La cualidad al no ser real no existe para sí misma. En general, para el ser vivo su esencia sólo es real en el presente; si su "presente" corresponde al instante de su muerte, su desintegración material (desorganización que incapacita al ser para "sentir", en particular su esencia), en este "presente" deja de ser real: su esencia es incapaz de superar su muerte.. En la criatura humana existe la realidad de la esencia (por la aparición de la conciencia) en toda su plenitud en cada uno de sus "presentes". A la realidad del presente animal se superpone la realidad de toda su esencia completa, definida a lo largo de todo su pasado, presente y futuro, es decir, la realidad transtemporal; eso hace que aún en el instante final (óbito) exista la realidad de la esencia humana, con lo que puede superar el tiempo, apareciendo una nueva dimensión: la eternidad.
En otras palabras, animales y hombres, en general los seres vivos, poseen la realidad del presente esencial (quizás pudiera asimilarse esta realidad al llamado campo mental), pero el hombre al "sentir" su esencia plena (inteligencia sentiente) hace realidad en su instante presente su entera esencia, en una especie de retroalimentación vital que la hace por entero realidad, superándose en todo momento la realidad del presente. De esta forma, aún en el momento del óbito se supera el antedicho "campo mental", conservándose la realidad de la esencia humana; es lo que llamamos la "trascendencia" del espíritu humano.
Según ésto, ¿el universo sería el marco en el que las esencias podrían hacerse reales?
El "sentimiento" de las cualidades por un ser va abriendo éstas a la realidad, desvaneciéndose las mismas en dicho ser, incrementando éste, así, su propia esencia, sin que dichas cualidades tengan realidad por sí mismas (o para sí mismas).
El sentimiento de la propia esencia se hace real en el ser, existiendo "quien" se hace cargo de esta realidad (lo que no cumple la cualidad).
La esencia del ser vivo no es una "cualidad" cualquiera, es una "cualidad transtemporal" que posee la particularidad de la temporalidad. Esto significa que la realidad de la esencia de cada presente está proyectada también en el pasado y en el futuro, y aún cuando, en el caso general, no pueda superar el tiempo, sí posee en sí el germen del tiempo, del movimiento, que no se agota en su propio presente. Ello hace posible la "unicidad" del ser vivo, gracias al "acoplo" de cada uno de los "presentes" entre sí, a través de la memoria de los pasados y los futuros que cada uno encierra.
La esencia de cada ser vivo puede ser "captada" por otro ser. (¿Esta captación puede suponer el incremento de la esencia de este último?... Si es así, la incorporación del agregado debería poseer el carácter de integridad como consecuencia de la unicidad anteriormente apuntada).
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