OBRAS DEL AUTOR

jueves, enero 21, 2010

PEGUERINOS. RECORRIDO TURÍSTICO (y III)




A poco más de tres kilómetros cuesta abajo, desde el Puerto de Malagón, una barrera abierta señala que se entra en Ávila (término de Peguerinos), y casi de inmediato se empiezan a divisar los llamados Riscos de la Cueva, apilamientos graníticos con características formas de erosión y abundancia de piedras caballeras. A la derecha del camino aparece pronto la fuente de "Los Negros" con su área recreativa. Desde aquí y hacia levante sale un sendero balizado con manchas amarillas en los árboles que conduce hasta el refugio de "La Naranjera" (1600 m), que está en la misma cuerda montañosa divisoria, sobre el mismísimo Valle de los Caídos y entre el Cerro de San Juan y la Portilla del Cura. Y siguiendo nuevamente por la pista asfaltada principal, se llega de inmediato al albergue llamado "Casa de la Cueva" que dispone de una escuela de escalada. No muy lejos de los Riscos de la Cueva hubo un área acotada con animales silvestres en libertad. Tan solo un kilómetro después, a la derecha se desprende el llamado camino de "Canto Herradero", cerrado al tráfico rodado, que conduce por este lado hacia la proximidad de la anteriormente citada Peña Blanca, y al campamento juvenil de "Peñas Blancas". Un poco más abajo (por la carretera principal) y a la izquierda, hay una senda que a unos dos kilómetros nos conduce a una lápida de bronce, situada sobre unas piedras, en honor a la famosa mariposa Graellsia Isabelae (la mayor de Europa), descubierta en estos parajes en el año 1849 por el eminente científico don Mariano de la Paz Gräells, quien la dedicó a la reina Isabel (de ahí su nombre) y que figura en el escudo de la villa, otro de los lugares de interés que conviene visitar. Y siguiendo la misma senda, también a otros dos kilómetros, hay un recinto cercado en el que existen conejos y liebres, reserva de la antigua ICONA, y que tiene por misión el alimento de las abundantes aves de presa de la zona.


Y reanudando de nuevo el camino principal, a pocos kilómetros se empalma con la otra carretera que bajaba desde el Alto del León y que conduce directamente al pueblo de Peguerinos. Al llegar al pueblo, el embalse de la Aceña se antoja omnipresente; otro lugar de interés, tanto que, así lo creemos, ha sido capaz de cambiar el microclima del propio término. En sus aguas puede practicarse la pesca de la trucha (Salmo trutta fario), el cacho (Leuciscus caphalus), la carpa (Cyprinus carpio), etc.


Desde el centro de la villa, en un paseo de no más de dos kilómetros se llega hasta sus límpidas aguas, atravesando, por cierto, por medio del cementerio municipal. Otra salida del pueblo, por una carretera realizada al efecto, nos conduce a la presa propiamente dicha que tiene una altura de unos 67 metros. Todos los alrededores del embalse poseen una bucólica belleza que invita a la relajación, tan necesaria en estos tiempos...