En primer lugar, estrictamente, el presente no parece existir, puesto que su simple definición requiere un tiempo (no es un simple instante de duración cero, como podría suponerse desde un punto de vista físico), ya que, incluso al pronunciar PRESENTE, como tiene tres sílabas, si estamos vocalizando la sílaba SEN, la sílaba PRE ya ha pasado y la TE, aún es futuro. Hay, pues, una incapacidad de origen al precisar qué es ese presente.
Y es que el presente es un concepto algo vago que se intuye en relación con "el actuar", con la acción (Fichte). Todo ello es consecuenia de la clara relación que existe entre lo que llamamos en jerga televisiva "el directo" y ese presente o "marco" donde "se puede" actuar. La característica propia del presente es "el vivo" (también palabra televisiva), aquello que se está "realizando" en ese momento, o sea, "una acción en un marco determinado". (Y digo en un "marco", porque ese marco está configurado tanto por un momento, como por un espacio concreto, por ejemplo, me viene a la cabeza el hecho de que lo que sucede en una estrella inaccesible -lejanía en el espacio, o lugar diferente al del desarrollo de la acción- nos es del todo indiferente, a efectos prácticos, para nuestro presente actual). Luego el presente es ese "tiempo" caracterizado por el "desarrollo" de la acción. Si no existiera acción el presente dejaría de tener una importancia singular, sería, simplemente, una secuencia dentro de una "historia", de forma que ni siquiera nos hubiera hecho falta elaborar dicha palabra.
Hay una observación relevante al caso, y es lo que acontece cuando el realizador de cualquier programa televisivo, singularmente, "introduce" en nuestro presente lo que estamos llamando "el directo" de lo que está sucediendo en otros lugares. Con ello, nuestra realidad se ve alterada, no sólo por eso que está aconteciendo en esos lugares, y que podemos prejuzgar como la simple realidad, sino por el criterio de ese realizador. El resultado es la alteración de nuestra realidad por la modificación de nuestro presente. Vemos, pues, que los modernos medios de comunicación, en especial la televisión con su fantástica potencia audiovisual, crean nuevos "presentes", nuevas realidades que no son más que nuevos mundos. (Como resultado, aquello que antes no contaba en nuestro presente por su lejanía, ahora sí cuenta, pero tamizado por la visión del realizador; se configura, pues, una nueva realidad distinta a la que teníamos antes -nuestro propio presente-, y a la que tienen los habitantes de los distintos escenarios donde se ddesarrolla la acción).
Dada la universalidad de todos estos modernos medios de comunicación, la realidad que vislumbramos cada uno de los seres que poblamos este planeta, va siendo más y más uniforme, en cierto modo nos va "uniendo" en una red mundial (parecida a la Noosfera del filósofo Teilhard de Chardin). Se atisba, pues, al final, una especie de criatura "montada" sobre estos medios (dominadora de los mismos) capaz, suficientemente sofisticada, de controlar todo nuestro ámbito, toda nuestra Tierra. Es fácil imaginar, entonces, un Ser, un Superhombre, heredero de todos nosotros, ante el cual, quizás, sólo seamos una pieza del pasado, una célula en su organismo, o en su "Cuerpo". Dicho Ser guardaría en su memoria hasta los sentimientos más íntimos vividos por nosotros mismos.
La acción, el presente, la realidad... gracias a ellos se crea nuestra naturaleza. La esencia subjetiva de nuestra naturaleza va "llenándose" de esta realidad por intermedio del presente. La universalidad antedicha va transformándose en la "unicidad" posterior del Cuerpo Místico de la Criatura Suprema.
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