo van a cuidar ellos de los abuelos?".
Y por no reiterarme en cuanto a los innumerables tipos de familias que adivinamos en la sociedad española actual, ante el creciente casos de separaciones y divorcios (mayor en número que los matrimonios) las desestructuraciones y disgregaciones familiares ocasionan en la población infantil y adolescente situaciones nada favorables, cuyas consecuencias no serán desdeñables en la sociedad futura.
En resumen: ¡Añoranza de aquella familia tradicional, y problema de su "disgregación" debido a los cambios sociales que acarrean los nuevos tiempos!
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