Evidentemente, este mecanismo es eficaz para que la voluntad pueda "expresarse" en reacción al medio, pero la descripción de dicho mecanismo nos permite distinguir "ciertas lagunas" en detrimento de la voluntad: son las "distracciones" de la voluntad las que permiten que se introduzcan "otras ideas" en el mecanismo anterior, entrando en el proceso reactivo; a continuación, la retroalimentacción existente en todos los organismos origina las distintas inclinaciones del ser vivo "no deseadas", que producen una potenciación mayor de esa "distracción" de la voluntad. Todo ello encierra "un peligro", así considerado por las distintas religiones, que consiste en un "desvío" del ser vivo de lo que se considera su "verdadera misión" (que no es más que el conocimiento y desarrollo "espiritual" del Ser). De ahí la necesidad, según los moralistas, de domeñar las ideas, las mentes, para que "sólo florezcan las ideas positivas" (en el sentido del "beneficio" del Ser en las mismas).
Así que lo que representa "un peligro" para la posible introducción de la "negatividad" en las mentes, también puede ser una extraordinaria catapulta para afianzar y desarrollar notablemente las ideas positivas, los sentimientos más nobles de la vida en sentido espiritual, y que pueden llevarnos a alcanzar los más altos niveles. Se concibe, así, que el mismo Dios haya podido establecer esta preeminencia gracias a un formidable desarrollo de esta vía. Imaginémonos lo que supone, una vez potenciadas extraordinariamente las ideas más sublimes, su introducción, su "materialización" de nuevo en todo el universo: equivale a una "divinización" del cosmos.
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