LOS DOS ASPECTOS DEL SER SUPREMO
Hay que distinguir dos aspectos en el Ser Supremo. El primer aspecto se refiere al Ser Supremo atemporal, de la fase de "después del tiempo". Es el Ser Supremo percibido "después de la muerte"; en Él reposarán todas las criaturas a su óbito.
Hay dos formas de entrar en el "Cuerpo" del Ser Supremo atemporal. Una es participando de su propio Ser por dilución en su misma sustancia, para ser Uno con El mismo (es el destino de los Bienaventurados, de los hombres Santos, de los que están en lo más alto del espíritu); otra, formando parte de la "comunión" o relación interna del "Cuerpo" del Ser Supremo "separado" de lo que es la "Unidad íntima" de su sustancia, o su "Esencia", puesto que la criatura sigue conservando su propia esencia, aunque interrelacionada con las esencias de las demás criaturas y la del Ser Supremo, formando parte de ese "Cuerpo" de Dios.
El cuerpo humano puede darnos una idea de lo que es este "Cuerpo" de Dios. En el cuerpo humano, cada célula posee su propia identidad (esencia), aún cuando todo su conjunto constituye (a lo largo de toda la vida del hombre) la "esencia" misma del hombre. El iluminado, el hombre santo pierde la identidad propia (su misma esencia) para ser únicamente una sola esencia que es la del Ser Supremo; pierde su propia esencia para transformarse en el mismo Ser Supremo.
El segundo aspecto del Ser Supremo es el de la "fuerza suprema" del Universo; no obstante, al ser temporal el Universo también es temporal este aspecto del Ser Supremo. Decimos mal, es temporal en cuanto a la duración de cada ciclo de muerte-resurrección del Universo, es decir, de cada ciclo de implosión-explosión del mismo. El Universo, al final de cada ciclo, llega a identificarse con el mismo Ser Supremo. El final de ese ciclo del Universo, es la "muerte" del Ser Supremo, su autoinmolación, que va seguida de una resurrección con la aparición de un nuevo ciclo del Universo. El Ser Supremo vuelve a nacer, vuelve a crearse a lo largo de la evolución, hasta llegar al cenit, la Unidad Suprema que es el propio Ser Supremo. Un nuevo ciclo empieza a continuación. Cada nuevo ciclo del Universo es la oportunidad de que nuevamente infinidad de criaturas puedan crear ( de la Nada) su propio ser, y con ello hagan posible la evolución hacia esa Unidad Suprema, que es el propio Ser. Una serie de infinitos ciclos llenan, pues, todo el tiempo; finito e infinito se dan la mano, conectándose a través de ese mecanismo.
Los dos aspectos del Ser Supremo son una misma cosa. Fuera del tiempo el Ser es inmutable (por su misma definición de atemporalidad); dentro del mismo, lo llena al completo, perdurando a través de todos los tiempos, gracias a los infinitos ciclos de muerte-resurrección.
Los mitos del eterno retorno y de la muerte-resurrección son la intuición humana de este hecho.
La muerte-resurrección de espíritu-humano es de la misma índole. Se produce (tal como describe el Libro de los Muertos tibetano) un descarnamiento del hombre, quedando sólo el esqueleto (en sentido figurado), para volver a resucitar de otra forma, ya que el espíritu es imperecedero, igual que el espíritu del Ser Supremo sometido a su ciclo de muerte-resurrección.
En el Universo cada criatura también tiene un papel en cuanto a su contribución, dentro de la Evolución, en la constitución de la Unidad Suprema futura, el Ser Supremo. Cada criatura está "conectada" a los demás seres y en particular al Ser Supremo. La "interconexión" extiende sus brazos tanto en el pasado como en el futuro, a través de los mecanismos que se han estudiado a lo largo de la presente obra ("El parto de Dios"). Desde este punto de vista, y gracias a esta interconexión, cada criatura contribuye a la creación del mismo Ser Supremo. El Universo entero, compuesto por todas sus criaturas, interconectadas y en continua evolución, son de esta forma el marco de una gestación gigantesca, de un nacimiento supremo, es el mismo "parto de Dios".