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miércoles, junio 24, 2009

FILOSOFÍA ALEMANA (y FICHTE II)

Apuntemos a continuación algunos razonamientos de Fichte.
La verdad es que el yo se conoce inmediatamente a sí mismo, y en esto consiste precisamente ese concepto de yo, visión que constituye su esencia. Tal unión del ser y del ver es algo que no puede afirmarse de ningún objeto. En otras palabras, el ser del objeto no existe para sí mismo sino para otro, es objeto para un sujeto. El yo, en cambio, existe para sí.
El yo no puede entenderse como una cosa, sino como un puro obrar, sin ningún otro ser que obre tras él.
Todo sería secundario respecto a la acción: "surge únicamente en ella como un producto".
Ni el "yo pienso", ni el "yo soy" es en último extremo a lo que lleva la reflexión, sino realmente el "yo actúo".
Debería haber alguna "autointuición" del entendimiento, ya que sin ella sería imposible cualquier conciencia del yo.
La autoconciencia del yo sería intuición y no conocimiento.
El yo es el principio supremo de todo saber, que no queda sino deducirlo por reflexión como aquel acto puro que está en la base de la conciencia.
Nada hay en el entendimiento que con anterioridad no estuviera en la imaginación.
El poder de la abstracción absoluta se llama razón, ahora bien, en el momento en que la razón hace abstracción de todos los objetos, o sea, de la esfera entera del no-yo, sólo queda el yo. Entonces, la reflexión recae finalmente sobre el sujeto: el yo se dirige hacia sí mismo, descubriendo detrás de toda objetividad su propia esencia, y alcanzando así la autoconciencia.
El hombre se define como conciencia o reflexión del ser, saber del ser que no es él, imagen del ser absoluto. Es decir, el hombre es la existencia (Dasein) de Dios. En la conciencia de Dios ex-siste o está-ahí (ist da), pero encubierta y escondida por las propias leyes de la conciencia que lo percibe en el "mundo". (De la obra "Paradigma". Ver "Simbiotica´s Blog").