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domingo, diciembre 20, 2020

Evolución entrópica-sintrópica

Según José Díez Faixat, existe un ritmo espiral muy preciso en la energía de los saltos evolutivos que jalonan, cuánticamente, la historia universal.

En su hipótesis: "Al igual que, en cualquier instrumento musical los sucesivos segundos armónicos (1/3 de la unidad vibrante) van generando las novedades sonoras, en el conjunto de la dinámica universal, esos mismos segundos armónicos son los generadores de todas las grandes novedades evolutivas. Es sorprendente que una propuesta tan simple, tenga la precisión y rotundidad que encontramos al cotejarla con los datos históricos".


Están de suerte los seguidores de la Interpretación Transaccional de la Mecánica Cuántica, así como los admiradores de las ideas del matemático Luigi Fantappié, ya que la hipótesis defendida por Faixat en su magnífica obra "Beyond Darwin" reivindica ambas, al establecer un "ritmo oculto de la evolución".

Concretando, su hipótesis se basa en tales dos teorías fundamentales: una debida al matemático Luigi Fantappié (1901-1956), quien en el año 1940 intentaba encontrar una teoría unificada del mundo físico y biológico que explicara el surgimiento de las formas complejas y organizadas en un universo dominado por la entropía; otra, basada en la Interpretación de la Mecánica Cuántica llamada Transaccional (TIQM) que explicitaré después.

Fantappié creyó que las soluciones a este enigma debían buscarse en los principios fundamentales de la física, en la propia estructura de las ecuaciones que combinan la mecánica cuántica y la relatividad especial. Una ecuación clave en este campo es el operador de D´Alambert que, en la generalización relativista de Klein-Gordon de la ecuación de onda de Schrödinger, admite dos tipos de soluciones: unas ondas divergentes, descritas por los llamados "potenciales retardados", que se ramifican desde la fuente emisora originaria, y unas ondas convergentes, descritas por los "potenciales avanzados" que confluyen en un punto futuro que actúa como absorbente o atractor. Analizando las propiedades matemáticas de estas dos soluciones, comprobó que mientras que la solución positiva se mueve hacia adelante en el tiempo y tiende a la disipación, el desorden y la homogeneidad, la solución negativa se mueve hacia atrás en el tiempo y tiende hacia la concentración, el orden y la complejidad. Comprendió, entonces, que la primera solución sigue, precisamente, la ley de la entropía, mientras que la segunda obedece a una ley simétrica que el denominó sintropía. Resulta que las propiedades de la ley de la sintropía son exactamente las características de los seres vivos, así que Fantappié concluyó que el aumento de la complejidad en el proceso evolutivo es consecuencia de las ondas avanzadas -retrocausales- que emanan desde atractores ubicados en el futuro y se dirigen hacia atrás en el tiempo. Por eso, afirmaba, "las ondas avanzadas son la esencia de la vida misma". La vida es causada por el futuro.

Una nueva versión de la teoría se debe a dos alumnos de Fantappié, los hermanos Giuseppe y Salvatore, al defender  que ambos componentes, entrópicos y sintrópicos actúan conjuntamente (modelo entrópico-sintrópico), lo que permite establecer un vínculo entre la teoría unitaria de Fantappié y las más recientes investigaciones sobre la teoría de sistemas, el caos y la complejidad.

En 1940, los físicos Wheeler y Feynman plantearon la llamada "teoría del absorbedor", que es una interpretación de la electrodinámica que deriva de la suposición de que las soluciones de las ecuaciones del campo electromagnético deben ser invariantes bajo simetría de inversión temporal. En la teoría del absorbedor, las partículas cargadas se consideran a la vez como emisores y absorbedores; el proceso de emisión está conectado con el proceso de absorción de forma que se toman en consideración tanto las ondas retardadas que van desde el emisor al absorbedor, como las ondas avanzadas que van del absorbedor al emisor; la suma de las dos, sin embargo, da como resultado ondas causales, aunque las soluciones retrocausales no se descartan a priori.

