El "yo" o ser radical hay que buscarlo en la punta del iceberg que se vislumbra dentro del ser total (Microcosmos). Conocemos (por obras anteriores del autor) que el ser radical posee varios "movimientos" dentro del ser completo (Microcosmos), a saber: el interno-subjetivo, el externo-objetivo, y al menos el amor y el contemplativo. Ahora apuntaríamos a uno nuevo que estaría relacionado con el súper yo "de nuestra teoría". El bagaje portado por el súper yo no es asimilable como algo propio por el yo, pues este último "entiende" que es "superior" a sí mismo; mejor diríamos lo contrario, aquello que el yo considera "superior" a sí mismo lo "integra" en el súper yo, por ello lo considera, del mismo modo "otroriedad", mas no un "otro" del que le separase una frontera. Y es que el súper yo está "incrustado" tan hondamente (en "direccion" contraria a la de la materia -mundo objetivo-) hacia ese yo profundo, que no puede considerarse exista entre ellos barrera alguna (y es que realmente yo y súper yo son lo mismo, y el matiz distinto lo marca esa actitud de "sumisión" -reconocimiento de inferioridad- del yo respecto al súper yo, lo que produce en el primero una obnubilación, un "no tener conciencia" de esa equivalencia, transformándola, curiosamente, en la "actitud sumisa" de acatamiento a ese súper yo). Esa dirección contraria a la de la materia del conjunto yo-súper yo, equivale a un mayor alejamiento de la frontera (mundo espaciotemporal material), la corroboración de esa ausencia de frontera entre yo y súper yo. Es tan solo "un cambio de actitud" del yo lo que les "diferencia", así que si de alguna forma el yo fuese capaz de "asimilar" a ese súper yo por otro cambio de actitud, se ampliaría el campo de conciencia del yo, al transformar en consciente la "inconsciencia" del súper yo.
Con el súper yo subyacen fenómenos como la sugestión y la hipnosis, por lo que empezamos a sospechar que el mecanismo que interviene en la formación del súper yo, es el mismo que crea tanto la sugestión como el hipnotismo.
Dentro del súper yo aparece, como sabemos, el concepto de Dios, por lo que, después del análisis anterior, podemos decir que realmente es la misma mente humana, el yo, quien crea ese concepto divino. Es, pues, posible que un "cambio de actitud" del yo, en esa transformación subsiguiente del súper yo, pueda también cambiar el mismo concepto de Dios.
Así que podemos enunciar: "El nuevo dios hijo, heredero, supone un "reencuentro" del yo consigo mismo en los "terrenos" del súper yo".
En obras anteriores se expresó que el yo es quien "cierra el círculo", lo que supone un "decidir" sobre qué elementos entran a formar parte de ese círculo, y eso equivale a una "salida fuera de la frontera" de tales elementos (dejarían, entonces, de ser "lo otro"). En todo ello, surge ahora un matiz muy importante, el de la "dirección profundamente contraria a la materia del súper yo", lo que le sitúa "al otro lado" de aquella frontera, en la misma "interioridad" del ser, fuera siempre de "lo otro": ¡estamos ante el mismo ser! Yo y súper yo pertenecen a la "interioridad" del ser, son el mismo ser.
La razón del nombre (súper...) es el aparente "dominio" de ese súper yo sobre el yo. Es como si la Voluntad del ser se viera "mediatizada" por esa "voluntad" del súper yo. Y ponemos esta otra voluntad con minúscula, porque en realidad es una voluntad "virtual", pues ciertamente es una "dejadez del yo", lo que deja vía libre a los "imperativos" del súper yo. Como ya hemos apuntado, un cambio de actitud del yo es suficiente para que la Voluntad del yo (consciencia) vuelva a "dominar" sobre la totalidad del ser.
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