Y volvamos a cambiar nuevamente de dirección.
La constitución de un órgano complejo, cual un ojo, o el mismo oído, conlleva una serie de problemáticas, como ya apuntábamos en el segundo capítulo de este mismo texto, el sentido del gen como responsable directo, unido al azar y la necesidad, da la resolución del tema. Ahora queremos ahondar más en la cuestión. Se expuso que el gen poseía una naturaleza que, como "clónico", podía extender su "influencia" en el tiempo y en el espacio, más ésto necesita de una aclaración. El gen puede "coadyuvar" a la "información intrínseca" que se transmite, cual de si una información del futuro se tratara, materializando, así, las vías de progreso convenientes y rechazando indirectamente las no convenientes. Pero, hay que decir que esta "influencia" se transmite sólo a través de la línea de evolución de adelante hacia atrás, pero nunca por vías transversales; y ello es así por la necesidad de la "continuidad" material. El proceso sería el siguiente. El sentimiento positivo (placentero) de la constitución del órgano (o cualquier otro logro), del cual son copartícipes los genes afectados de su código genético (inserto en el cuerpo de la criatura), deja su reflejo en la "esencia" del ente que representa la "via del órgano" montada a caballo de las vidas individuales de las diferentes criaturas que han ido "portando" las diferentes características del pre-órgano correspondiente. Este "poso" en dicha esencia, es el responsable de la "tendencia" instintiva que aparece en estas criaturas antecesoras y que conduce indirectamente a la consecución del órgano. La continuidad material de los genes representa el necesario "hilo material" entre el individuo del futuro portador real del órgano y el del pasado precursor del mismo.
Cabría la posibilidad de que el proceso descrito en líneas generales, fuese realmente el resultado de una cadena de "nexos afectivos" entre las esencias por un lado de la criatura portadora del órgano con las esencias propias corresponientes a cada gen interviniente (y existente en ese momento) en la consecución de dicho órgano, y estas últimas esencias con la esencia de la criatura inmediatamente anterior dotada del pre-órgano en la línea evolutiva, por otro; y continuando con estos "nexos afectivos", así concebidos, hasta la misma criatura anteriormente considerada.
Los "nexos afectivos" no se miden en tiempo (tampoco en espacio), así que su efecto, reflejado en las esencias, es transmisible a lo largo de tiempo y espacio. Consecuencia de ello es que la cadena de "nexos afectivos" hace posible que se produzca una "influencia" inmedita. Quiero decir, que la consecución de cualquier resultado en el "campo esencial" se transmite de inmediato a todo el espacio-tiempo. Así, en el caso de la génesis del órgano citada antes, el sentimiento positivo de su consecución es transformado inmediatamente en una tendencia o instinto transmitido a todas las criaturas anteriores en su línea evolutiva. Significa, asombrosamente, que la aparición de dicho órgano ha sido en gran parte (también, gracias al azar y la necesidad) consecuencia de un "instinto especial" (que aclararemos con posterioridad) que ha impregnado (en el pasado) a todas estas criaturas precursoras anteriores. Es como si el futuro hubiera influenciado en el pasado, haciendo posible ese futuro.
Metafísicamente, si la evolución en el futuro logra crear al Superhombre o al Ser Supremo, éste habrá estado influyendo en el pasado, desde los mismos orígenes del Universo, para que este último, en su evolución y bajo el "impulso" de dicho Ser, pueda hacerle real; es lo que he llamado el "parto" de Dios.
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