El físico estadounidense John G. Cramer (1934) plantea en 1986 una interpretación alternativa de la mecánica cuántica a la que denominó Interpretación Transaccional de la Mecánica Cuántica (TIQM), inspirada en la "teoría del absorbedor" de Wheeler y Feynman. Esta interpretación describe las interacciones cuánticas en términos de una onda estacionaria formada por la interferencia entre ondas retardadas (hacia adelante en el tiempo) y avanzadas (hacia atrás en el tiempo). Tal interpretación no agrega nada ad hoc, sino que, simplemente proporciona un referente físico para una parte del formalismo matemático usado en los libros de texto estándar-las ondas avanzadas- que la interpretación clásica de Copenhague ha eliminado de forma reiterada. Aunque las predicciones de TIQM son las mismas que la de Copenhague, sin embargo, resuelve de forma sencilla y elegante los grandes misterios cuánticos como la paradoja EPR, el gato de Schrödinger, el amigo de Wigner o la elección retrasada de Wheeler.

Resumiendo el modelo transaccional: el emisor produce una onda retardada de "oferta" hacia adelante en el tiempo, que viaja hacia el absorbedor, lo que hace que el absorbedor produzca una onda avanzada de "confirmación", hacia atrás en el tiempo, que viaja de regreso hacia el emisor. La interacción se repite cíclicamente hasta que en el intercambio se satisfacen las condiciones de frontera cuántica del sistema, momento en el cual la transacción se completa definitivamente y se produce el evento cuántico real, el "colapso de la función de onda". En verdad, el proceso es atemporal puesto que las ondas viajan a la velocidad de la luz (simultaneidad -un mismo y único instante). Podríamos decir que la transacción se completa con un "apretón de manos" -una onda estacionaria- a través del espacio-tiempo, con el que se sella un contrato bidireccional entre el pasado y el futuro. En palabras de Cramer: "Este universo (...) avanza en el tiempo a nivel cuántico mediante una cadena de apretones de manos entre el pasado y el futuro (...). El futuro se remonta hacia atrás para hacer un acomodo con el pasado que permite que un evento cuántico suceda, que se convierta en realidad. Cada evento cuántico emerge a la realidad como resultado de un ciclo de retroalimentación entre el pasado y el futuro. A estos se les permiten bucles en forma de tiempo que dan origen al universo".

La física y filósofa estadounidense Ruth E. Kastner (1955), extendiendo el trabajo de Cramer, ha desarrollado una Interpretación Transaccional llamada Relativista (RTI) o Posibilista (PRI), que sostiene que las funciones de onda cuántica no se mueven tanto en el universo físico, sino que existen como "posibilidades" en el espacio multidimensional de Hilbert, del cual emergen las transacciones en el universo "real". Ondas de oferta salientes y las muchas ondas de confirmación entrantes serían transacciones "posibles", existentes fuera del espacio-tiempo, de las cuales solo una se vuelve empíricamente "real". Nos dice que los eventos espacio-temporales, los acontecimientos del mundo concreto que experimentamos a nuestro alrededor con nuestros cinco sentidos, son productos que emergen a partir de los procesos te transacción -atemporales y no-locales- que tienen lugar en el reino cuántico.

Para Faixat, toda la realidad manifestada aparece, inexorablemente, en forma de dualidades -no hay objeto sin sujeto, ni energía sin consciencia, ni fuera sin dentro- y, como todos los contrarios son mutuamente dependientes, podemos entenderlos como manifestaciones de una realidad que los trasciende y que es "previa" a la dualización. Así que, el vacío cuántico original que plantean los físicos y el vacío místico final que vivencian los contemplativos no son sino la misma y única Vacuidad, percibida por los físicos de forma objetiva y los contemplativos de forma subjetiva, pero que, en sí misma, no es objetiva ni subjetiva, sino "previa" a esa perspectiva dual. Esa Vacuidad no hace alusión a una realidad metafísica lejana, sino a la simple y pura Autoevidencia de cada instante presente, que engloba en sí misma todas las manifestaciones de energía y consciencia que se observan en el universo espacio-temporal. Nos dice Faixat: "El universo, amigo lector, está hecho de la simple y evidente Presencia que tú eres en este preciso instante atemporal que es Ahora y siempre Ahora".

