El pensamiento oriental no es ajeno a la idea de la inescrutable y profunda relación entre todas las consciencias de los seres vivos, algo que en cierta forma radica en el fondo de algunas de las teoría científicas más modernas relacionadas con el sorprendente y a veces paradójico mundo de la cuántica; eso sí, depende de las interpretaciones de algunos de sus defensores, lo que constituye una idea que ahora mismo no puede considerarse disparatada, aunque sorprendente pero, cómo no, posible.
También, las ideas revolucionarias sobre el espacio y el tiempo que aportó la teoría relativista, permite afirmar que pasado, presente y futuro no son lo absolutos que creíamos, pues lo que en ciertos sistemas unos hechos aparecen en el pasado, lo son en el futuro en otros, según el estado de movimiento de los mismos. En cierta forma, por consiguiente, pasado, presente y futuro aparecen ya perfilados en la totalidad del universo, con lo que cierta conexión entre la totalidad de hechos, acontecimientos o historias parece entreverse.
Quiero creer, entonces, que la historia de una criatura viva, el conjunto de sucesivos presentes que han ido constituyendo en el tiempo lo que llamamos "su vida", es algo único, permanente dentro del vaivén de la historia universal, algo consustancial con su esencia, una donación de su existencia. De igual forma, podemos considerar la muerte un instante más de esa epopeya: el final de esa vida. Desde tal punto de vista, vida y muerte están conectadas: ¡una unidad de destino en la historia universal! Para mí, una "impronta universal", y como tal un continuo vida-muerte: ¡la muerte está indubitadamente unida a la vida, una prolongación de la vida!... Más allá de la conclusión del óbito, desde allí una continuidad de lo vital. La esencia de la criatura es extensiva, como componente de la historia universal, a toda la eternidad de la dimensión tiempo... Nada fenece del todo, la huella del continuo vida-muerte es la impronta eterna de la esencia de todo ser vivo... y esa pertenencia al universo todo, sería el trasfondo de la creencia oriental en la conexión profunda entre todas las consciencias del orbe, las existentes hoy y las de todas las épocas pasadas y futuras.
Ni que decir tiene que para los más allegados a esos difuntos, la conexión con ellos es una sensación innata a la que no queremos renunciar: ¡una necesidad perentoria para la superación del duelo!... Sería subjetivo si no se acercase a la realidad apuntada de la "Impronta" en el universo de ese "continuo vida-muerte" de cada criatura.
¡La muerte no es el final!
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