Evidentemente es un tema que llena estanterías de libros, y no solo de economía...
No es mi propósito abarcar tan ingente cantidad de información y opiniones sobre el mismo, ni una mínima parte... Solamente expreso lo que más incide, el día de hoy, en mi vivencia alrededor de tal concepto.
Dinero lo hay de todo tipo, pues su uso desde tiempos inmemorables ha tenido que ver con el intercambio de bienes, y la "practicidad" de su uso. Hoy, por supuesto, existen infinidad de formas en que aparece en la sociedad: digital, monetario, en divisas, en metales preciosos, etcétera. Más no quiero referirme a su materialidad, a su forma física o de dominio común en las transacciones financieras: ¡Hablo de dinero en general y su repercusión directa en mi vida (y la de muchos en circunstancias parecidas)!
No es lo mismo para uno, por supuesto, el dinero que dedica a la compra de acciones o bonos, cuando el volumen que se aporta no está sometido a excesivo riesgo o incertidumbre, dado que su monto no es necesario para nuestro vivir ordinario. Si dedicamos una cierta cantidad de dinero del cual podemos prescindir, sin merma directa en nuestra forma de vida, a estas ocupaciones especulativas, cual si fuera un juego, por ejemplo en la bolsa, su pérdida en una persona sin problemas de orden psicológico (avariciosos, obsesivos, etcétera), no ocasionará mayores perjuicios que un simple inconveniente, una experiencia poco agradable.
Otra cosa sería cuando tal monto de dinero, sí es preciso para subsistir, o simplemente cuando su pérdida lesione gravemente el estilo de vida, o las necesidades del día a día... A este respecto, no hace muchos años que un trabajador parisiense llegó a suicidarse, cuando al rebajarle su salario que le permitía vivir al límite de sus necesidades, la pequeña cuantía retenida ocasionó dejar de cubrir tales necesidades ordinarias, porque que para él así parecía.
Y a estos casos me refiero, cuando hablando del dinero expongo en el título del artículo: "en lo que a mí me atañe" (y a muchos otros en condiciones semejantes). Y es que hay un abismo, a efectos prácticos, entre lo que representa el dinero del primer ejemplo, al que llamaré "dinero especulativo", al del segundo, que me atrevería a afirmar que pasa a ser vital para uno: le llamaré "dinero vital propio" (Dvp). Dvp es subjetivo, pues, tremendamente subjetivo, pero omnipresente para uno mismo: ¡es el que más nos interesa, el que tiene la capacidad de poder cambiar nuestra vida, nuestras costumbres, nuestro "nivel" de vida! Y que diferencia, tremenda diferencia, representa para uno el significado del dinero real (que yo llamo "despectivamente" especulativo), y ese "dinero vital propio", una diferencia como de la noche al día... Por supuesto que el dinero, en sentido amplio, financieramente para la economía, y como concepto es el "real", pero para cada uno de nosotros el importante, el trascendental es el "vital propio"( Dvp). ¡Cuídense los poderes de no "socavar" la hacienda personal de ese "Dvp" tan necesario!... ¡La incidencia social de medidas en tal sentido es un sunami que puede llevarse por delante al propio sistema político!
Como alarma social: ¡Seamos muy empáticos con nuestros semejantes en tal punto!
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