Es importante entender que todo sucede en el Ahora absoluto y que el tiempo es tan solo una construcción imaginaria con la que nuestras mentes ordenan la emergencia de los sucesivos instantes relativos.

Para una comprensión integral del universo, habremos de hacer referencia a tres facetas diferentes, aunque dinámicamente interrelacionadas: la realidad absoluta no-dual -la simple y atemporal Autoevidencia sin forma-, la realidad relativa potencia -el espectro potencial de energía-conciencia generado en la polarización original- y la realidad relativa espacio-temporal -la actualización, instante tras instante, de los sucesivos niveles potenciales de estabilidad estratificada-.

Teniendo en cuenta lo expuesto por Faixat en sus investigaciones, todo apunta hacia una fascinante dinámica toroidal de energía-consciencia, instantánea y eterna, como elemento clave para la comprensión integral del universo. Según este esquema, los flujos parten de un Centro sin dimensiones -en su faceta A-, siguen una trayectoria espiral -vórtice divergente-, alcanzan la superficie exterior del toro ("toro de cuerno"), y retornan al mismo Centro -en su faceta ꭥ- a través de otra espiral -vórtice convergente-, para reiniciar desde ahí su interminable proceso. Este Centro no-dual es uno y el mismo en todo y en todos, su verdadera naturaleza, su identidad última. Y sin dejar de ser tal Centro, se manifiesta polarmente como fuente originaria de energía y atractor final de consciencia, generando una distancia temporal ilusoria entre ambas facetas.

Dado que la dimensión temporal es puramente imaginaria, todo sucede, en verdad, de instante en instante. Esta salida y retorno, momento tras momento, entre el fundamento no-dual y su manifestación finita y fugaz en el espacio-tiempo, permite ir actualizando en el mundo relativo de las formas los niveles potenciales de estabilidad del espectro de energía-consciencia, es decir, toda la jerarquía de "armónicos" generados en el mismo instante originario.

Esta dinámica recursiva entre el Vacío infinito y todas sus formas espacio-temporales es intensamente creativa, y esta facilitada por el campo unificado de memoria que, paso a paso, se va gestando a nivel fundamental. Toda la información recogida en cualquier punto-instante del mundo manifestado es introyectada inmediatamente en ese campo básico de memoria colectiva que, lógicamente, va incrementando, momento a momento su potencial. De esta forma, cualquier entidad, sea cual sea su nivel del espectro en el que se desenvuelva, tiene, en el fondo más íntimo de sí misma, acceso libre a la totalidad de ese campo unificado de memoria, aunque, en función de sus características específicas, conecte tan sólo con unas determinadas facetas de ese campo. La dinámica toroidal posee, por tanto, una estructura holográfica, en el sentido de que cada "parte" de sí misma dispone de información de la "totalidad", y es, de hecho, un reflejo particular de esa totalidad.

Cuando una entidad concreta ha desplegado todo el potencial del estrato en el que básicamente se desenvuelve y lo ha integrado con todo lo aflorado en las etapas precedentes, habiendo alcanzado una cota específica de complejidad, puede resonar con el armónico siguiente del espectro de energía-consciencia y, de ese modo, ascender a un nuevo peldaño de la larga escalera de la evolución. Y así sucesivamente.

Decir que la obra "Beyon Darwin"y la hipótesis de José Díez Faixat en ella contenida, constituyen un tratado fundamental para el entendimiento de la no-dualidad, puesto que une en ella las tradiciones espirituales del oriente y los últimos adelantos de la investigación científica occidental. Por consiguiente, altamente recomendable.