¡Un saludo para mis dulces mascotas: Minuto, Chuli, Dingo y Micky!... Te ruego, ¡oh!, pájaro de las eternas migraciones, paloma mensajera de la paz, espíritu sin nombre que lleves este saludo a mis bien amados seres de "animalia", que como inocentes les tenga el gran Sabedor en un lugar reservado... ¡Nos acompañasteis durante muchos años, cada uno en su tiempo (mientras vivíais) y os estaremos eternamente agradecidos!
Nos mantuvimos en un triste duelo durante mucho tiempo (aún llenáis nuestros recuerdos: nos entristece vuestra ausencia, pero nos alegran vuestras antiguas vivencias).
Hoy llena vuestro lugar Seno, un felino vivaracho, mientras la fuerza le acompañe (padece enfermedad grave, motivo de su adopción).
Hace no mucho escribí un artículo titulado "La hipótesis del mundo invisible", en el que emitía la hipótesis de la existencia de un mundo, no ya invisible en sí, sino bautizado de esta forma porque estaba fuera de éste, el espacio-temporal que reconocemos en el entorno, cuyo papel principal dejaba de ser el más trascendental, pues se limitaba a representar las briznas necesarias para la creación y evolución de los elementos del otro mundo que, en verdad, sería el prioritario... ¡Esos seres o elementos sí son trascendentales!... y no tienen cuerpo (material): ¡son de otro mundo!
Traigo esto a colación como asidero de un espíritu inquieto, que en la trascendencia busca y se encuentra en su anhelado mundo...
Velamos a nuestras mascotas, agradeciéndoles su ejemplar lealtad y querencia... Ni que decir tiene que en mayor grado (se supone) lo hacemos con nuestros allegados (humanos). Pero, la terrible sombra de la inanidad se cierne sobre los adoradores del puro materialismo, que solo se reconocen y reconocen el insondable fondo de la Nada... ¿ Que existe ese otro mundo de mi hipótesis?...¡Al menos con la misma "sustancia" de esa Nada!
Yo quiero creer que allí me esperan mis criaturas, que sin entrar en profundidades metafísicas, si no existe ese lugar... ¡yo lo crearía!... Desde allí, en sueños, sí oigo una vocecita que me dice: ¡Te espero!
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