Sesudos pensadores, filósofos de lo esencial, metafísicos, simples hombres de ciencia afrontando temas trascendentales sobre el universo, la vida, el hombre... son multitud y en todas las épocas.
Por otra parte, nuestra vida, individualmente es corta, extraordinariamente corta... Dice el pope, el místico, el creyente que al óbito entraremos en otra dimensión, para unos el llamado "paraíso", para otros la oscuridad de las sombras, el infierno... así que, ¿para qué nos aferramos en dar respuestas al sin fin de preguntas que nos acucian, que nos angustian, cuando al cabo de unos años, no muchos, nos adentraremos en unos mundos (gloriosos, angustiosos, etcétera) que aportarán las respuestas definitivas a tales incógnitas?... ¿No sería más provechoso "vivir la vida" como se presente, olvidando los devaneos de la mente en tal sentido?
Parece que algo no cuadra, pues la evolución parece ser que nos ha conducido a esa situación del pensador, del filósofo en lo que se ha llamado la "búsqueda de la verdad"... Y a la evolución no le "gusta" jugar, y no suele conducirla el azar, pues necesita una "perseverancia" para alcanzar un objetivo tan claro... Sí, hay una línea evolutiva que nos ha conducido hasta aquí.
No obstante, es claro que la "meditación" en esa línea, casi siempre nos proporciona la relajación del espíritu, una felicidad interna, la del sabio con sus continuos ¡Eurekas!
Mas, la aparente paradoja debería tener una explicación, al menos a grosso modo...
Por otro lado, la muerte supone la imposición de una barrera infranqueable entre lo que llamamos "vida", y lo que "pudiera haber" más allá...
Es cierto que la ciencia, la historia, el saber humano crece con la aportación continua de las diversas criaturas que han existido anteriormente, potenciada enormemente con la palabra, la escritura y los formidables medios de expresión y comunicación que los últimos tiempos han proporcionado... aportación de criaturas "vivas", nunca de muertas que no han podido, ni pueden comunicarse con nosotros: ¡Es cosa de vivos!
¿De qué vale que todas las incógnitas tengan su respuesta en ese otro mundo "especulativo" de después de la muerte?... Las respuestas deben encontrarse en "este otro lado", el de los vivos, si queremos que las soluciones se propaguen en el universo real y físico que conocemos, en particular en la propia humanidad.
La evolución sí, ha creado el "acicate" para seguir investigando, intentando averiguar y descifrar las claves del entorno, de todas nuestras preocupaciones, sobre todo porque como acabo de exponer, si individualmente solo podemos aprovechar una parte de nuestro esfuerzo en pos de lo explicitado, colectivamente es un asunto básico, primordial para la sociedad y del que nos beneficiamos tradicionalmente.
Cierto es que en general imaginamos que tras la muerte entraremos en una fase en que la evolución futura debería de conducirnos hacia el Ser Supremo como culminación de algo grandioso: el Todo... Así que sin expresarlo, imaginamos una cierta evolución en ese otro mundo que nos llevaría, tras innumerables evos (si pudiera definirse el tiempo allí), al fin expresado.
Yo creo que aquí reside el error: ¡No existe ninguna suerte de evolución en ese otro mundo!... lo que supone que tras el óbito es inmediato (sin connotaciones temporales) el acceso a ese Todo propuesto: ¡Ese Todo es el "encuentro" con la Criatura Suprema nada más fallecer!... Es, pues, imprescindible, ya que no hay "evolución" en la otra vida (no hay movimiento), que nuestros esfuerzos se centren aquí, en el tiempo del "presente", el de la acción, para que la evolución que conocemos nos conduzca a ese Todo anhelado, y en el que las contribuciones de cada uno de nosotros haga posible la propia creación de tal Criatura Suprema, lo que no es óbice para que desde el futuro, esta última implante la semilla que en el pasado, y tras nuestras aportaciones (somos criaturas libres), conduzca a ese glorioso Futuro. (La retroacción del tiempo -cuántica- lo hace posible.)
Ese impulso evolutivo, ¿no será un presentimiento de lo que nos depara el futuro?
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