Que esto sea una estructura puramente pre-ontológica significa que van envueltas en ella posibilidades distintas de enfrentarse con el ser. Para esclarecerlo, Heidegger apela a ese estado de ánimo fundamental que es la angustia. En la angustia, nos dice, parece que se nos escapan todas las cosas, y quedamos flotando en un puro ser vacío de todo ente, sin asidero alguno. Esta pérdida de los entes es el fenómeno de la nada, y aquello en que quedamos flotando es un puro ser sin ente a que asirse. La angustia sólo es posible por la temporeidad.
En el horizonte de la temporeidad comprendemos que el sentido del ser es mucho más vasto de lo que hasta ahora había parecido. Hasta ahora se entendía por ser un carácter de las cosas "que están ahí". Pero este carácter no es más que un modo de ser entre otros, y, además, ni tan siquiera es el modo primario. Hay un modo de ser primario que Heidegger llama Zuhandenheit, neologismo germano difícil de traducir: las cosas en tanto que están a mano, sea para servirnos de ellas, sea para vivir con ellas en el sentido más amplio del término. El ser como algo que está ahí tiene una gran amplitud, ya que uno de sus modos es lo que llamamos realidad. Pero realidad es solamente un tipo de ser dentro de las cosas que están ahí; no todo lo que está ahí es real en el sentido con que, por ejemplo, las ciencias estudian la realidad. Hay otros modos de ser. Ante todo, el ser en el sentido de consistir. Hay además otro modo de ser que es la vitalidad. Hay, finalmente y sobre todo, el tipo de ser que es el Dasein en el hombre. Como este dasein o existencia es tempórea, el ser de la existencia no hace de ésta algo que simplemente está ahí, sino algo que acontece. El ser de la existencia es historicidad.
En definitiva, el ser es lo que preóntológicamente y ontológicamente determina y descubre lo que son los entes; el ser es "como-luz", que decía Aristóteles. La metafísica clásica, según Heidegger, había considerado las cosas en tanto que son; pero nunca se había hecho cuestión del ser en y por sí mismo. Allende la metafísica es menester, pues, una ontología. El objeto de la filosofía es el ser en cuanto tal. Aristóteles nos había dicho que la filosofía se pregunta qué es el ente. Por una sustitución de la palabra ente por la palabra ser, Heidegger reasume casi todas las fórmulas aristotélicas en sentido puramente ontológico.
Heidegger es el filósofo del ser, pero de hecho subordina éste a la prioridad de la Nada, que no sólo es la condición previa para que aparezca el ser, sino también el miedo que atenaza al hombre. En el opúsculo "¿Qué es la metafísica?", dice: "La Nada no es sólo el contra-concepto de lo existente, sino que pertenece originariamente a él".
En los años 1929 y 1930 Heidegger cae bajo la influencia principal de Nietzsche; su lectura confirma su ateísmo y su convicción de "Dios ha muerto", y para él, no sólo el Dios teológico cristiano, sino todos los sucedáneos ideológicos surgidos a partir del Renacimiento y la Ilustración, como el humanismo, el liberalismo, el socialismo, etc.
En su "Introducción a la metafísica", Heidegger constata que Europa está "atenazada" entre Rusia y Norteamérica, que en su opinión representaban la objetividad histórica y real de lo mecánico y cuantitativo, de lo anti-heróico. En sus palabras: "Rusia y América son ambas, metafísicamente hablando, lo mismo; la misma triste función de la técnica desenfrenada y la organización ilimitada del hombre medio". De este modo trataba de justificar su apoyo a Alemania, por ser "el pueblo metafísico" o "más amenazado", para que luchara contra este estado de cosas.
Heidegger advierte de los peligros de la técnica "cuando esta menoscaba nuestra relación originaria con el ser y nos hunde en la factilidad de los entes", instrumentalizándonos y dejándonos atrapar por los objetos que nosotros mismos hemos creado.
Nuestra existencia es preocupación surgida de la angustia de vernos proyectados en un mundo en el que tenemos que ser a pesar nuestra. Provenimos de una nada y nos realizamos como un proyecto que se encamina hacia la muerte, y por eso la angustia es constitución del Dasein, porque es la condición de un "ser caído y solitario" que "ni puede contar con Dios" ni posee remedio alguno a esa condición.
La solución es hacernos responsables de nuestra propia vida, asumiendo nuestra propia muerte sin dejarnos fagocitar en nuestra relación con los objetos y sus funciones. El ocultamiento de lo terrible de nuestra condición transforma nuestra vida en inauténtica.
Así que, según Heidegger, la autenticidad consiste en reconocer que somos un ser para la muerte; ésta es la única vía de acceso a la libertad.
Para terminar, decir que tanto el existencialismo como la hermenéutica, se han construido en parte en un inevitable diálogo con la obra del filósofo. (De la obra del autor "Paradigma" en "Simbiotica´s Blog"):
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