La semilla (de "El jardinero" -Tagore-):
Cuando la noche estaba muy entrada, el hombre exclamó: "Ha llegado el momento de abandonar mi hogar y de salir a la búsqueda de Dios. ¿Quién me ha estado engañando durante tanto tiempo? Dios le contestó tranquilo: "Yo". Pero el hombre no le oía.
La madre y el hijo dormían plácidamente en su cama. Preguntó el hombre: "¿Quiénes sois vosotros que me habéis tenido engañado durante tanto tiempo? La voz de Dios dijo otra vez: "Ellos son Dios". Y el hombre no le oía.
El hijo lloraba en medio de sus sueños y abrazaba inconscientemente a su madre. Dios dijo al hombre: "¡Detente, necio, y no abandones a tu familia!" Pero el hombre no le oía. Y Dios suspiraba tristemente: "¿Por qué tratará de venir hasta mí, si me está abandonando?"
"La presencia de Dios en lo más sencillo"
El jardín (AAS):
¡Jardinero, sigue cortando mis flores marchitas y regando mis secas raíces!... ¡Esas manos que tanto conozco de delicados cuidados y sutileza extrema, amigas y compañeras de mis sueños, seguid con vuestra entrañable tarea!... ¡Yo os reconfortaré, pues en mí habita vuestro Señor y le sois gratas!... ¡Dichosos vosotros que no buscáis en lo oculto lo que a diario se nos da, porque a Él le sois gratos!... Vuestra humildad os ensalza y aquello que está vedado a reyes y poderosos, está abierto de par en par a vuestra sencillez... ¡Dichosos los que encuentran! ¡Dios vive con ellos y en ellos, y ellos participan de su juego!
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